Dasha Zakharova, radicada en el país desde que tenía 15 años, es de las pocas mujeres que hace vuelos en wingsuit; además, lanzó su propia marca de sombreros artesanales
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Mujer y emprendedora, sin dudas el nombre de Dasha Zakharova se destaca por partida doble. Como paracaidista profesional, fue pionera en la Argentina en realizar saltos en wingsuit (traje aéreo o con alas), y hoy integra un selecto grupo de no más de 20 paracaidistas que activamente vuelan wingsuits, de los cuales apenas cinco son mujeres.
Para aquellos que aún no lo conocen, la práctica del wingsuit flying (vuelo en traje aéreo) deriva del paracaidismo, y se divide a su vez en dos grandes disciplinas. En la primera, que practica Dasha, se salta desde aviones; en la segunda, mucho más arriesgada, se salta desde puntos fijos sobre la tierra, como edificios, antenas, puentes, acantilados o montañas. En todos los casos, la experiencia culmina con la apertura de un paracaídas casi al final del vuelo.
Rusa nacionalizada argentina, madre de dos hijos (Naoní, 16 y Thiago, 14), Dasha Zakharova nació en la ex Unión Soviética, en la ciudad de Eupatoria, el 24 de enero 1981. Cuando tenía 15 años, sus padres se mudaron a la Argentina, donde revalidó sus estudios secundarios. Luego estudió enfermería en el Hospital Británico y artes plásticas (sus obras pueden verse ingresando a pinterest.es/dashitazak/mis-trabajos/).
Con el tiempo, Dasha se ha convertido en la única argentina con dos récords mundiales homologados por la Federación Internacional de Aviación, uno de los cuales también fue homologado por Guiness. El primero fue el Secuencial Femenino: un grupo de 117 mujeres de más de 20 países saltaron en California desde siete aviones que volaban en formación cerrada a 7000 metros de altura, para conformar en un mismo salto dos figuras consecutivas con todas las paracaidistas conectadas. El segundo también fue secuencial, pero mixto, con la participación de 122 paracaidistas, en la Florida.
Por otro lado, desde hace algunos años su trabajo como diseñadora de sombreros crece rápido, y por estos días sigue perfeccionándose con Laura Noetinger, que es la máxima referente en diseño y confección de tocados y sombreros -trabajó para la realeza europea, por ejemplo para Máxima de Holanda-. Además, ya hizo sombreros para Nicole Neumann, Karina Jelinek, Moria Casán, Sofía Jujuy y María del Cerro, que usaron sus modelos para lucir en tapas de destacadas revistas de actualidad.
Después del curso de paracaidista tenés que hacer unos 20 o 30 saltos para empezar a disfrutar. Como tu cuerpo acelera en pocos segundos a 180km/hora y después la velocidad es constante, la sensación al saltar de un avión es muy agradable porque sentís que flotas, no que caes.
-¿Qué es lo que más te atrajo de saltar, primero en paracaídas y más tarde con un wingsuit?
-Después del curso de paracaidista tenés que hacer unos 20 o 30 saltos para empezar a disfrutar. Como tu cuerpo acelera en pocos segundos a 180km/hora y después la velocidad es constante, la sensación al saltar de un avión es muy agradable, porque sentís que flotas, no que caes. Pero lo que más me atrae es que al saltar estás completamente en el momento. No he probado ninguna otra actividad en la que estés tan completamente aislado de tus otros pensamientos o preocupaciones. Al meditar tratás de liberar tu mente, acá la liberación es automática e instantánea al salir del avión. Pero no hay ninguna sensación que se compare con volar un wingsuit. Hemos volado en aviones, ultralivianos, helicópteros, aladeltas, parapentes y globos. Nada se compara a volar un wingsuit. Es la sensación más pura de vuelo humano que existe. Sos vos, tu cuerpo y un pedazo de tela sintética… nada más.
-¿En tiempos normales cuántos saltos hacés en un año?
-Si viajo a entrenar un fin de semana largo puedo hacer unos 20 o 25 saltos en tres días. En un sábado hago normalmente cinco saltos. Mi máximo fueron 10 en un día. Trato de no hacer menos de 100 a 150 saltos por año. Lamentablemente las actividades vinculadas a deportes aéreos estuvieron cerradas durante toda la cuarentena. Ni siquiera podíamos entrenar en el túnel de viento.
-¿Cómo funciona el túnel de viento?
-Un túnel de viento es un recinto vidriado de unos cuatro metros de diámetro por el que circula una corriente de aire vertical de 180km/h. Simula casi perfectamente la situación de caída libre. En Argentina hay solo uno: VUELA, que queda en General Rodríguez. Lo usamos los paracaidistas para entrenar, pero puede ir cualquiera que quiera sentir la sensación de caída libre. Es muy seguro ya que estás suspendido a un metro sobre una red. Pueden ir niños sin ningún problema ni riesgo.
-También sos artista plástica. ¿Cómo surgió la idea de diseñar sombreros?
-La vocación nació hace unos tres años en mi segundo viaje a Burning Man, uno de los festivales de arte y música electrónica más grandes del mundo, que se realiza todos los años en el desierto de Nevada. Durante una semana se construye en el medio de la nada un campamento de 80.000 personas. Dormís en la casa rodante en la que llegás y sobrevivís por tus propios medios durante una semana porque ahí no hay absolutamente nada. Se vive un clima como de una Ciudad Post Apocalíptica. Nadie está vestido normalmente, las 80.000 personas usan “outfits” distintos con una tendencia general al Steam Punk que es un look como el de la película Mad Max. Es una muestra gigante de la creatividad humana, tanto en la indumentaria como en las gigantescas obras de arte construidas por los participantes en todo el desierto. Voy a este festival y diseño y confecciono todos mis outfits. Llevo más de 10 conjuntos completos para el día y la noche. Es para este festival que empecé a diseñar y fabricar sobreros y tocados. Inicialmente para mí y luego para otros concurrentes que de todos lados del mundo me pedían diseños únicos. Así empecé. Mi marca se llama DACHICS.
-¿Cómo fueron esos primeros pasos en el diseño?
-Cuando empecé hice cursos básicos de confección en varios lugares. Una vez que tenía un poco más de idea y práctica intenté contactarme con las mejores del mundo para aprender de ellas. Mi primera profesora fue Florencia Tellado, que estudió con Laura Noetinger, y en Londres. Ella es una persona encantadora y generosa. Me transmitió todos sus conocimientos y pasión por el oficio a lo largo de muchas horas de interacción. Estuve dos años con ella y estaría miles más (se ríe). Después me contacté y estudié con Sol Pardo, que vive en Barcelona y es una muy exitosa diseñadora y empresaria en Europa. Ahora sigo perfeccionándome con Laura Noetinger, que es la máxima referente en diseño y confección de tocados y sombreros. Ella ha hecho varios trabajos para la realeza europea, incluyendo a Máxima de Holanda.
-¿Cuál es hoy la seña particular de tu marca?
-Diseño y hago sombreros, pero de a uno. Son todas piezas únicas. Cada una es creada y hecha por mí. No tengo empleados ni tercerizo mi trabajo. Lo vivo como un arte, como lo eran mis cuadros.
-¿En tanto emprendedora, cómo ves al país por estos días?
-Argentina es un país difícil para empezar un negocio. Creo que sería muy importante simplificar todas las barreras burocráticas que existen para facilitarle a la gente poder emprender. Importar materias primas y exportar tus productos terminados es también muy complejo. Es algo que definitivamente tiene que cambiar para que el país pueda crecer.
-Para terminar: ¿qué expectativas tenés para este 2021?
-Yo soy una persona muy positiva. Pensá que nací en la Unión Soviética y cuando emigré este país me recibió con los brazos abiertos. A pesar de las enormes dificultades por las que está pasando la Argentina, yo como siempre elijo ser optimista. Y por eso sigo enfocada en trabajar a full, hacer crecer mi negocio acá, seguir vistiendo muchas cabezas felices. Y, por supuesto, ponerme mi vestido preferido que es el Wingsuit y…¡volver a volar!
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