5 de marzo. Nicolás Artusi está terminando su cumpleaños y hay algo que le vuela como una mosca molesta. Quienes lo conocen pueden llegar a imaginárselo. Porque atrás de tanta hiperactividad –dos programas en la Metro, la corresponsalía cultural de La Nación Revista y una columna en Brando, libros y proyectos varios–, millas y anécdotas como haber sobrevivido a un huracán, hay un hipocondríaco y alarmista. Así se define y así se recuerda cuando hace dos días salió la noticia: confirmado, Argentina tenía su primer caso de covid-19.
"Sin atribuirme ninguna capacidad de clarividencia, ya cuando en diciembre empezaron a circular los reportes de una neumonía rara imaginé que iba a llegar. Eso sí, no pensé lo que terminó siendo porque no tengo tanta imaginación. Con los chicos de la radio veíamos que las medidas de aislamiento se iban a tomar de una manera más agresiva y decidimos trabajar desde nuestras casas. Como periodista, por suerte, no tengo que ir a la redacción y puedo seguir jugando a la oficina. Mi día antes era así: me levantaba, me cambiaba y me iba a trabajar… a mi escritorio".
¿Y qué sí cambió?
Extraño salir a correr porque, no nos mintamos, no es lo mismo hacer lagartijas en el living de tu casa. Me acuerdo que tuve un momento de flaqueza un sábado, cuando vi el móvil de un canal de noticias que estaba transmitiendo desde el Rosedal. Era una tarde hermosa y estaba completamente vacío. Eso me afectó, pero no llegué a llorar. Después están los vecinos, vecinos con los que hasta ayer no nos conocíamos y ahora competimos todas las noches para ver quién es el más dotado en virtudes.
¿…?
Claro, mi departamento tiene un balcón que da a un pulmón de manzana, y alrededor de las 9 de la noche, junto con los aplausazos, se generó una suerte de Talento argentino. Ya hay personajes identificados, como "el loco de la vuvuzela" –se ve que la guardó desde el Mundial de Sudáfrica–, el pelado, la "nena de la maraca", la "loca de la pandereta", los cuatro pibes que decidieron pasar la cuarentena en un quincho del último piso con cerveza y pizzas y ya se les acabaron los cantitos de fútbol para compartir, los que volvieron a decorar el balcón con las luces de Navidad y armaron un espontáneo Prende y apaga todos los días… Se generó como una nueva clase de comunidad.
Y es difícil saber qué pasará con eso.
Creo que lo que se defina por normalidad todavía está por verse. Pero seguro vamos a encontrar nuevas formas de normalidad sin darnos cuenta.
¿Qué es lo que más pesa?
La política de la profilaxis. Todo lo que tenemos que hacer ahora para entrar, salir, para lavar los artículos que uno compra… Extraño la espontaneidad con la que uno se tocaba la cara o guardaba una manteca en la heladera.
Suena el teléfono de Melina Furman. Es domingo, de noche, y el presidente Alberto Fernández acaba de confirmar que el lunes no arrancarán las clases. Aún la cuarentena es una posibilidad. En el país hay 65 casos confirmados de coronavirus. Mientras tanto, las familias de unos 12 millones de chicos se están haciendo la misma pregunta: qué hacer con ellos en casa. Melina suspira. Sabe que le espera una semana intensa.
"Me acuerdo que caí tipo Mary Poppins en el estudio de TN, con todo lo que encontré que habíamos hecho con mis hijos de actividades, experimentos, un cronograma, libros… Esa semana fue una locura. Aunque trataba de quedarme lo más posible, explotó el tema de cómo educar en casa. Recién empecé a respirar unos días ya entrada la cuarentena oficial". Con un doctorado de Educación en la Universidad de Columbia, Melina Furman es investigadora del Conicet y profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, y asesora en diversos programas de enseñanza en toda la región, con varios libros y todo tipo de recursos para repensar cómo enseñar. Pero además Melina es madre. Madre de mellizos. "Me acuerdo que tuvimos con los chicos una primera charla. Nos sentamos todos y pensamos cómo nos íbamos a organizar con las cosas de la casa. Y armamos una rutina, que obviamente fue cambiando, pero nos permitió mantener cierta cordura".
¿Es importante la organización?
De hecho, estuve recogiendo un montón de muestras de horarios y rutinas de otras familias, estuvo muy buena la imaginación que surgió en ese momento. Al principio fue caótico. Después traté de reservarme las mañanas para estar con ellos y tener un rato de escuela. Y, bueno, hay mucha más pantalla que antes. Lo que intento es que lo que hagan con pantalla esté bueno, como scratch o programas de programación, y otras cosas que fuimos descubriendo.
¿Por ejemplo?
Pensar cómo hacer para que ellos siguieran viendo a sus abuelos. Entonces recurrimos a lo que hacíamos siempre que era jugar a la generala, en este caso a distancia. Por otro lado, un tío les regala los libros de Astérix, y algo lindo que empezó a pasar –se le ocurrió a él– fue que comenzó a mandarles viñetas de esas historietas. Y entonces un día les manda él y otro día le mandan ellos. A mí también estar al lado, viéndolos hacer, me permitió comprender muchas cosas en relación con lo que para mí constituye una gran deuda de la escuela que es enseñarles a poder aprender: cómo me pongo en foco en algo, cómo me organizo en el espacio… todo ese alrededor que es clave. Es en ese sentido que creo que la rutina es vital, pero una rutina flexible, sobre todo con los hijos adolescentes. Ahí las familias la están pasando mal, porque hay una lógica de la escuela secundaria donde cada profe va mandando lo suyo y son muchas materias, entonces están haciendo malabares para ver qué hacen con eso.
La pregunta es qué sucederá después. ¿Se viene un cuestionamiento sobre las formas tradicionales de educación?
En un sentido soy optimista, los docentes se están aggiornando con muchos recursos que ya había como canales, plataformas, o herramientas como padlet o recursos que incluso estaban disponibles en el sistema público, como Paka Paka y Educ.ar. Creo que algo de ese vínculo con la tecnología, que se planteó muy a la fuerza, va a quedar. Lo que es preocupante es la diferencia que también esto traza, porque estamos hablando de chicos con computadoras, con un lugar para estudiar, con mamás y papás que los pueden ayudar un rato, pero muchos no lo tienen y hoy la escuela a ellos no les está llegando.
Dos, tres, cuatro… Macarena Sánchez mira el trapo deslizarse sobre el piso… Cinco, seis… La consigna fue clara. Entrenar en un monoambiente no hubiera parecido una tarea sencilla, pero el director técnico de San Lorenzo se las rebuscó para aprovechar lo que cada jugadora tiene a su mano, y ejercitar los aductores solo demandó una cosa: un trapo. Pero seco. De esa forma, se garantiza que patine bien sobre la cerámica.
Estar acostados mirando Netflix es un tipo de cuarentena posible. Pero hay otra.
"Lo tomé con calma. Pero esto no es algo para subestimar ni para especular", comenta la delantera que se animó a hacerle frente nada más y nada menos que a una corporación como la del fútbol, consiguiendo después de 88 años la profesionalización en nuestro país del fútbol femenino. Hoy, además, está al frente del Instituto Nacional de la Juventud (Injuve). "Estar acostados mirando Netflix es un tipo de cuarentena posible. Pero hay otra".
¿Cuál?
La del que o la que se ganan el mango todos los días y lo que menos les interesa es internet. Para ellos y ellas es difícil cumplir con el aislamiento. Por suerte, esta pandemia nos encuentra con un Estado pensando en esas personas. En esta tarea son claves las organizaciones sociales.
En este sentido, ¿cuáles creés que son las consecuencias más inmediatas de este proceso?
Repensarnos como sujetos sociales y políticos, desde la empatía y la solidaridad. Que la sociedad acompañe en su totalidad, pensando en el bien colectivo y no en el individual. Dejar de querer salvarnos a nosotros mismos y pensar que podemos ayudar a los demás.
21 de agosto de 1982. Una nueva enfermedad está haciendo estragos sobre el sistema inmunológico. Le dicen aids, aunque mucho más no se sabe. Un artículo de El País agrega que podría estar provocada por un virus y que solo parece atacar a un grupo que identifica como "las 4 H": hemofílicos, heroinómanos, homosexuales y refugiados haitianos". Casi 40 años después, el covid-19 contagia sin discriminación de raza, clase o género, pero ya ha comenzado también a levantar sus fronteras, aún porosas y confusas, desde vecinos que dejan amenazas en ascensores hasta un gobernador anunciando que se les exigirá un diagnóstico previo a los que quieran ingresar a su provincia.
Germán Sitznació en Rivera, un pueblito de la provincia de Buenos Aires pegado a La Pampa, fundado por tres familias judías como parte de la campaña de la Jewish Colonization Association a comienzos del siglo XX. La foto fue poco divulgada. Según cuenta Germán, hace unas semanas la pequeña localidad apareció atrincherada. "Se hicieron barricadas con tablones y otros elementos para dejar solo un acceso libre a cada lado del pueblo, así los policías pueden controlar mejor para que no se salga ni se entre", relata este joven cocinero al frente junto con Pedro Peña de varios éxitos palermitanos como La Carnicería, Chori, Juan Pedro Caballero y el más reciente Niño Gordo, un restó que logró convertir en hit una fórmula que podría sonar a oxímoron: Niño Gordo es una parrilla asiática.
¿Cómo les cayó la cuarentena? La gastronomía es uno de los rubros más golpeados…
Al comienzo fueron horas de mucha incertidumbre, de no entender muy bien qué estaba pasando. Creo que en el momento que tuvimos que cerrar el restaurante y mandar a todos a casa, ahí cayó la ficha. Pero hay que estar receptivo y ser flexible…
¿Cómo?
Nosotros estamos comenzando con delivery y un mercado. Mientras tanto, seguimos buscando alternativas para incorporar al negocio. Creo que el futuro es muy incierto. Hay que ver cuánto cambian los hábitos de la gente e irse adaptando a la situación. Seguramente la gastronomía tradicional, como a la que estábamos acostumbrados, va a volver, pero falta un tiempo para eso. Creo que hay que ser flexible y trabajar con lo que el mercado gastronómico nos propone en este momento. Cuando salgamos de esto se debería estimular la inversión con algún tipo de incentivo, para que la gente vea una oportunidad en un momento que va a ser de mucha recesión.
Si hay alguien a quien cuesta imaginar quieto es a Santiago Vázquez. Y es que aunque el Complejo Art Media, ese enorme galpón en Chacarita que durante los jueves se convirtió en escenario de su última creación –PAN– permanezca cerrado, Vázquez no para. Es sábado. Pasaron 15 días de la cuarentena y Vázquez ya está metido en la producción de tres discos y una nueva escuela online de ritmo con señas. "Cuando empecé a escuchar sobre la pandemia enseguida me acordé de la Gripe A. Yo en ese entonces era director de La Bomba de Tiempo, y hubo que suspender los shows durante un mes, así que me la vi venir. Fue un primer momento donde nos dijimos «Bueno, agarrémonos que la parte económica va a estar complicada»".
Sabemos que no vamos a poder hacer shows por muchos meses, y eso es algo muy fuerte. Es la parte de nuestro trabajo que necesitamos emocionalmente.
Y la música, sin duda, va a ser uno de los sectores más golpeados…
Es un tema muy complejo. Sabemos que no vamos a poder hacer shows por muchos meses, y eso es algo muy fuerte. Porque una gran parte de nuestro trabajo es en solitario, y esa parte es la que menos sufre. Incluso diría que hasta se beneficia. Ahora, por ejemplo, estoy teniendo tiempo para hacer mezclas del disco de La Grande. Pero está la otra parte, la del show, que necesitamos emocionalmente, pero que además es una de las pocas partes que hoy en día se reconocen como un trabajo, porque hacer discos prácticamente se volvió una actividad casi promocional desde el punto de vista comercial.
¿Y hacia dónde está yendo tanta hiperactividad?
Estoy atareado con otras cosas, y diría que hasta me gusta. Sé que soy un privilegiado, porque puedo y me encanta estar con mi familia y poder pasar más tiempo con mis hijos. El homeschooling también es un tema, pensar y elegir el momento, con qué distracciones se puede convivir y con cuáles no, en qué lugar conviene, si poner un horario fijo… Entonces, en mi caso, la rutina está un poco sobre compactada con eso y otras cosas. Paso muchas horas terminando de armar una escuela online de ritmo con señas. En estos días pude acelerar ese proyecto, que seguramente esté al aire en un mes. Además, tuvimos que aprender a usar las herramientas digitales que nos posibilitaron seguir con las clases del Centro de Estudios de Ritmo y Percusión con Señas (Cerps) e infinitas reuniones con los equipos de producción vía teleconferencia, modalidad que posiblemente sigamos haciendo. Y aprovecho las trasnoches para hacer mezclas, videos de mis temas nuevos, trabajar en un disco mío, que es un proyecto muy grande y seguro me llevará muchos años…
¿Imaginan la vuelta de PAN?
A nosotros nos pasó particularmente que tuvimos la pérdida de un integrante del grupo, nuestro amigo Cheikh Gueye. Fue una partida muy súbita e inesperada, y no pudimos vernos, hacer el duelo. No pudimos darnos un abrazo… Creo que la vuelta sin él va a ser rara. Pero también en los mensajes que tenemos con el grupo pasa que todo el tiempo pensamos en ese momento cuando volvamos a tocar. Por lo pronto, es el momento ideal para hacer un disco, así que venimos charlando la posibilidad de arrancar con la producción. Creo que lo que pueda cambiar más profundamente después de esta experiencia es el haberla tenido, de contar con esa muestra de que lo que era puede ser totalmente distinto.
"Uno o más casos del coronavirus no deben ser considerados como una epidemia". Es el 11 de marzo y el ministro de Salud de Turquía confirma con engañosa soberbia que su país ha dejado de pertenecer a los pocos que quedaban como territorio libre de la enfermedad. Por su parte, Italia acaba de declarar la cuarentena bajo la promesa de que serán tan solo unos pocos días. Para ese entonces allí se registran 827 fallecidos. En solo una semana la cifra superará las 400 muertes por día. Dos semanas después Turquía pasa a ocupar el puesto 10 de países con mayor cantidad de infectados.
Narda Lepes piensa en su último viaje a la tierra de los kebabs. Fue en febrero. "Cualquiera que me conoce un poco sabe que tengo barbijos en mi casa hace años y que cuando viajo en avión desinfecto todo, soy medio así. Entonces todo esto es como poner un nivel más arriba de lo que naturalmente hago. Bueno, tal vez dos niveles". La voz de Narda suena como una enorme sonrisa, aunque inmediatamente se vuelve pensativa. "Me peleé con mi papá mil veces, gritándole que no salga, que no vaya a ningún lado. Creo a veces que la respuesta al miedo es buena. A veces la tenemos como tapada, pero a veces te hace reaccionar".
¿Y cómo viene siendo el día a día?
Y el día a día lo tomás día a día. Hoy es un buen día, por ejemplo (es miércoles). Ayer no. Hay días que te levantás, hacés cosas, tenés planes, y otros no… Me tenso mucho cuando tengo que salir a la calle, por ejemplo, a la carnicería o a la verdulería, o si me quedo sin lavandina. Igualmente ya estoy más profesional saliendo, siento que salgo con 100% de efectividad, sin tocar nada.
¿Algún recurso frente al encierro?
Hago rompecabezas, me ayuda un montón. Twitter e Instagram también me ayudan. Debería estirar un poco, hacer algo de yoga, entrenamiento, algo porque estoy acá todo el día…
Imagino que también está la cocina…
Pero a veces comemos sopa congelada o una ensalada de lechuga, con una lechuga medio oxidada, pero la comemos igual. Y más vale que nadie se queje (se vuelve a sonreír)… Y sí, cocino todo el día. Ponele, hoy hice arroz salteado, que me lleva bastante tiempo. Y aprovecho, corto la verdura chiquitita, chiquitiiiita…
¿Situaciones irrisorias?
La experiencia del supermercado no estuvo nada buena. Veías gente que conectaba con lo que estaba pasando y mantenía la distancia social, y había gente sin tener noción. Una señora se me acercaba para hablarme, y cuando llega a la caja toma el alcohol en gel que tenía la cajera y se lo pone como crema en la cara. Con las mismas manos con las que había agarrado todo. Mi cerebro estaba a punto de explotar… Y algo irrisorio, quedarme en bombacha y corpiño en el hall del edificio, porque cuando vuelvo pongo toda la ropa en una bolsa. Y sí, estar en bombacha en mi edificio es de lo más extraño que me pasó.
Cuesta pensar en cómo será la vuelta a la normalidad, en un futuro no tan inmediato.
No sé, el vacío de referencias es enorme. Ojalá seamos de los países que reaccionaron bien y sigamos como venimos hasta ahora. Pero no creo que se vuelva a la normalidad. Creo que no tenemos noción de la escala de todo esto. Podemos buscarle el costado filosófico, sí, pero…
¿Pero?
Pero hoy lo que estamos haciendo es tan solo lograr que se muera menos gente, para que haya menos gente triste.
20 de marzo. La cuarentena está recién estrenada, Fito Páez decide tocar por streaming tras la suspensión de sus conciertos. Enseguida lo seguirán Miss Bolivia, Fabi Cantilo, Soledad Pastorutti, Pedro Aznar y un sinfín de artistas. También lo hará Paula Maffia.
"Es increíble la cantidad de producción que hay que generar". La voz huracanada de Paula al otro lado del whatsapp suena con una suavidad adormecida. Cuesta asimilar ese acento taciturno con su actitud punk de labios rojos. Entonces confiesa: "Hice muchos vivos desde casa, así muy compulsivamente, tal vez por el hecho de que tenía unas 16 fechas y yo ya estaba mentalizada, lo había bajado al cuerpo para poder rendir. Como que yo estaba yendo a la guerra con el rifle en mano y, de pronto, me dicen que hay que ir a los cuarteles. Estaba entonces con una energía beligerante, para seguir con la metáfora. Me tuve que atrincherar en casa, con muchas ganas de hacer, de viajar, y en poco tiempo atemperarme. Fue triste y difícil. Muchas cosas muy maravillosas que estaban aconteciendo este año –giras, la salida inminente de un libro– las tuve que detener de lleno y quedó toda esa energía cercenada de golpe... Entonces me volqué a los vivos para sentirme acompañada y lograr un poco esa retribución que quería tener con mi público. Pero no tiene nada que ver con un show en vivo".
¿Por qué?
Y… un show en vivo es superlativo por donde lo mires. La química de verlo ahí es espectacular, hay algo de terminar una canción y ser celebrado con un aplauso que te ayuda a ver cómo está yendo tu obra. Y, a pesar de que en un live puedan poner comentarios, hay una diferencia de tiempo-espacio enorme, hace que se pierda todo tipo de correlato. Y, además, hay muchísimas personas que son parte y forman ese bioma que llamamos cultura independiente, o cultura autogestiva también. Entonces ese vivo en casa, entre otras cosas, significa que ese dinero no se está redistribuyendo en todos esos espacios.
Mencionabas el tema del cuerpo… Imagino que para todo artista, el encierro juega ahí algo importante.
Los primeros días fueron fatales. Me sentía encarcelada. Como volví de Aeroparque me pareció prudente empezar la cuarentena el 15 de marzo… Me costó muchísimo entender que esto no iba a tener un provecho del orden de lo cotidiano o de lo conocido.
Ahí, muchos nos reinventamos con recursos o actividades que jamás hicimos hasta ahora.
Bueno, yo me metí en un trabajo de archivo muy grande, con fotos familiares de 36 años, desde que nací. Y el 24 de marzo bajé a mi estudio con la intuición abierta, y cuando vi el cajón me sumergí durante cuatro días en una tarea muy hipnótica que fue poner ese bollo de imágenes, ese tiempo circular, en un orden lineal. Y pude ver cómo fui creciendo, adoptando gestos, cómo mis viejos se fueron cansando, cómo nos unimos, cómo nos separamos. Le quité fantasía al recuerdo y le inyecté un poco más de evidencia. Y ahí me di cuenta…
¿De qué?
De que cualquier provecho que le quisiera sacar a esta situación para la vida como la conocía antes tiene que pasar por reducirla a algo insólito que no va a volver a suceder.
¿Cómo?
Es algo así como mirarla con ojos de niño.
Siguen los días de encierro y la nueva vida parece resumirse en un paquete de datos: de acuerdo con un informe sobre tráfico difundido por Telecom a fines de marzo, el uso de WhatsApp en relación con febrero se incrementó un 144%, Netflix un 73% y YouTube un 21%. Entre las nuevas estrellas aparecieron las plataformas de videoconferencias como Zoom que, siguiendo con el documento, creció un 1840%. En esta misma dirección, los juegos online también aparecen en el podio de los ganadores. Sin ir más lejos, la plataforma Steam registró un pico de más de 20 millones de usuarios conectados, con un récord de 6,4 millones de jugadores activos y el Counter-Strike, aquel juego estrenado allá por 1999, logró su máximo histórico con más de un millón de gamers simultáneos.
El uso de WhatsApp en relación con febrero se incrementó un 144%, Netflix un 73% y YouTube un 21%. Aparecieron las plataformas de videoconferencias como Zoom que creció un 1840%.
Tomás Chernoff y Nicolás Brandoni miran los números y no lo pueden creer. Cuando hace tan solo unos meses fundaron Peek Studios, la primera señal dedicada a las competencias de videojuegos, lo entendían como un horizonte prometedor, pero no imaginaban estas cifras. "En diciembre, el promedio de audiencia era de 1 millón 200.000 personas. Hoy el promedio es de 2 millones 100.000. Hace tres meses, el promedio de streamers activos era de 3 millones 300.000 a nivel global. En marzo, 5 millones 100.000. Esto significa que hay muchísima más oferta, y muchísima más demanda", desliza Nicolás mientras resalta otro dato curioso: los juegos también se pueden volver en un buen indicador de los cambios de hábito y horarios de las personas. "El usuario habitual consumía entre la franja de las 2 de la tarde a las 2 de la mañana, y ahora se movió todo. Las franjas más fuertes arrancan a las 6 de la tarde u 8 de la noche, y se extienden hasta las 7 de la mañana".
¿Creen que esto puede significar un cambio a largo plazo en los hábitos de la gente?
Tomás: La verdad que este tipo de hecho sanitario es lamentable pero, por otro lado, fomentó mucho industrias como la nuestra. Si nosotros pensamos en la trasformación digital de los deportes, podemos estar hablando de una sensorización, que nos permite estudiar cuánto tiempo está parado un jugador de fútbol en la cancha o qué velocidad corre y, de esa forma, mejorar la estrategia del partido. Esa es una parte. Nosotros lo encaramos desde otro punto de vista… Y, de alguna forma, la industria del videojuego fomenta mucho que la gente se quede en su casa. Los chicos se conectan y pueden sociabilizar a través de plataformas como Discord –donde podés hablar por micrófono o chat– y hasta podés rollear.
¿Por ejemplo?
Tomás: Claro, cuando hacés de cuenta que estás en la vida real, pero en un videojuego. Por ejemplo, pasó que entran varios al juego online y están con sus avatares, y hacen de cuenta como que van al súper y se dicen "Che, dos metros de distancia". Y juegan a eso, pero dentro del videojuego.
Martes 7 de abril. 18 días de cuarentena. Argentina ya tiene 53 personas fallecidas por el covid-19. Según datos oficiales, hay 1628 infectados. Los economistas no se ponen de acuerdo. Algunos hablan de una pérdida diaria de unos $34.000 millones. Otros, de $80.000 millones. Nadie habla del dólar. Se habla menos de Italia. Estados Unidos vive el peor día desde que comenzó la pandemia, con 1909 personas fallecidas en solo 24 horas.
"De chiquito me acuerdo que leía un cuento de Ray Bradbury donde había una familia que en su casa tenía en cada una de las habitaciones un continente distinto. Y lo que más me acuerdo es que había pantallas, y yo no lo podía creer… Todo esto es muy ficticio", recuerdaJoaquín Furriel desde su casa, donde ahora está con su hija. En su caso, el encierro no es una experiencia nueva. El actor la transitó hace cinco años cuando después de haberse lastimado la columna sufrió un accidente cerebrovascular. "Es diferente, pero en algún punto está linkeado con ese momento. Ya sé lo que es estar confinado, ya me vi forzado al silencio y a la quietud. Aunque ahora el que se detuvo es el mundo, ¿no? Es interesante ver cómo las convenciones y todo aquello a lo que estábamos acostumbrados de pronto desaparecieron".
¿Qué es lo que más pesa?
Lo que más extraño es el teatro. Estábamos haciendo Hamlet, y la actuación justamente se trata de eso, de acción y, de pronto, tenés que estar totalmente detenido. Pero a su vez, esa detención –si la ves desde otro lugar– a mí me dio la posibilidad de frenar un poco, algo que no suelo hacer mucho. En esta cuarentena pude pensarme de otra manera.
¿Pensás en un futuro inmediato?
Y, al viajar y estar tanto afuera, no suelo estar ocupándome tanto tiempo de cosas de mi hogar. Así que cuando salga, esto va a estar perfectamente organizado (se ríe)… Estábamos filmando Reino para Netflix y se detuvo. Tengo entendido que ni bien lo permita el Gobierno volveremos a las grabaciones. Igualmente, sigo leyendo los guiones, vuelvo a tomar las escenas para que no se me alejen tanto. Lo mismo con la obra. No sabemos qué va a pasar, pero no puedo permitirme dejar el texto tan lejos.
¿Estamos solo ante un paréntesis?
Y espero que muchos de los pensamientos que se nos cruzaron durante el encierro queden, que entendamos que quizás parte de la pandemia es nuestro comportamiento, que hay quienes la están pasando mal, y volvamos con otro grado de conciencia. No sé. Somos animales de costumbres, y tal vez hoy estemos impactados por esto que nos pasa, pero en un par de meses ya nos olvidamos y de vuelta estamos todos corriendo detrás de la zanahoria. Espero que no sea así, que sea distinto.
¿Cómo?
Y que no quede tan lejos esta experiencia para que nos despierte aunque sea un poco.