El 9 de octubre de 2023, falleció Charles “Chuck” Feeney, el cofundador de Duty Free Shoppers y precursor de un estilo que pocos se atreverían a imitar y que le valió el apodo de “el James Bond de la filantropía”
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Hace un año, una noticia sacudió al mundo financiero: Charles “Chuck” Feeney había muerto. Falleció a los 92 años, en un modesto departamento alquilado en San Francisco donde vivía con su esposa. Feeney, una leyenda en el ámbito empresarial, rompió todos los moldes con su estilo de vida austero y su visión de la riqueza. La historia del millonario que usaba un reloj de 15 dólares, viajaba en clase económica y no poseía ni casa ni coche, que se convirtió en “un ejemplo” para otros magnates.
El nacimiento de un imperio
Feeney, descendiente de irlandeses, nació el 23 de abril de 1931 en Elizabeth, Nueva Jersey, en una familia de clase trabajadora. Su madre era enfermera en un hospital, mientras que su padre vendedor de seguros. La escuela secundaria la hizo en el St. Mary of the Assumption, en Elizabeth. Tiempo después, en una entrevista, el empresario reconocería que fue su educación la que influyó en su espíritu altruista. Mientras estudiaba, hizo sus primeros ingresos vendiendo tarjetas de Navidad “de puerta en puerta”, como caddie de golf y despejando la nieve de las entradas de las casas.
Al terminar el secundario, en 1949, se unió a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, donde sirvió durante la Guerra de Corea como operador de radio. Motivado por su espíritu emprendedor comenzó a vender licor libre de impuestos a los marineros estadounidenses en los puertos del Mediterráneo.
A su vuelta en los Estados Unidos, gracias a un programa que ayudaba a los veteranos de guerra a pagar su educación, Feeney logró asistir a la Universidad de Cornell, New York, donde estudió Administración Hotelera y se graduó en 1956. Allí conoció a Robert Miller y se hicieron grandes amigos. Pronto su amistad se transformaría en una exitosa relación de trabajo cuando, en 1960, fundaron Duty Free Shoppers (DFS), la empresa especializaba en la venta de productos libres de impuestos en aeropuertos y zonas turísticas internacionales.
Duty Free Shoppers fue un boom que revolucionó el comercio minorista. Un negocio sumamente rentable que capitalizaba la creciente demanda de viajes internacionales y el deseo de los turistas de adquirir productos de lujo libres de impuestos.
La compañía abrió sus primeras tiendas en los aeropuertos internacionales de Hong Kong y Honolulu, y fue la responsable de la gran riqueza que Feeney acumuló a lo largo de su vida, además de algunas inversiones en empresas tecnológicas emergentes. Desde 1988, con una fortuna estimada en 1.300 millones de dólares, el empresario fue incluido en la lista Forbes 400 de los norteamericanos más ricos.
“Morir rico es morir en desgracia”
Aunque Feeney logró amasar una gran fortuna, nunca se sintió atraído por acumular riquezas ni por disfrutar de lujos excesivos. Su enfoque hacia el dinero siempre fue distinto, marcado por una visión altruista.
Su inspiración la encontró en el ensayo ‘Riqueza’, también conocido como ‘El evangelio de la riqueza’, escrito por el filántropo estadounidense Andrew Carnegie. En ese texto, Carnegie argumentaba que la verdadera riqueza debía ser usada para el bien común y no simplemente para el disfrute personal.
Hubo una frase que dejó una profunda huella en Feeney, ‘Morir rico es morir en desgracia’, que reflejaba la convicción del autor de que el dinero debía ser redistribuido para causas benéficas antes de la muerte, en lugar de ser dejado como herencia o acumulado sin propósito.
Feeney repetía con frecuencia una idea que lo acompañó a lo largo de su vida: “La riqueza debe utilizarse para mejorar la vida de los demás”. Con esta filosofía en mente, se dedicó a realizar generosas donaciones en el anonimato, sin buscar reconocimiento público. Estaba convencido de que el verdadero acto de dar no requiere aplausos ni justificaciones. En 2017, cuando un periodista le preguntó por qué había optado por el silencio en lugar de la notoriedad, su respuesta fue sencilla pero reveladora: “No sentí que fuera necesario explicar a nadie lo que estaba haciendo”.
El “James Bond” de la filantropía
En 1982, el empresario fundó The Atlantic Philanthropies, una organización internacional creada para destinar su fortuna a diversas causas benéficas y proyectos alrededor del mundo.
Durante los primeros 15 años realizó sus donaciones en absoluto secreto. Volando en clase turista, el empresario recorrió el mundo de manera discreta en busca de oportunidades para llevar a cabo su misión altruista. Su habilidad para actuar de manera casi invisible mientras realizaba generosas contribuciones sin atraer la atención pública, le valió el apodo de ‘el James Bond de la filantropía’. Ese sobrenombre reflejaba no solo su naturaleza secreta, sino también su capacidad para hacer grandes gestos sin dejar rastro.
Pero en 1997 con un mensaje superador decidió dejar atrás el anonimato. Durante una entrevista para Forbes, Feeney fue categórico: “La gente que tiene dinero tiene una obligación”, comenzó. Y trató de persuadir a las nuevas generaciones de filántropos a que no pospongan la decisión de donar su dinero hasta que sean mayores o, peor aún, después de fallecer. Les propuso que realicen sus contribuciones más importantes mientras todavía tengan vitalidad, contactos y la capacidad de generar un impacto significativo. Nuevamente, Feeney era pionero.
“Hay que dar mientras se vive. Como no puedes llevar el dinero contigo, ¿por qué no regalarlo todo, controlar dónde va y ver los resultados con tus propios ojos?”, solía decir. Tres años antes de morir Feeney alcanzó su objetivo: había regalado toda su fortuna en vida, donó más de 8 mil millones de dólares a organizaciones benéficas, universidades y fundaciones de todo el mundo (solo reservó dos millones para su jubilación y la de su esposa).
El dinero de Feeney se destinó para financiar proyectos en diversos países, como Irlanda, Estados Unidos, Australia, Bermudas, Sudáfrica y Vietnam. Principalmente sus donaciones se dirigieron a áreas como la educación, la salud, los derechos humanos y el fortalecimiento de comunidades vulnerables, reflejando su firme compromiso con crear un impacto positivo y duradero a nivel global. Estos proyectos encarnaban su visión de utilizar su riqueza para fomentar el bienestar y el progreso de las sociedades en todo el mundo.
Según Forbes, Feeney contribuyó con 3700 millones de dólares a la Educación, de los cuales casi 1000 millones fueron destinados a Cornell, la universidad donde estudió. Además, donó más de 870 millones a causas relacionadas con derechos humanos y cambios sociales, incluyendo 62 millones para apoyar la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos y 76 millones para movimientos ciudadanos a favor de la aprobación de Obamacare (una reforma de salud aprobada en Estados Unidos en 2010 bajo el gobierno del presidente Barack Obama que busca garantizar que más personas tengan acceso a atención médica asequible y de calidad).
En el ámbito de la salud, donó más de 700 millones de dólares. Dio una subvención de 270 millones para mejorar los servicios de salud pública en Vietnam y otros 176 millones para el Global Brain Health Institute, una iniciativa conjunta entre el Trinity College de Dublín y la Universidad de California en San Francisco. Entre sus últimas donaciones destacadas, destinó 350 millones de dólares para que Cornell construyera un campus tecnológico en la isla Roosevelt de Nueva York.
El altruismo de Feeney influyó a Bill Gates y Warren Buffett cuando lanzaron Giving Pledge, el movimiento que busca transformar las prácticas filantrópicas de las personas más ricas del mundo, motivándolas a aumentar sus contribuciones, a planificar sus donaciones con mayor anticipación y a hacerlo de manera estratégica.
“Chuck fue una piedra angular en términos de inspiración para Giving Pledge. Es un modelo para todos nosotros. Me llevará 12 años después de mi muerte terminar lo que él está haciendo durante su vida”, dijo Warren Buffett, el legendario empresario y líder de Berkshire Hathaway en una entrevista.
“Abrió un camino a seguir para otros filántropos. Recuerdo haberlo conocido antes de comenzar Giving Pledge. Me dijo que deberíamos animar a la gente a no dar sólo el 50 por ciento, sino todo lo posible durante su vida. Nadie es un mejor ejemplo que Chuck”, dijo Bill Gates a Forbes.
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