Nacido para ser líder
El australiano Greg Norman fue el mejor golfista del mundo entre mediados de los años 80 y los 90. A los 53 años, es un empresario exitosísimo que posee una de las fortunas más grandes de su país. LNR lo entrevistó, de visita en la Patagonia, donde diseñará un campo de golf de alta montaña
SAN MARTIN DE LOS ANDES.- Ensayó un suave aterrizaje desde lo más alto del golf mundial hasta el llano de los grandes y buenos negocios, ya como un hombre maduro. Si en algo es experto Greg Norman es en haber contrarrestado con maestría la crisis que afecta comúnmente al atleta que es desplazado del puesto Nº 1 en cualquier disciplina. Lejos de extrañar esas 331 semanas de gloria, que hasta 1996 lo ubicaron al tope del ranking como mandamás de los fairways, el Gran Tiburón Blanco es hoy un golfista en retirada que hizo del marketing y del branding una religión.
Voraz y ambicioso tanto en un campo de golf como en el ámbito empresarial: así se presenta este australiano de 53 años que en 2008 experimentó las mejores sensaciones, tanto sentimentales y deportivas como comerciales. Luego de una traumática separación de su esposa, Laura, tras 25 años de matrimonio, en junio se casó en Bahamas con la ex tenista Chris Evert, otra Nº 1 tanto o más famosa que él. En julio rompió todos los pronósticos al terminar 3º en el Open Británico de Royal Birkdale, luego de mucho tiempo fuera del ruedo. Su popularidad volvió a dar otro zarpazo. Entre tanto, su empresa, establecida en Sydney desde 1987, The Great White Shark Enterprises , siguió extendiendo sus brazos a todo tipo de emprendimientos por el mundo. Esa firma, cuyo nombre refiere a su apodo, es una usina generadora de millones de dólares desde hace dos décadas y abarca rubros como diseño de campos, indumentaria, vino, management de eventos, cocina, césped para disciplinas deportivas, desarrollo de GPS y todo lo que rodea al estilo de vida del golf.
Revistas especializadas estiman la fortuna de Norman en 238 millones de dólares, producto de esta incesante maquinaria y, en menor medida, de los premios que embolsó en los torneos durante su carrera profesional: 20 títulos en el PGA Tour y otros 71 en el resto de los circuitos.
En la Patagonia
Uno de sus últimos emprendimientos echó raíces por primera vez en la Patagonia. Aquí estuvo el Tiburón para mirar con ojo clínico y ponerle su rúbrica al proyecto de El Desafío Resort, que planea erigir una cancha par 72 de 18 hoyos sobre una montaña. Son 1050 hectáreas, de las cuales 600 pertenecen a una reserva natural. "Es la primera vez que vengo a la Argentina, pero leí muchísimo acerca de la Patagonia. En realidad, siempre tuve interés por las actividades al aire libre: la pesca, la caza, el excursionismo, el buceo... todas cosas que me encantaría hacer en vacaciones, cuando vuelva nuevamente a este lugar. En Australia lo disfruto, y ahora puedo experimentarlo en un país distinto", cuenta Norman, que pese a su fama alrededor del globo habla con esa tonada campesina que caracteriza a buena parte de los australianos.
Fue una visita relámpago; duró no más de un día y medio. Pero se mimetizó con la topografía virgen de la montaña y recorrió cada ondulación para imaginarse un trazado envolvente, que desafíe en lo golfístico y cautive con sus postales. "Antes que imponer elementos artificiales al paisaje, prefiero respetar la filosofía de lo que el terreno me pueda ofrecer de manera natural. En este proyecto de El Desafío me atrapa especialmente que haya vistas fantásticas en 360 grados", se entusiasma, con un plano en mano, ropa de designer y acompañado por desarrolladores y arquitectos extranjeros y argentinos.
Por este primer dibujo de campo en nuestro país, apenas uno de los 67 que su empresa tiene en curso en otros continentes, cobraría cerca de 1.200.000 dólares. Un abismo en comparación con aquellos tiempos a mediados de los 70, cuando se desempeñaba como aprendiz en la tienda de golf del Royal Queensland, el club de su ciudad, y percibía 38 dólares por semana. "No sé de dónde nació mi aptitud para los negocios; solamente sé que disfruto de algunos aspectos específicos de los que entiendo un poco. Lo que más me gusta es la cuestión de las marcas. Trato de fortalecer mi negocio desde una base global, porque soy un planificador integral. En cada lugar que voy tengo conexiones con distintos rubros; es una extensión automática para recibir otras ofertas y seguir en expansión."
En la charla luego de la dura travesía, cruzada por el viento patagónico y los accidentes montañosos, Norman fija la mirada con sus ojos celestes profundos e impone su presencia desde su 1,83m. Confiesa que su carrera empresarial es prioritaria hoy por sobre el golf. Y que persigue el modelo de Jean René Lacoste, aquel tenista francés que es mucho más famoso hoy por el logo del cocodrilo que por sus siete títulos de Grand Slam entre 1925 y 1929. "Lacoste creó una marca que vive por sí misma. Y eso es lo que yo quiero: dejar un legado, un sello confiable para la juventud".
Condenado al éxito
El suceso de Norman como golfista fue masivo. Antes de los 16 años había practicado surf, rugby, fútbol australiano y cricket, y soñaba con convertirse en piloto de la fuerza aérea de su país. Pero después de haber sufrido un grave accidente con una tabla de surf se encaminó hacia el más tranquilo deporte de los hierros y las maderas. Y ya no dejó de progresar, al punto de que obtuvo dos Abiertos Británicos (1986 y 1993) y acarició el triunfo en los otros tres Majors, fundamentalmente en su fantástica temporada de 1986. Ya en 1981, cuando marchaba puntero tras la segunda vuelta del Masters de Augusta siendo un desconocido, un periodista norteamericano le había puesto el apodo de Tiburón Blanco por su confeso amor por los deportes acuáticos. En 2001, cinco años después de haber sido desbancado por Tiger Woods de la cima del ranking mundial, ingresó en el World Golf Hall of Fame. Si no logró más títulos fue porque los infortunios deportivos le asestaron varios golpes, con derrumbes increíbles sobre el final de algunas citas muy importantes. "No se lo adjudico a la mala suerte; los rivales estuvieron mejor que yo", reconoce.
¿Se puede ser un líder de equipo en los negocios luego de haberse desempeñado en un deporte tan individual como el golf? "Ambas cosas son muy similares -asegura-, porque el hecho de jugar solo implicó liderarme a mí mismo. No podía quedarme en la cama un domingo para que otro saliera a jugar. Era cuestión de mantener la disciplina y levantarme. En aquellos años no quería estar practicando; me hubiese gustado ir a la playa, pero sabía que debía seguir entrenándome como si fuera mi propio líder. Y en los negocios es igual: con mis colaboradores caminé hoy mismo grandes distancias arriba de esa montaña para comprobar el diseño in situ, buscando dónde se podían hacer los mejores hoyos entre esas formaciones de rocas. Sí, lo podíamos ver en los mapas, pero realmente no lo notás de manera exacta hasta que estás en el terreno, allí entre los árboles. Cuando tomo el proyecto de cualquier cancha me comprometo enteramente."
Según Norman, los consejos para la construcción de una cancha son innegociables. Primero: saber comenzar el plan con el final ya en mente. Segundo: entender las necesidades del desarrollador para sacar el máximo provecho del diseño. Tercero: instrumentar cambios en el trazado para obtener un ahorro a largo plazo para los inversionistas. En definitiva, lograr el campo más atractivo con el menor costo posible. "La clave es disfrutar de lo que hago y hacerlo crecer, porque de esa manera el equipo que me acompaña dentro de la compañía crecerá conmigo. Pero no me refiero sólo financieramente, sino también en su desarrollo personal y en el conocimiento del negocio. Emplear gente es una responsabilidad muy saludable."
Este renovado entusiasmo de Norman pasados los 50 afloró en buena medida por su relación con Chris Evert, aquella archirrival de Martina Navratilova en el tenis femenino de los años 70 y 80. Chrissie, como la nombra, lo acompañó en esa última aventura que fue el Open Británico 2008. Los flashes apuntaron más a ellos juntos que al juego en sí mismo. "Mis últimos tres años no resultaron fáciles, aunque con el divorcio resuelto y mi nueva vida con Chrissie pude dejar todos esos problemas atrás. Sentía que tenía una mochila en mi espalda que me producía presión y estrés. Ahora, todo se volvió más sencillo porque ese peso extra ya no estuvo", sonríe.
El 1° de julio de 1981, Norman había contraído matrimonio con la norteamericana Laura Andrassy, una azafata a quien conoció en pleno vuelo. Tuvieron dos hijos, Morgan-Leigh y Gregory. Sin embargo, luego de un largo desgaste, en mayo de 2006 el Tiburón se divorció sin explicar públicamente los motivos. Sí trascendió que la ruptura le costó 76 millones de dólares... Ahora, es tiempo de dar una vuelta de página. "Mi mujer es más famosa que yo, y a veces terminamos sin salir a comer por aquellos que se acercan y no respetan los momentos de intimidad. Sé que la gente como yo vive y necesita del marketing y de la exposición. Pero no me gusta cuando se traspasa el límite. Al margen de eso, estamos felices."
Habrá más Norman en 2009 para el gran público. Sólo será cuestión de encender la TV a principios de abril y seguir el Masters de Augusta, en el que está clasificado por haber finalizado entre los diez primeros del último Open Británico: "Me siento bien para el Masters; tengo grandes amigos allí en el Augusta National. Pero la cancha es ahora considerablemente distinta de la que jugaba durante la mejor parte de mi carrera. Voy con la expectativa de hacerlo bien y... ¡ya estoy practicando!".
Para saber más: http://eldesafioresort.com
Sobre Cabrera y Andrés Romero
"Lo que hizo Angel Cabrera en el US Open 2007 fue simplemente fenomenal. No muchos esperaban cosas de él y terminó ganando un título grande. Lo conseguido por el Pato debería ser un incentivo para todo jugador joven proveniente de cualquier parte del mundo, porque demuestra que los sueños se pueden cumplir. Sólo alcanza con verlo a él; a Andrés Romero, que también es un muy buen jugador, y al colombiano Camilo Villegas, que vinieron de países que uno no espera en el golf. En los 80, los nuevos talentos provenían siempre de Suecia o de Australia.
Pero creo que ahora el mundo del golf se ha vuelto más fuerte de lo que solía ser, y también más global."
Consejos de un especialista para un golfista amateur
- "No esperar demasiado de sí mismo. Sólo practicar, practicar y practicar. Asimilar bien los conceptos básicos y no poner muchas expectativas en uno. La llave es el esfuerzo en el aspecto mental, en el físico y dentro de la cancha."
- "En el caso de los chicos jóvenes, de los 9 a los 14 años, son los padres los que deberían tener cuidado con lo que hacen con sus hijos. A veces, los padres vuelcan demasiada presión en sus hijos, intentando sacar lo que ellos quisieron ser de jóvenes."
- "Hay pocos chicos que pueden lidiar con la presión de su figura paterna o materna; Tiger Woods es un ejemplo. Es bueno que los padres puedan dar un paso al costado y permitan que sus hijos se desarrollen en el juego sin tanta presión. Porque si los forzás, los arruinás."
- "Hay cientos de Nº 2, miles de Nº 3 y decenas de miles de Nº 4, pero sólo un Nº 1. Entonces, para ser el Nº 1 debés sacrificarte mucho más que cualquiera, comprometerte como ningún otro en el mundo."
- "Probablemente dentro de uno haya un gran talento, pero hay que seguir empujando y no relajarse. Esto sucede no sólo en el deporte; también pasa en los negocios."
Algo muy personal
- Greg Norman nació el 10 de febrero de 1955 en Mount Isa, Queensland, Australia, fruto de la unión de Merv y Toini Norman. Su madre desciende de finlandeses y fue una destacada golfista amateur. Su padre fue ingeniero.
- Reside en Boca Raton, Florida, EE.UU., y está casado con la ex tenista Chris Evert. Con su ex mujer, Laura Andrassy, tuvo dos hijos: Morgan-Leigh y Gregory.
- Ganó su primer título (el West Lakes Classic de Adelaida) en 1976, luego de su cuarta participación en torneos, el mismo año en el que se hizo profesional. Totaliza 20 victorias en el PGA Tour -dos de ellas en los Abiertos Británicos de 1986 y 1993- y 71 triunfos fuera de EE.UU.
- Fue el primer jugador en la historia del PGA en sobrepasar los 10 millones de dólares en ganancias.
- Estuvo 331 semanas en lo más alto del ranking mundial.
- En 2001 ingresó en el Salón de la Fama del Golf. Ganó cinco veces el premio Byron Nelson (promedio de score más bajo del PGA Tour); en tres ocasiones el trofeo Vardon (promedio de score más bajo del PGA de América), y otras tantas el premio Arnold Palmer (N° 1 en lista de ganancias). En 1995 obtuvo el Jack Nicklaus Award como mejor jugador del PGA Tour del año.
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