¡Moviendo las cabecitas…!
Los protagonistas de este libro de historia son drogadictos, satanistas, asesinos, cristianos renacidos, borrachos que se vuelven abstemios, archimillonarios que encadenan conciertos multitudinarios o jornaleros que alquilan salas de ensayo miserables donde se escucha hasta la cisterna del baño. ¿Libro de historia, dijo? Sí, una maravilla: La historia del heavy metal, del inglés Andrew O’Neill, recién publicado acá, un ensayo de una erudición enciclopédica pero, aún mejor, rabiosamente divertido. Porque su autor se define como un humorista anarquista y vegano que tiene una melena propia del hair metal y tatuajes de Dr. Who, que a veces se trasviste en escena y que se propone demostrar que el heavy metal es el más duradero de los géneros musicales. ¿Está seguro? Bastante, si usted considera que la necesidad de hacer ruido rítmico es tan antigua como el ser humano.
“A lo largo de casi cincuenta años, el sonido distorsionado de las guitarras de unos melenudos ha conseguido que la gente sacuda la cabeza, expanda la mente y fragüe amistades de por vida con personas afines”, escribe O’Neill: “Mientras otros estilos musicales inferiores van y vienen al capricho de las modas, el heavy metal resiste”. Tras años de desprecio, ahora la crítica musical seria revaloriza el género. Mientras tanto, este libro de historia se remonta hasta el año 40.000 antes de Cristo, cuando el hombre empezó a golpear cosas para sacarles sonido (mucho antes de la guitarra eléctrica o el pantalón de lycra) y marca un punto de inflexión en 1969, el año en que se formó oficialmente Black Sabbath, “el primer grupo de heavy metal” o un Big Bang que revolucionó la cultura para siempre. Con celebridades de la talla de Ozzy Osbourne y Lemmy, fenómenos aledaños como el black metal noruego y el headbanging frenético o empresas multinacionales que toman la forma de una banda (¿acaso está hablando de Metallica?), el heavy metal se convirtió en el más perdurable fenómeno musical de esta época y su historia, según O’Neill, “transcurre en paralelo a la de la propia cultura occidental, como si fuera un microcosmos del mundo”.
Desde hace medio siglo, para muchos fanáticos el universo nace cuando descubren que pueden escapar de la vida cotidiana a través de una música que sus padres catalogan como ruido. ¿Entonces debería escuchar heavy metal? Para O’Neill, está en la génesis de nuestra especie: “En los albores de la humanidad, antes de que naciera el sol, antes de que existiera el universo, todo era negro. Negro. Negro. Negro. Y llegó el Big Bang, el riff más atronador que jamás se había oído”.
Listamanía: cinco grupos de auténtico heavy metal, según Andrew O’Neill
- Black Sabbath. Liderado por Tony Iommi y Ozzy Osbourne, el grupo británico inauguró un género con temas como el ocultismo y el terror.
- Judas Priest. Una revolución: según O’Neill, “desde que se animó con el rollo motero gay la vestimenta es esencial para la subcultura heavy”.
- Slayer. Desde California, el grupo que cultivó el thrash metal y que incluyó el satanismo como uno de los tópicos principales del rubro.
- Cannibal Corpse. En Nueva York, la otra costa estadounidense, el death metal como manifiesto vital aun con su imaginario sexual y violento.
- Manowar. Para O’Neill, la banda estadounidense es un ejemplo de cómo “el heavy metal puede elevar el espíritu y ser un canto a la vida”.
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