Mujer científica se hace, no se nace
Yo soy un queso en matemáticas porque la distracción es mi debilidad y jamás me había preguntado si mi condición de mujer tenía algo que ver con que nunca jamás haya deseado ser, por ejemplo, astronauta, bióloga o profesora de álgebra. Pero la ciencia, esa ciencia de la que quedamos un poco afuera por nuestro género , hoy nos da, a través de claros números, razones para entender por qué a la mujer le gusta más el arte que el microscopio.
Antes de desglosar todos los numeritos y hablar con quien sabe del tema quiero hacer una aclaración: no todas las mujeres son de madera para las ciencias duras, hay cientos de excepciones, pero aún así, los números hablan por sí solos y si sos nena, tendés a desalentarte desde muy chica frente a estas profesiones simbolizadas por hombres, tanto en toda la historia de la humanidad como en el imaginario.
El plan Aprender es un dispositivo nacional de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes que relaciona también algunas condiciones importantes como vivienda, situación económica y de género para analizar y entender qué pasa con los y las estudiantes del país.
Dicho plan lanzó algunos datos interesantes respecto a los gustos y el desempeño del alumnado de acuerdo a si son chicas o chicos. Durante el 2017, por sobre el total de estudiantes de nivel secundario, el 54% son mujeres y el 46%, varones. A partir de ese número, todo el resto del análisis.
Nurtura y no natura
Al leer los niveles de desempeño en matemática entre mujeres y varones se observa que: un 37% de los estudiantes varones alcanza niveles de desempeño avanzado/satisfactorio, y un 36% está por debajo del nivel básico. Mientras que entre las estudiantes mujeres, se registra un 26% en los niveles de desempeño avanzado/satisfactorio y un 46% por debajo del nivel básico. O sea, los varones son un 11% más lúcidos en esta ciencia que las chicas y ellas un 10% peores en el desempeño.
Hubo un viral que en su momento me llamó mucho la atención y creo que sirve como ejemplo para entender un poco qué pasa cuando sos nena y chiquita y nene y chiquito. Las opciones y los sueños están encorsetados de acuerdo a tu género porque en este mundo, desde que nacés, todo está condicionado a si sos varón o mujer. Desde el color de tu ropa hasta tus deseos.
¿Pero qué tanto de biológico hay en estas cuestiones? ¿Somos las mujeres naturalmente peores para las cuentas? Agostina Mileo, comunicadora Científica, Doctoranda en Historia y Epistemología de la Ciencia, sostiene: "La discusión que se suele dar cuando se ven diferencias significativas es sostener que son innatas, que tienen que ver con mecanismos biológicos entre hombres y mujeres. Esta visión lo que muchas veces borra o desestima, es que estas diferencias, aunque fueran biológicas podrían ser producto de una organización social opresiva para las mujeres. Muchas veces el innatismo lo que pretende es borrar el reclamo de injusticia, si es biológico es por lo tanto natural y no se le pueden aplicar connotaciones morales".
Aún así, y aunque en este caso a muchos y muchas les gustaría justificar estas falencias de género con "lo natural", no les vamos a dar el gusto. La ciencia no ve diferencias entre una nena y un nene a la hora de aprender de números. "No pareciera haber pruebas innatas, deberían observarse diferencias en bebés o niños muy chicos, y no sucede", afirma Agostina y agrega: "Lo que sí sucede es un desaliento sistemático para dedicarse a estas áreas. Porque en las características que se designan en la construcción del género, todas las habilidades racionales objetivas quedan del lado de los varones y a las mujeres les queda el lado emocional. Somos impulsivas y estamos controladas por nuestras hormonas, de alguna manera esto choca con las habilidades que necesitamos para hacer ciencia".
Educación con igualdad
Mileo es autora del libro Que la ciencia te acompañe: A luchar por tus derechos, en donde expresa de manera pedagógica y clara qué pasa con las mujeres en la ciencia. Allí, relata sobre un particular estudio realizado en un museo de ciencia en el cual analizaron las interacciones entre padres, madres y sus hijos e hijas. Allí se ve que los nenes reciben más explicaciones que las nenas y como parte del mismo estudio, sucede algo similar cuando padres y madres realizan la tarea son sus hijos e hijas: para explicarle a los varones utilizan lenguaje más complejo.
En los resultados del plan Aprender, además, se pueden tomar datos respecto a que las jóvenes son en general quienes realizan las tareas en el hogar o ayudan a resolverlas, factor que influye a la hora de su desempeño educativo, así como los embarazos.
Y como si esto no fuera poco, otro estudio sostiene que entre los 5 y los 6 años las mujeres dejan de asociar la inteligencia con su género. "Si la inteligencia no es una virtud naturalmente femenina, las chicas tendemos a pensar que somos menos aptas para ello", indica Mileo.
Al parecer, entonces, aunque como dije soy un queso en las ciencias exactas, entiendo un poco más cómo el sexismo influye y empapa en su totalidad todas las acciones y conexiones que una mujer realiza en esta sociedad. Creer que somos naturalmente amorosas, sentimentales, histéricas o inestables debería ya quedar en el pasado y así arrancar con lo que este nuevo paradigma nos ofrece. Porque la igualdad de derechos no concierne sólo a las leyes de nuestra Constitución sino también a la educación que recibimos dentro y fuera de la escuela.
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