Cuando hace fotos, Natalia Lobo (50) se transforma. Sobre todo en Punta del Este, su territorio durante tantos veraneos efervescentes, cuando formaba parte del staff de Pancho Dotto y su carrera como modelo estallaba. En aquellos revueltos años 90, le prometió amor a Alan Faena en una excéntrica ceremonia frente al mar (y con suelta de palomas). Natalia deslumbraba con el mismo espíritu salvaje que, treinta años después, deja fluir en esta producción con ¡HOLA! Argentina, la primera desde que fue adoptada legalmente por Martín Lobo, su papá del corazón y padre de sus dos hermanos menores, Miranda y Martín.
Madre de Inti (18), fruto de la pareja que formó con el instructor de yoga Pablo Pirillo, Natalia ahora está de novia desde hace tres años "y siete meses" –aclara– con Ariel Polaco, su bastión durante estos últimos tiempos, muy intensos en lo emocional. En noviembre, tan sólo un mes después de haber ido a buscar su nueva partida de nacimiento a La Plata –donde ahora dice que es hija del segundo y actual marido de Chabela, su mamá–, la actriz fue hacerse un chequeo de rutina y, cuatro días después, fue operada de urgencia. "Me sacaron 25 centímetros de intestino", revela Natalia, en una charla que tiene lugar en el restaurante Mostrador Santa Teresita, en José Ignacio. "Me fui a hacer una colonoscopía, que mi hermana ya se había hecho porque hay antecedentes en la familia, y salió que tenía un polípo muy grande, que había que sacar ya".
–¿Tenías síntomas?
–Sí. Hacía un año que la comida me caía mal. Me mandaron directo al cirujano, que me operó a los cuatro días. Al principio, me asusté, pero después me di cuenta de que, evidentemente, una parte de mí tenía que irse con mi apellido anterior, Sarraute [el apellido de su padre biológico]. Era una parte oscura, dentro de mí, que contenía lo que tragué, aguanté y callé durante tantos años. Lo visualicé como una bola negra, bien delineada, que el cirujano me iba a ayudar a expulsar. "Después de la operación, voy a empezar una vida nueva", pensé mientras me preparaba para la cirugía. En elquirófano, entregué esa bola negra con alegría y amor.
–¿Cómo te sentís ahora?
–Todo es muy reciente. Después de la operación estuve anémica, así que me tuvieron que hacer una transfusión de sangre. No quería saber nada, pero tuve que hacerlo. Es muy fuerte que te pongan la sangre de otra persona. Hasta que se acomoda en tu sistema estás como si te hubieras clavado un hongo alucinógeno.
Fui a buscar mi nueva partida con Ariel, mi novio. Todo fue muy intenso y él me acompañó como nadie nunca me había acompañado. Es increíble tener a alguien que te apoya y te cuida
EL AÑO DE LA ADOPCIÓN
El 4 de octubre pasado, tras dos años de espera, la actriz dejó de ser Natalia Sarraute ante la Ley para llamarse Natalia Lobo. "Tengo lágrimas de alegría. Ahora, no soy sólo Natalia Lobo en la ficción, soy Natalia Lobo todos los días", dijo en una entrevista telefónica con Catalina Dlugi, en la que también aclaró que no estaba enojada con su padre biológico. "Es divino, es un encanto, es músico y se tuvo que ir. Son circunstancias de la vida. Uno, cuando es chico, no entiende mucho, pero después entendés. Lo vi un par de veces cuando era niña y lo fui a buscar [a España] de más grande. En la época de la dictadura no era fácil irse escapándose. Era una situación extrema, pero la verdad es que todo tiene un cierre feliz ahora", reveló en aquella charla.
–¿Cuál fue el motivo de la adopción?
–Mi papá, Martín, me dijo que me quería adoptar para darles un orden a sus papeles [con el trámite de adopción, la actriz se convirtió en hija natural de su padre del corazón y el día que él muera, va a poder heredarlo como sus hermanos]. En abril de 2018, fuimos los cinco –mi papá, mi mamá, mis dos hermanos y yo– con una abogada a ver a una jueza. Nos sentamos y la jueza les preguntó a mis hermanos: "¿Están contentos de que van a tener una hermana?". Lo cuento y me emociono. [Llora]. Recién ahí me di cuenta de lo fuerte que iba a ser, emocionalmente, el proceso de adopción. Entre todos firmamos un documento y así le dimos inicio a mi adopción. Nadie forzó nada, todo fluyó, porque nos llevó cincuenta años llegar hasta acá.
–¿Cómo te sentís ahora?
–Haber sido adoptada por Martín cambió mi percepción del mundo. Es muy difícil decirlo con palabras. Siento una seguridad que no había tenido nunca, ahora soy parte de una tribu. Antes mis hermanos eran mis hermanos, pero ellos tenían un apellido diferente. Martín era mi papá, pero era mi papá del corazón, mi papá biológico era otro. Tenía una identidad dual, que me impedía pertenecer a un lugar. Flotaba. La nueva partida dice "Padre: Martín Lobo". Ahora, cuando vuelva a Buenos, tengo que cambiar todos los documentos y las tarjetas. [Se ríe].
–¿Con quién fuiste a buscar la partida?
–Con Ariel. El cambio de apellido, la operación, todo fue muy intenso y él me acompañó como nadie me acompañó nunca. Es increíble tener a alguien que te apoya y te cuida.
–¿Salieron a festejar tu nueva identidad?
–¡Claro que sí! Fuimos a almorzar a Gardiner y brindamos por mí. No pensé que la adopción me iba a afectar así. Estoy más sensible y vulnerable que nunca.
Martín era mi papá, pero era mi papá del corazón, mi padre biológico era otro. Yo tenía una identidad dual, que me impedía pertenecer a un lugar
VOS, LOS TUYOS Y YO
Estas son las primeras vacaciones de Natalia sin su hijo, Inti. A Uruguay, llegó acompañada por su novio y sus dos hijos. "Inti pasó fin de año con Luli, su novia, y su familia. Ahora está en el sur, con su papá y sus amigos. Están en Meliquina. A él no le gusta Punta del Este", cuenta Natalia.
–¿Cómo se lleva Inti con los hijos de Ariel?
–Bien, pero vivimos cada uno en su casa. No armamos familia ensamblada. Es difícil con chicos grandes. ¿Cómo metés a un adolescente en una familia nueva? Yo no lo fuerzo ni loca.
–¿Lo extrañás?
–Por supuesto, pero me gusta que él haga su historia. Este fue el primer fin de año que pasé sin él y tuve un momento de tristeza, pero después pensé que yo a la misma edad que él también me fui.
–¿Cómo te llevás con su novia?
–Estoy chocha con Luli, es divina. Es fuerte que tu hijo varón quiera a otra mujer que no seas vos, pero ella me encanta. Es estudiosa, simple, relajada. Inti hizo una muy buena elección.
Nunca me casé y con Ariel es la primera vez que lo pienso. Fue a las pocas semanas de empezar a salir. Me imaginé de blanco, la fiesta, todo
¿SUENAN CAMPANAS DE BODA?
"Con Ariel nos conocimos en un momento difícil de mi vida. Separarte y que una familia se rompa es triste. Hay gente que tiene la suerte de hacer todo el trayecto con la misma persona, yo no la tuve. Lo conocí a Ariel –él también se había separado hacía un año– y la verdad es que estamos muy bien", cuenta Natalia sobre su relación con el licenciado en Comercio Exterior, a quien conoció a través de una amiga. "Que hoy cada uno viva en su casa no significa que en algún momento no vayamos a vivir juntos…", reflexiona en voz alta.
–¿Cómo es Ariel?
–Es muy protector, me cuida, es caballero. Le divierte venir a los eventos conmigo. El padre de Inti es muy solitario y no me acompañaba a nada. Una vez, Oscar Martínez me preguntó: "¿Existe?". [Se ríe].
–¿Cambiaste desde que están juntos?
–Sí. Estoy aprendiendo a ser más amorosa, que para mí es todo un aprendizaje. Él es familiero y ahora yo me encuentro cocinando la torta para el té de las 5 de la tarde.
–¿Te gustaría casarte?
–Nunca me casé y con él es la primera vez que lo pienso. Fue a las pocas semanas de empezar a salir. Me imaginé de blanco, la fiesta, todo. Y dije: "¡¿Qué?!".
–Sería lindo un casamiento a los 50…
–Sí, pero casarnos de verdad, en el registro civil. No como hicimos con Alan, en el verano del 95, que la ceremonia fue genial y divertida, pero no firmamos ningún papel.
Producción: Pilar Resta. Agradecimientos: Magma, S-Mode y Laguna Escondida
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