No usó el "Rodríguez" de su apellido para firmar sus libros, pero lo era. Algunos de sus cinco hijos lo utilizaron, otros no. Fue tío bisabuelo del Jefe de Gobierno, Horario Rodríguez Larreta.
Sus muchos nietos y bisnietos compartieron con él los jardines andaluces de su casa de Buenos Aires, y también sus otras propiedades: la estancia Acelain en Tandil (obra de Martín Noel) y El Potrerillo de Larreta, en Alta Gracia, Córdoba.
El palacete de la calle Juramento –sede del Museo de Arte Español Enrique Larreta– es andaluz por sus paredes blancas, fuentes de jardín, techos de tejas y ventanas enrejadas, y castellano en su interior.
En el pórtico de la residencia, con vista al glorioso parque de 5000 m2, pasaba tiempo don Enrique (Buenos Aires, 1875-1961), ilustre dueño de casa. Estaba parado allí cuando supo a decirle a un periodista de la época: "¡Mire si esto no parece un trozo de La Alhambra!".
Antes de llegar a vivir a esta manzana, el escritor, diplomático y coleccionista de arte español vivió diez años en Europa y quiso darle su impronta y visión a la vivienda que, en el siglo XIX, fue propiedad de Vicente Chas.
Construida en 1886 por el arquitecto Ernesto Bunge, hacia fin de siglo fue adquirida por Mercedes Castellanos de Anchorena, quien se lo regaló a su hija Josefina Anchorena al momento de contraer matrimonio con Larreta en 1900. Luego llegarían los hijos: Enrique, Josefina, Mercedes, Agustín y Fernando.
"Bueno, no van a hacer con todo esto un museo", recuerda el escultor Pablo Larreta, nieto de Enrique, que les dijo su célebre abuelo a sus hijos antes de morir. Basta cruzar la puerta del museo y entrar al patio central y a las habitaciones, para constatar el espíritu de coleccionista de Larreta y confirmar que este destino de centro cultural de acceso al público, tal vez haya sido su deseo más profundo.
Dentro del conjunto de obras, sobresale el carácter conceptual de la colección, y se sabe que Larreta concibió esta casa para albergar sus piezas de arte (solamente de Europa trajo 300 cajones llenos de obra). Entre ellas, el retablo en honor a Santa Ana, de 1503, que se levanta en el oratorio de la casa. Por joyas como esta, la casa devino Museo de Arte Español en 1962, al año siguiente de la muerte de su propietario.
Una vida prolífica
Enrique Larreta estudió derecho, trabajó como profesor de historia y tuvo el cargo de Ministro Plenipotenciario en Francia entre 1910 y 1916. En el ámbito de la literatura, fue uno de los representantes del Modernismo literario de Hispanoamérica, y en 1908 publicó su obra más importante, La gloria de don Ramiro, una reconstrucción literaria e histórica de la España del Siglo de Oro. De allí que en la casa se lo vea retratado por Ignacio Zuloaga en 1912, en una escena pintada donde aparece junto a la ciudad de Ávila, el escenario principal de su novela más famosa.
El sol entra por los ventanales de la planta alta del Museo y Patricia Nobilia, doctora en Historia y Teoría de las Artes, nos recibe en la que fue una de las habitaciones de los hijos de los Larreta-Anchorena. A lo largo de su oficina, se despliegan los objetos, recuerdos y afiches de las muestras que tuvieron lugar en el museo y en el concurrido Teatro Larreta.
"Mientras se desempeñaba como ministro plenipotenciario en París (entre 1910 y 1916), Larreta planificó cómo modificar esta casa que ya existía con un estilo italianizante y a la que decidió darle un carácter español. Los muebles y obras de arte formaban parte de su vida cotidiana, y esto vuelve a esta casa museo un lugar muy singular. Larreta se sentaba en los sillones fraileros o prendía los braseros y es posible imaginar a su esposa, Josefina, en el baño hispánico musulmán de la casa que parece de cuentos de odaliscas", cuenta la historiadora y curadora.
La experta se tomó años de investigación para escribir su tesis doctoral, "Enrique Larreta y el arte español, gusto y distinción de un coleccionista ilustrado" y comparte detalles y pistas sobre las costumbres de la época y la vida del ilustre habitante de esta casona.
La historiadora considera que Larreta supo conjugar lo histórico y lo literario con las piezas de arte de su colección. "Más allá del bienestar económico y recursos con los que contó, fue un hombre que supo poner inteligencia al disponer las obras y al vivirlas: no tuvo sólo el afán de exhibirlas ostentosamente".
En la oficina más próxima al jardín, con una vista privilegiada, está terminando de recibir un envío Delfina Helguera, directora del Museo Larreta que lleva dos años al frente de este centro de manifestaciones del arte, el teatro, la literatura y la cultura españolas.
"Venir a este museo como directora fue casi un golpe del destino", comenta esta Licenciada en Letras de la UBA, docente universitaria y con experiencia en el ámbito del arte de 30 años. "Larreta era escritor y unió la literatura con el arte. Me gusta pensar este museo como la casa museo de un hombre que fue escritor y busco incentivar el contenido literario. Larreta era un intelectual de la época, un gran lector y coleccionista de libros; estaba enfrentado con algunos autores de la época y se codeaba con muchos otros; en algunas fotos se lo ve junto a Enrique Mallea, Victoria Ocampo, Silvina Ocampo y Bioy Casares. Le gustaba vivir bien, su casa de El Potrerillo, en Córdoba, confirma que supo rodearse de belleza".
Además, si el coleccionista de la época era más aficionado a lo francés, él quiso ampliar su colección y su imaginario con piezas de arte de otras regiones y tuvo visitas y huéspedes ilustres, entre ellos el rey Leopoldo II de Bélgica, los príncipes imperiales de Japón y el ex secretario de Estado norteamericano y premio Nobel de la Paz Henry Kissinger.
La casa contaba ya con los adelantos técnicos del siglo XX, pero en los últimos años recuperó su esplendor y se modernizó a nivel museológico y tecnológico. "La puesta en valor se realizó en 2017 y se instaló un nuevo sistema de iluminación y climatización con una tecnología equiparable a los principales museos del mundo", agrega Delfina Helguera.
Al salir al jardín, pasar por el oratorio deja escuchar la música del siglo XVI, y en la sala Larreta se puede oír la voz del antiguo dueño de casa leyendo un capítulo de La gloria de don Ramiro. Un viaje en el tiempo en una casa donde se escribieron capítulos de la historia de una de las familias porteñas más influyentes.
Sobre la calle Juramento, detrás de la casa se despliega el jardín andaluz con laberintos, especies y frutos que la convierten en un vergel verde; un paseo obligado para quienes entren a descubrir su famosa "Fuente de los Sapos", de mármol y azulejos, en medio de los árboles, plantas y flores: naranjos, cipreses, un viejo ombú, un gingko biloba, glicinas, rosales y orquídeas.
Museo de Arte Español Enrique Larreta. Juramento 2291. T: 4783-2640 / 4784-4040. De miércoles a viernes, y feriados, de 12 a 19. Martes cerrado. Sábados y domingos de 10 a 20. $50
El primer sábado de cada mes, a las 15 y a las 17, se realiza una visita por el jardín guiada por Antonio, el jardinero del museo desde hace más de 20 años.
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