Nació en Inglaterra y recorre Buenos Aires mostrando su arquitectura más curiosa
Buenos Aires tiene un entramado urbanístico que muchas veces los mismos porteños no llegan a ver. Vanessa Bell se encarga de resaltar esas aptitudes de la ciudad mediante su proyecto Creme de la Creme, en donde mezcla tours urbanos, fotografía e historia. Vanessa nació en Inglaterra, pero su madre es Argentina, lo que hizo que desde pequeña mantuviera un fuerte interés por Buenos Aires. Su último viaje en familia al país fue a los diecisiete años, en 1997: "Ahí flashée con salir de noche, ir a recitales. En 2002 comencé a pagarme mis propios viajes, me alquilé un departamento por seis meses. Trataba de venir todos los años, a veces un mes o dos. En 2009 vine a hacer un curso de inglés para poder dar clases, estuve nueve meses e hice los papeles. Me asenté en febrero de 2010".
Su primer hogar fue en una habitación de su profesora de inglés, en la vieja Hilandera convertida en viviendas sobre la calle Salta, en el barrio de Monserrat, y desde ese primer instante Vanessa comenzó a ver Buenos Aires con otros ojos, ni de turista ni de local, desde un punto intermedio que le permitió encontrar belleza en las fisuras, en la decadencia, similar a la que vivenció en Oxford en su post adolescencia. "Trabajaba por Nazca y Terrada e iba caminando todos los días dos horas desde Monserrat a Flores. Iba variando el camino, así conocí todo lo que era el trecho de Montserrat, Once, Rivadavia y sus alternativas", explica.
Los recorridos de Vanessa no se redujeron al simple flaneurismo, cargaban con la voluntad de querer saberlo todo, de incorporar información y relacionarla, mapear la ciudad y evidenciar una Buenos Aires oculta, tornar al propio porteño en un turista. Vanessa tiene en claro que su deseo es "hacer algo que una Argentina e Inglaterra, mis dos nacionalidades".
Creme de la Creme, su emprendimiento, comenzó en redes sociales, Vanessa ejerce el periodismo y a su vez compartía las fotografías de la arquitectura local. Su link con Gran Bretaña hizo que muchos posteos en @cremetoursba fuesen retwitteados por eminencias de allá, desde arquitectos y diseñadores hasta académicos, lo que la terminó posicionando como una verdadera voz del urbanismo y moda de Buenos Aires. Sin embargo, siempre tuvo en claro que no quería ser influencer, usa las redes con un fin: la ayudaron a vivir de lo que quiere pero de forma indirecta, ella usa las redes sociales y no las redes a ella. "Hace tres años hice una nota para The Independent por los treinta años de la inundación de Villa Epecuén, algunas fotos las subí a mi cuenta @cremedelacremeba. Me contactó Instagram España para hacer un posteo sobre mi experiencia en Epecuén. Luego lo subió Instagram Estados Unidos", esto se replicó a diversos medios como The New York Times.
Recorridos personalizados
Los tours que organiza con Creme de la Creme recorren diversos barrios y espacios de la ciudad, y son ideados a medida: hay que rellenar tres cuestionarios, uno sobre arte, otro de arquitectura y otro sobre moda; a partir de eso Vanessa planifica un paseo diferente para cada cliente según sus intereses, lo que la obliga a actualizarse y a seguir descubriendo. "Si a alguien le gusta la sastrería puedo llevarlo a Aux Charpentiere, que es en Montserrat, donde compra la gente del campo; o también a Casimires, que era el sastre que hacía los trajes de todos los presidentes. Si a alguien le interesan las biromes antiguas, sé dónde ir para que consiga Bic de los años veinte".
Uno de los modos más personales de ver la ciudad a través de los ojos de Vanessa es mediante los lobbies de los edificios, donde descubrió a grandes artistas, como Rodolfo Bardi, que tuvo su propia muestra individual en la galería Rubbers durante los sesenta. Intervino entre doscientos cincuenta y trescientos lobbies y palieres en la ciudad. También reconoció en diversas galerías de compras de la ciudad obras de Raúl Soldi o de Juan Castanino. Esto la llevó a asombrarse de la idiosincrasia porteña, porque se trata de una ciudad plagada de arte que no vemos, pero para legitimarlo se lo va a buscar a los grandes museos.
Vanessa se interesaba inicialmente en los estilos clásicos como el modernismo y posmodernismo, inicialmente con una fascinación por el brutalismo, para terminar rescatando obras que se ven a diario pero que sus historias se ignoran casi por completo:
"Empecé a ver a los precursores, fui hacia atrás y encontré a dos discípulos de Le Corbusier que en Belgrano construyeron la casa en la parte trasera. Adelante jardín, porque había tres eucaliptus que no querían cortar, árboles que ni siquiera son nativos de la Argentina. Los incorporaron al edificio y al tiempo tuvieron que talarlos porque comprometió la infraestructura. O el Palacio de Aguas Argentinas de 1887 también tiene una gran historia, trajeron 300 mil piezas enlozadas de la mejor fábrica de cerámicas de Inglaterra, es un delirio".
Vanessa carga con un conocimiento enciclopédico, que fue armando desde la curiosidad del mero recorrer la ciudad. Creme de la Creme es un proyecto modular, porque además de los tours urbanos y arquitectónicos se va a desencadenar en tres posibles libros: uno sobre lobbies de edificios, otro de porteros eléctricos y uno de iglesias modernistas.
De todas formas no es si idea reducir su proyecto a la mera contemplación, sino también utilizar su entusiasmo para crear cambios concretos que nota en el país, como la falta de políticas por cuidar la propia historia arquitectónica, por ejemplo con el deteriorado y abandonado Parador Ariston de Mar del Plata, diseñado por el húngaro Marcel Breuer, miembro de la Bauhaus, durante fines de los años cuarenta. De este modo pretende no solo plantear diversas visiones de la ciudad mediante tours atípicos, sino también proponer políticas para la preservación del patrimonio arquitectónico local.
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