Moda o convicción
Rastreando en las redes sociales, sobre todo las profesionales, se presenta una polémica de lo más interesante acerca de decantar o no una botella de vino. Están quienes creen que los vinos tintos (sobre todo los nuevos, que cada día se filtran menos o nada) deben decantarse si hay presencia de partículas sólidas, formadas principalmente por materia colorante y taninos.
Muchos opinan que se trata de una operación anticuada, además de poco práctica; incluso la opción de trasvasar, dinámica menos compleja y elegida para vinos sin sedimentos.
La controversia se da cuando todo el mundo coincide en que trasvasar suavemente un buen vino tinto o blanco ayuda a abrir los aromas, por eso hay quien lo elige hasta para los espumosos.
Tomando una postura mas moderada se podría considerar cada vino en función de cómo está (elaboración, estilo, longevidad, nuevas elaboraciones como biodinámicas, etcétera), y decidir entre una decantación o un trasvase, considerando que la oxigenación suele resultar muy efectiva. No es moda, dado que los decantadores ya se usaban en los finales de los 70, aunque fuese sólo en lugares muy selectos.
Acompañando a la evolución de todas las cosas, es bueno compartir que surgieron diseños que contemplan un sistema de frío interno para que los vinos puedan mejorar y mantener la temperatura ideal de servicio.
No siempre el vino llega a la mesa hogareña o la de un restaurante con la temperatura correcta, si no se cuenta con una cava climatizada. El recurso mas visto: correr por una frappera llena de hielo y agua.
Se trata de disfrutar el vino de la mejor manera, el mercado acompaña con propuestas para lograrlo y queda en los consumidores optar por la alternativa ideal.
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