Museo en un clic
Creado por un emprendedor italiano, sin escaleras, pasillos ni paredes, el Photographic Museum of Humanity es un exponente de la cultura digital: cinco galerías para recorrer, a sólo un enter de distancia
Cinco galerías alberga el Photographic Museum of Humanity. Una hora le lleva recorrerlo a los detallistas; el resto puede terminar en quince minutos. Colectivas, individuales, todas reúnen y mezclan a artistas del globo proponiendo un diálogo sin fronteras. Cada uno puede recorrer el espacio como quiera, no hay un orden obligatorio. Tampoco escaleras ni pasillos ni paredes que guíen el paseo. La salida está señalada en rojo: con un clic todo desaparece. Sí, este museo es un exponente de la cultura digital: libre, gratuito, público y accesible, se encuentra a un solo enter de distancia de cualquier persona. Es virtual y se lo puede visitar en www.photographicmuseum.com
En los parlantes de la computadora se escucha la voz de Giuseppe Oliverio, creador del museo, con una tonada que transporta a su Bolonia natal. La conversación con el joven emprendedor italiano sigue con su impronta virtual y se da a través de pantallas. Habiendo inaugurado este museo online el 21 de enero, está listo para comunicarle al mundo su misión con The Magic Blue Van. "La combi se está convirtiendo en el ícono del museo, es una representación física y metafórica de este espacio virtual: llega a todos los rincones del mundo cargada de contenido cultural", explica en un castellano con algunas huellas italianas. El español es relativamente nuevo para él. Después de terminar el posgrado en Economía que realizó en Londres decidió tomarse un año sabático; ese fue su primer contacto con América latina. Los once meses de viaje lo movilizaron, y al volver a la rutina decidió que quería hacer algo distinto. Así, un caluroso día de verano italiano, mientras chateaba con un amigo que estaba viviendo en Brasil, se le ocurrió hacer un museo accesible para todos.
Sus ganas de empezar a proyectar chocaron de lleno con una Italia de vacaciones. El reflejo instantáneo fue buscar currículums en América latina. Su primera vez en la Argentina le había dejado una buena impresión; le gustaron la cultura y la gente: "Me pareció un buen ambiente para desarrollar un proyecto artístico de este tipo", dice, y agrega: "Encontré chicos con buen portfolio y buena onda". Sin dudar se tomó un avión y comenzó a trabajar.
Con 27 años, Giuseppe buscó generar un espacio inclusivo, donde el público y el fotógrafo pudieran entrar en contacto y donde la fotografía tuviese relevancia no sólo como obra de arte, sino también como lenguaje. Internet era el lugar.
Lo que comenzó como un museo se fue expandiendo y la primera en materializarse fue la comunidad. Lanzada en junio de 2012, ésta hace las veces de semillero de talentos: los fotógrafos presentan sus portfolios y son seleccionados teniendo en cuenta la calidad y originalidad de sus trabajos; es también el lugar donde el público y el artista se reúnen. Aquí cualquier persona es bienvenida y todos los visitantes pueden seguir a sus autores favoritos, seleccionar y compilar las imágenes que más les gusten, y dejar su opinión mediante el ya clásico me gusta que compite con el novedoso amazing.
"Todos me preguntan qué lo diferencia de una página para ver fotos", dice Oliverio. Lo que se pone en cuestión es qué es lo que hace del Photographic Museum of Humanity un museo y no una simple página para ver fotos. Todos los integrantes del equipo acuerdan: la curaduría. Gracias a esta puntillosa tarea de orden, selección y diálogo entre artistas y obras contiguas, la pantalla empieza a funcionar como un muro intangible donde se cuelgan los trabajos. Ignacio Coló, curador del museo, ve en cada foto presente en la comunidad una potencial pieza de exposición. Cual sabueso en busca de su presa, él, Alejandro Kirchuk y Matías Altbach recorren a diario los portfolios de los artistas en busca de un hilo conductor; son ellos los encargados de armar el diálogo entre obras e individuos.
"Las muestras que exponemos se organizan alrededor de un tema central que se renueva todos los meses, los trabajos seleccionados se articulan desde la temática a tratar –detalla Coló–. Otro caso son las muestras colectivas: ahí las imágenes de diferentes autores realizan una comunicación visual entre ellas." El trabajo de selección y montaje se ve completado con las palabras que guían e introducen al visitante en su recorrido.
"Poder acercarse a diferentes públicos, tanto al que asiste a museos como al que no lo hizo nunca, es el centro del asunto", explica Kirchuk. Lo que ofrece este innovador museo es una experiencia, un modo de conocer y recorrer espacios. Se pone en relieve el contenido y no el contexto. Apunta Coló: "El museo ya no es ese lugar enorme, muy lejano para mucha gente". Ya no importa si lo rodean cuatro paredes o si hay que pagar una entrada; recorrer sus galerías deja de ser una actividad de fin de semana. La visita al museo puede convertirse en una actividad cotidiana; lo que importa es la actitud del espectador. Este futuro habla de una reflexión interna, de una nueva forma de percibir. El paseo se puede hacer en pareja, en grupo, a través de redes sociales o compartiendo el contenido en un chat; lo que importa es la inclusión y la posibilidad de trascender barreras de todo tipo: físicas, culturales, horarias y monetarias. Este es un museo realmente hecho por y para todos.
Según Giuseppe, uno de los puntos fuertes del proyecto es la relación de dos vías que se establece entre lo virtual y lo real. Para incentivar este intercambio constante, además de apoyarse en los tours en la camioneta azul, organizaron un concurso con un incentivo tan tangible como importante: los quince seleccionados podrían exhibir una obra en Art Basel Miami. De este modo, hubo una bajada de la plataforma online. La exposición fue una forma de invitar a más gente a conocer el proyecto; varios concurrentes al volver a sus casas decidieron formar parte de la comunidad.
Haber participado en uno de los eventos de arte más grandes del mundo puede serle más que suficiente a la gran mayoría, pero Oliverio sabía que podía hacer algo más. Su siguiente paso fue abrir la convocatoria al Photographic Museum of Humanity Grant, un certamen cuyo objetivo es financiar el trabajo de jóvenes artistas de todo el mundo. Con un jurado de alto vuelo (entre ellos, Martin Parr, fotógrafo y curador de Magnum Photos; Kira Pollack, directora de fotografía de la revista Time; y Sebastian Liste, ganador del premio Rémi Ochlik 2012) y 4500 dólares en premios, promete cambiar la carrera de muchos.