Esta panelista cambió de canal después de mucho tiempo, pero a la hora de diseñar sus tatuajes tiene bien claro que son para toda la vida.
Por Nazareno Brega/ Fotos de Ignacio Sánchez
Como si su existencia estuviera marcada por la lógica televisiva, esta panelista, influencer y emprendedora parece vivir más el minuto a minuto que el día a día. Ella no para un segundo: cuando no está al aire en Telefe, donde hace doble turno en Morfi, el programa conducido por Gerardo Rozín, y Cortá por Lozano, se la pasa opinando en las redes de los más variados trending topics, sin descuidar nunca su propia empresa digital, Nuclear Branding, y mucho menos la crianza de su hijo Vincent. Licenciada y experta en el arte de la opinología, nada parece resultarle indiferente. Pero todo esto no le impide a Connie Ansaldi tomarse un tiempo y reflexionar sobre el diseño y la perpetuidad de cada uno de los incontables tatuajes que luce en su piel.
¿CUÁNTOS TATUAJES TENÉS?
No tengo la menor idea. Los que llevamos varios no los contamos. Me parece medio obsesivo contar los tatuajes. Sé que tengo más de 10.
¿CUÁL FUE EL PRIMERO QUE TE HICISTE?
En realidad, la primera vez me hice tres tatuajes juntos. Ya tenía 35 y sabía bien lo que quería. Les llamó mucho la atención a los que me rodean porque no tenía nada y, en muy poco tiempo, me hice un montón de cosas juntas. Para marcarte así el cuerpo es necesario tener ya ciertas experiencias vividas y una historia para contar con los tatuajes. Creo que deben significar algo importante porque son para toda la vida. Me tatué en las muñecas el nombre de mi hijo, el de mi mamá y el de una amiga que falleció. Es muy personal, pero en algún momento, te va a pesar que no tenga significado algo que es para siempre. Yo tengo una historia para contar y elijo hacerlo de esta manera.
DE TODOS LOS TATUAJES, ¿CUÁL DIRÍAS QUE ES TU FAVORITO?
Me gustan todos los que tengo, no hay uno especial. Los diseño yo, pero siempre le tengo que pedir a alguien que los dibuje porque yo no sé, aunque los dirijo. Me gusta mucho el del nombre de mi hijo, sobre todo porque está escrito en letra cursiva bien clara. Pero también me encantan unas flores que tengo en las muñecas, además de uno que llevo en el antebrazo con un corazón que dice heartbreaker de un lado y broken heart del otro.
¿TENÉS PENSADO SEGUIR TATUÁNDOTE?
No me puedo imaginar el próximo porque necesita tener esa raíz afectiva. Hace más o menos cuatro meses me hice una herradura en el pie derecho. Lo elegí porque me parece que uno hace su propia suerte. Me lo tatué en ese pie porque me gustaba el lugar nomás, no fue por cábala ni por nada específico. El tatuaje tiene un significado especial, pero la parte del cuerpo la elijo como algo estético. Me gustan los que van en los brazos.
¿QUÉ PARTE DEL CUERPO NO TE TATUARÍAS JAMÁS?
No me gusta cómo les quedan a las mujeres los tatuajes en el cuello, en la cara o en el pecho. Tampoco me gusta que no se vea la piel, creo que es muy importante desde lo estético. La mía es muy blanca y casi todos mis tatuajes son en tinta negra porque resalta más. Pero nunca me haría uno tribal porque no significan nada. Y tampoco me gustan los tatuajes con caras de personas. Tengo dibujada una sirena, pero en una figura simbólica una cara no me molesta. También sé que, definitivamente, no llevaría un retrato o algo hiperrealista.
¿CUÁL ES EL ESTILO QUE MÁS TE GUSTA?
Me gusta mucho el tradi, porque perdura y no es una moda. Los tatuajes originales, del tradicional americano de Sailor Jerry. Después me encanta una tatuadora rusa que se llama Sasha Unisex y Mimi Wunsch, que es americana. Y también me gusta mucho Crazy Gringo, de Soho Tattoo Club en Palermo, que me parece el mejor tatuador del estilo tradicional que hay en la escena local.
¿SENTÍS QUE LOS TATUAJES SON UN TEMA DE CONVERSACIÓN?
Para nada. Me tiene que llamar mucho la atención un tatuaje para que diga algo sobre eso. Tiene que ser muy particular: no le decís a alguien “qué lindo tatuaje” porque sí. Somos una generación a la que nos llama mucho más la atención alguien sin tatuajes que alguien tatuado. En México me pasó que me paraban por la calle porque llamaba la atención una mujer con tantos tatuajes. Pero en Argentina y Estados Unidos ya está muy incorporado.
LA NACION