El 7 de marzo, Mónica Gonzaga (62) cruzó el charco junto a su hijo Adriano Sessa (21) y tres amigos de la infancia para pasar unos días en "Águila", su casa de Punta del Este. Pero mientras estaban disfrutando de una relajada estadía frente al mar, se declaró la cuarentena obligatoria en Argentina. "Teníamos pasajes de vuelta en el buque que salía desde Colonia, ese al que se subió el pasajero con coronavirus. Y como tengo intuición de bruja, les dije a los chicos: ‘Mejor quedémonos acá’. Perdimos los pasajes, pero ganamos en salud", cuenta la actriz. "Al principio pensamos: ‘Bueno, serán unos quince días…’. Como hacía calor disfrutamos de la playa, la pesca, las comidas, las películas a la noche y finalmente fueron casi tres meses que convivimos los cinco acá. Todavía no sé cómo sobreviví. [Se ríe]. Fue muy divertido, ¡de repente tuve cuatrillizos! Ahora los amigos de Adriano se volvieron, pero mi hijo y yo nos quedamos".
–¿Cómo se organizaban siendo tantos en casa?
–Todo se dio de manera orgánica. Cocinábamos entre todos, hacíamos muchas cosas a la parrilla, cada uno trajo sus mejores recetas. Teníamos unas comilonas tremendas con largas sobremesas. Ellos hacían las compras, lavaban los platos y yo limpiaba la casa.
–¿Cómo estás viviendo esta cuarentena a la uruguaya?
–Estoy muy tranquila, me dediqué a arreglar algunas cosas de la casa, hago clases de baile a distancia –que me hacen muy bien a la cabeza– y si sigue el aislamiento obligatorio como hasta ahora, volver a Buenos Aires no tiene sentido. De trabajo no hay nada, además. Si bien yo no tengo miedo a contagiarme, pensá que tuve una enfermedad pulmonar muy fuerte en 2006, estando acá. Una neumonía causada por un neumococo que me dejó al borde la muerte. Estuve internada más de veinte días en el sanatorio Cantegril. Yo sé a qué se refieren cuando escucho ahora a los especialistas hablar de ahogos, terminar en terapia intensiva, el respirador artificial… La verdad es que acá me siento más protegida porque no hay nadie.
–También estuviste al borde la muerte en 2002, cuando se incendió la otra casa que tenías en Punta.
–Sí, y muchos años antes, volcamos en un auto cuando íbamos con Olmedo y también casi nos matamos. Estuve tres veces al borde de la muerte en mi vida. Algo bueno debo haber hecho o algo bueno me queda por hacer que siempre zafo. Nadie te cuenta que en los momentos pésimos después la cosa puede mejorar, pero se ve que tengo algo innato de sobreponerme, levantarme y salir adelante.
MUJER DE GRANDES AMORES
–Describite como madre.
–Me gusta charlar mucho con mi hijo, pero tengo un defecto horrible: en vez de ir poniendo límites de a poco y en paz, guardo, aguanto, aguanto y un día exploto. No es nada psicológicamente correcto, pero ¿cómo hago para ir en contra de mi naturaleza? Soy una escorpiana de ley. A las escorpianas que saben manejar esa energía se las llama águilas, será por eso que a esta casa la llamé "Águila". A ver si estando acá, aprendo. [Se ríe].
–¿En el amor también sos explosiva?
–Totalmente. Empiezo siendo una geisha hasta que les enrosco el cuello como una serpiente. Y como empiezo siendo tan dulce, nadie se imagina cómo pueden terminar.
–¿Dejaste más o te han dejado más?
–Los hombres me han dejado más. Y en mis épocas de sex-symbol me han temido mucho y les costaba acercarse. Así que yo tenía que tomar la iniciativa. Hoy, que ya soy una mujer grande, muchos chicos jóvenes me mandan mensajes a través de Instagram, fotos mías, videos de películas en las que trabajé… Me veo y digo: "Claro, es que era un minón". [Se ríe].
–¿Vos no te veías linda en ese momento?
–Me veía horrible. ¿Te acordás el personaje que Adriana Brodsky hacía con Olmedo? "Soy fea, maestro". Te juro que yo no me veía nada linda.
–¿Saldrías con un seguidor de Instagram?
–Mirá, cada vez tengo más amigas que se animan a salir con alguien de Instagram. Y creo que me voy a tener que subir a esa movida. Obviamente, no voy a salir con alguien de 30, no corresponde, pero tengo ganas de enamorarme y estar en pareja.
–¿Cuánto hace que estás sola?
–Bastante, desde 2011. Mi última pareja fue Rosendo Fraga. Yo me llevo bárbaro con la soledad, pero creo que voy a sentir más el estar sola cuando mi hijo -que está estudiando Ingeniería– se vaya de casa, algo que ya está planificando. Si bien tengo muchas amigas y amigos, el amor de una pareja, de un compañero, es diferente. Me encanta compartir, tener proyectos y admiración mutua, reírnos juntos, disfrutar… Mi única exigencia es que sea buena persona. A esta edad no tengo ganas de relaciones complicadas. El depredador, el enroscado, el psicopateador… ¡No, ya no estoy para soportar eso!
–¿Sos una mujer de grandes amores o de romances fugaces?
–¡Grandes amores! Soy una monógama serial y sexual.
–¿Algún amor olvidable?
–No tengo. Yo terminé amiguísima de todas mis parejas. Imaginate que sigo hablando con mi primer novio de la adolescencia. Con Chacho [Castaña], ¡ni hablar! Un amigo entrañable y un ser muy especial. Con todos estoy en contacto, lógicamente con algunos más y con otros menos, según lo celosas que sean sus mujeres actuales. [Se ríe].
–¿Cómo te relacionás con el universo femenino?
–Tengo muchas amigas, pero creo que me llevo mejor con los varones. El problema debo ser yo, que no soy tan femenina. Yo creo que no habría podido pasar la cuarentena con cuatro chicas de 21 años. Hoy estaría en un psiquiátrico.
–Varias veces dijiste "a esta edad" o "a esta altura de mi vida". ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Yo no digo mi edad, pero no por coqueta, sino por actriz. Además, todo el mundo sabe mi edad, pero no quiero que me encasillen. La última película que hice era la madre de un chico de 21 años y hace mucho fui la madre de Mariano Martínez, que él tenía casi 30. O sea que depende mucho de la imagen más que de la edad.
–¿Te gustaría ser abuela?
–Debe ser una de las cosas más maravillosas que puede pasarte. Pero mi hijo recién tiene 21 años y seguramente tenga que esperar para la llegada de los nietos. Yo guardo energías para ser una abuela hot y muy jovial.
–¿Alguna vez tuviste problemas de drogas?
–No, nunca. Yo estuve mucho con gente que se drogaba fuerte, pero nunca caí. Creo que una frase que me decía mi mamá siempre de chica –"Si tomás drogas, te vas a un lugar del que nunca volvés"– caló hondo en mí. Tuve problemas con pastillas, antidepresivos o para dormir, cuando me quedé viuda con un hijo de seis meses. Por suerte, encontré un médico que me salvó. Y obviamente, tener un bebé en mis brazos que me necesitaba. El cigarrillo también es una droga y hoy no volvería hacer las treinta publicidades que hice de cigarrillos. Yo me creía la mejor del mundo haciendo eso. ¡Ni loca las volvería a hacer!
–¿Te arrepentís de algo?
–Seguramente, si mirara para atrás, encontraría muchas cosas. Pero cuido mucho mi cuerpo y mi cabeza para no quedarme enganchada en el pasado. Soy de la idea de no ir para atrás ni para tomar envión. Siempre para adelante, siguiendo una luz que me guía, aun sabiendo que algunas veces hay túneles oscuros que hay que atravesar.
Agradecimiento: Nati Cuca
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