Sabíamos que esto en algún momento iba a pasar. Ella siempre fue excepcional y muy hábil para los deportes. Nunca me voy a olvidar de un verano en la costa: Nadia tenía 4 años, y devolvía todas las pelotas jugando a la paleta en la playa. La gente se reunía alrededor para mirarla", recuerda con orgullo Marcelo Podoroska –relojero de oficio– desde su farmacia en Rosario, donde atiende junto a su mujer, la farmacéutica Irene Ceconi. A diez mil kilómetros de distancia, de vuelta en la ciudad española de Alicante, donde reside, se encuentra su hija menor con "muchas emociones para procesar" tras su inolvidable participación en Roland Garros. Allí hizo historia al convertirse en la primera tenista que llega a una semifinal del torneo parisino desde la qualy, escalando 83 posiciones en el ranking de la WTA (Women Tennis Association), para posicionarse en el puesto número 48 y consolidarse como la mejor tenista de Sudamérica.
SUPERPODOROSKA
Apodada la "Rusa" –aunque es de descendencia ucraniana–, Nadia (23) dio sus primeros pasos en el tenis a los 5 años. Por entonces las escuelas la rebotaban por su corta edad, hasta que dio con la del Club Fisherton. "Iba a la escuelita los sábados, pero pasaba horas a diario jugando frontón en una de las paredes de casa. Era lo primero que hacía cuando volvía del colegio", recuerda en charla vía WhatsApp desde su hogar español. A los 12 tomó la decisión de ir a un colegio de jornada simple, ya que estudiar en una escuela de doble escolaridad como sus hermanos mayores (Iván, de 27, y Priscila, de 25) no era compatible con los entrenamientos. "Dos años más tarde comencé la escuela a distancia y decidí abocarme al tenis por completo", cuenta la rosarina, que a los 14 años y nueve meses consiguió ingresar en el ranking profesional como la segunda argentina más joven en lograrlo después de Gabriela Sabatini (a los 14 años y cinco meses). "Tanto Gaby como Guillermo Vilas son grandes referentes y los admiro profundamente. Con Gaby tuve un poco más de contacto, pero sé que Guillermo también está pendiente y me ha escrito por las redes sociales", revela.
UNA VIDA DE SACRIFICIOS
"Para llegar a ser profesional le tenés que dedicar tu vida al tenis. Es un compromiso de tiempo completo: hay que descansar bien, comer bien, entrenar entre siete y ocho horas por día. Y una queda cansada como para hacer otras actividades. Pero lo hago con gusto", asegura la santafesina, que también tuvo que sortear dificultades económicas. "Siempre tuve en claro que con lo que mis padres ganaban en la farmacia no se podía sustentar una carrera de tenis. Hubo momentos en los que no tenía dinero para jugar o viajar, pero me considero una afortunada porque en los tiempos difíciles siempre recibí ayuda de mis entrenadores y amigos". Aunque lo "difícil" también fueron las distancias, estar "lejos de la familia y las comodidades de tu casa", reconoce Nadia que, a los 21 años, se fue a vivir a España. "Me costó mucho adaptarme, pero el hecho de vivir en Alicante facilita mucho mi vida como tenista. Es una ciudad chiquita y todo queda cerca. Puedo cumplir con mis entrenamientos y después ir a la playa a despejarme un poco, o a la piscina del departamento a tomar unos mates y pensar en otra cosa", asegura la tenista del momento, que recientemente incorporó a su equipo al entrenador mental experto en filosofía zen Pedro Merani. "Me permite despegarme del contexto, salir de la queja y transformar los pensamientos negativos en positivos", aclara. ¿La meta? Es clara, y sigue siendo la misma de la infancia: "Sueño con ser número uno del mundo".
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