Los anteojos de sol esconden la mirada y aportan esa cuota sensual de misterio, le dan un acabado elegante a casi cualquier look y además son un bien necesario para la salud de nuestros ojos. Tener uno o infinitos es una cuenta que cierra por todos lados. Por estas razones es que están siempre vigentes en las colecciones que se presentan en las pasarelas de New York, Londres, Milán y París. Las marcas a veces proponen modelos lúdicos, coloridos y maximalistas y otras se decantan por presentarlos discretos, elegantes y minimalistas.
Es tal la relevancia que alcanzaron como básico esencial del guardarropas que por primera vez, una casa de lujo como Dior, abrió en enero una tienda pionera en el sector de alta gama en París, dedicada exclusivamente a la venta de gafas y marroquinería diseñada especialmente para preservarlas. Sabemos que tener ropa de una marca de esta alcurnia es un imposible para la mayoría de nosotros, quizás algunos llegan a comprarse carteras, maletines y zapatos, otros algún abrigo, en cambio tener unos anteojos de sol con un logo que nos preste un poco de ese prestigio, está mucho más al alcance y encima tenemos la excusa perfecta para justificar el gasto porque preservan nuestra mirada de los rayos UV.
Ya sabemos que la moda es efímera. Es más que evidente su mecanismo basado en la frecuencia acelerada con la cual aparecen nuevos estilos. También es cíclica, y esta vez, el resurgimiento viene noventoso: parece que se imponen las gafas chiquitas como las que usaban sobre el final del siglo anterior modelos y actrices como Winona Ryder , Drew Barrymore y Kate Moss . De hecho, una de las mujeres más famosas de esos años, que también las usaba, fue Jennifer Aniston que se pronunció sobre esta vuelta en agosto del año pasado cuando de la Revista Glamour le preguntaron ¿qué tendencias renovadas de los 90 creés que lamentaremos? A lo que ella contestó rotunda: “las gafas de sol diminutas. Pienso que son ridículas.”
El resurgimiento de la tendencia
En el comienzo del año pasado, en marzo, durante la Semana de la Moda de París (que en términos de tendencias parece que pasó hace siglos), Balenciaga presentaba en su colección Otoño 2017, unas gafas de sol alargadas que apenas tapaban los ojos de las modelos y no mucho más, dejando a la vista, además de las cejas, parte del párpado superior. Durante la temporada siguiente le siguió Prada. Así es que esta marca italiana, durante la presentación de la Primavera 2018 en Milán, ratificó la tendencia de los anteojos de sol mínimos. Lo mismo pasó en París días más tarde: Miu Miu y Louis Vuitton se sumaron a la lista de marcas que decidieron que para estar en onda había que archivar los anteojos de sol colosales que usamos todos estos años. Bueno, al menos esa es la intención.
¿Útiles o sólo un adorno?
La primera reacción cuando empezaron a circular estos mini anteojos que apenas logran tapar lo que tienen que tapar y que adicionalmente, dejan al descubierto los alrededores, esa piel que mil veces nos recomendaron los dermatólogos que cuidemos de los rayos solares a riesgo de generar envejecimiento prematuro y arrugas indeseables, es la de pensarlos de mínima, como inútiles. Para salir de la duda le pregunté a la diseñadora argentina Carla Di Sí que es, aparte, óptica técnica (Matrícula Nº 7672), si mi primera impresión era correcta: “por más chica que sea la lente protege igual con la protección UV necesaria, sí es cierto que va a dejar más piel expuesta, pero si el anteojo está bien montado sobre el puente de la nariz la visión no va a sufrir problemas”. Lejos de desalentar el uso de esta tendencia dice que “jugar con la moda es de las mejores cosas que nos pueden pasar, sobre todo si nos animamos a romper con lo convencional, por eso es interesante este pasaje de las gafas oversize a las mini-gafas”; de hecho está en pleno proceso de diseño para lograr un anteojo más pequeño que sea actual pero al mismo tiempo confortable, útil y que pueda trascender más allá de la moda de esta temporada en especial.
Marcas como Zara y H&M ya tienen sus versiones de bajo costo y fue una sorpresa para mí saber, también gracias a Carla, que “no son de mala calidad como se podría pensar, tienen la protección adecuada, pero es cierto que van a la tendencia tan pura y del momento que quedan desactualizadas muy pronto”. De paso remarca lo que todos sabemos pero a veces pretendemos olvidar: jamás hay que usar los anteojos que se venden en la calle o en los kioskos porque la reacción mecánica que generan, al ser oscuros, es que la pupila se agrande, de esta forma, no sólo el ojo no está protegido, sino que además, está más vulnerable a la acción nociva de los rayos UV.
Los famosos siempre a la vanguardia
Durante más de una década las celebridades usaron este accesorio para rehuir de los flashes de los fotógrafos o para esconder los rastros de una mala noche o la ausencia de maquillaje, hoy, con una simple pasada por las redes sociales de los medios de moda, podemos atisbar que la época de los anteojos de sol enormes está llegando a su fin. O que al menos hay un complot organizado para convencernos de eso.
Dentro del mundo ese que nos es tan ajeno, el de los famosos, usar estos anteojos mínimos en tendencia, se convirtió en un imán para las cámaras. Celebridades como Millie Bobby Brown , Rihanna , Kim Kardashian , las hermanas Hadid y Kendall Jenner , entre otras, los adoptaron y más de una vez fueron retratadas con ellos. Extrañamente, muchas de las veces, los usan montados como mínimo un centímetro más abajo del puente de la nariz, de manera de que se les vean los ojos. Es un efecto dominó: lo usa uno, lo usan todos. Hay una suerte de ansia entre las personas públicas por diferenciarse del resto sirviéndose del último grito de la moda; aunque el detallito es que todos terminan diferenciándose de la misma forma, aún cuando queda a la vista que la verdadera motivación es la competencia por la popularidad.
Y si bien es cierto que lo que usan los famosos funciona como vanguardia y después se termina replicando en mayor o en menor medida en lo que terminamos usando todos, también está bueno para romper un poco con la mística ver el lado B de la cuestión y no perder de vista el hecho de que no dejan de ser un exhibidor andante de mercancías destinadas a seducirnos primero, para parecer caducas al poco tiempo.
Es probable que mientras termino de escribir estas líneas, una nueva prenda, un nuevo accesorio, una nueva tendencia, se esté gestando y aparezca de a montones mañana en nuestros feeds de Instagram. Yo mientras tanto, empaño mis gafas enormes de sol, las pongo a contraluz para sacarles brillo con un paño y me preparo para otra ronda de resistencia.
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