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Misteriosa, aislada, peligrosa, hostil, mortal. Algunas de las palabras que definen a Sentinel del Norte, una pequeña isla de unos 59,67 km cuadrados de superficie y unos 8 km de ancho, perteneciente al archipiélago de las islas Andamán, en el océano Índico, administrada oficialmente por el gobierno de India.
Para algunos se trata de la misteriosa isla de la que nadie sale con vida, otros la describen como la isla más aislada y peligrosa del mundo y también es conocida, lamentablemente, por algunos asesinatos que se produjeron con arco y flecha.
¿Cómo es esta misteriosa tribu?
Según la organización Survival International, esta comunidad desciende directamente de las primeras poblaciones de humanos provenientes de África y se cree que se encuentran en la zona desde hace unos 55.000 años. Su idioma es muy diferente al de los habitantes de otras islas del Índico y probablemente esto se deba a que se trata de una etnia que está completamente separada y aislada de lo que sucede en el resto del mundo, permaneciendo desde sus orígenes sin haber mantenido contacto con el exterior.
“Casi todo lo que conocemos de los sentineleses procede de las observaciones realizadas desde embarcaciones amarradas más allá de lo que alcanzan las flechas desde la orilla. Los sentineleses cazan y recolectan en la selva y pescan en las aguas de la costa. Construyen embarcaciones (unas canoas muy estrechas) que sólo se pueden usar en aguas poco profundas ya que son dirigidas e impulsadas con una especie de vara larga. Se cree que los sentineleses viven en tres pequeñas comunidades”, describe survival.es.
Aparentemente, esta tribu tiene dos tipos diferentes de casas: largas cabañas comunales con especies de habitaciones para diferentes familias, y refugios más temporales, sin paredes laterales. “Las mujeres visten cuerdas atadas alrededor de la cintura, cuello y cabeza. Los hombres también llevan collares y cintas en la cabeza, pero con cinturones más anchos. Los hombres llevan lanzas, arcos y flechas”, según investigó el mismo sitio.
Asesinaron a dos pescadores
Si bien se desconocen los motivos, esta población (se calcula que serían menos de 100 habitantes tras el tsunami de 2004) detesta todo tipo de intentos de visitas. Y suelen arrojar lanzas de madera y piedras a cualquier barco, avión o persona que se acerque.
“Son tan desconocidos que aún en la propia India hay poca consciencia de su existencia. La última vez que se les prestó atención fue tras el tsunami de 2004, cuando el gobierno indio investigó si habían podido sobrevivir al desastre”, sostuvo en 2018 Ayeshea Perera, editora del Servicio Hindi de la BBC, en Delhi.
Justamente, tras el tsunami de 2004 el gobierno de India revisó en helicóptero las condiciones en que estaba la tribu y fueron recibidos con flechazos. Claramente, a los miembros de esta tribu no les gusta hacer amigos. “Su resistencia a todo contacto con el mundo exterior ha hecho imposible que alguien se pueda acercar a ellos”, agregó Perera.
El 2006 se produjo un grave incidente cuando los sentineleses asesinaron a dos pescadores indios que habían amarrado su barco cerca de Sentinel del Norte para descansar tras un viaje de varias horas por la isla. A partir de ese momento las autoridades de la India convirtieron Sentinel del Norte en “zona de exclusión”.
Un valiente antropólogo
Trilokinath Pandit, un antropólogo indio que estudió las tribus de Andamán, realizó su primer viaje a la isla en 1967. Y en esa oportunidad los nativos se escondieron en la jungla. Sin embargo, lo volvió a intentar en 1970 y 1973, pero en ambas oportunidades él y su tripulación fueron atacados a flechas.
Pandit no pensaba rendirse tan fácilmente y en 1974 se animó a realizar el cuarto intento. Y pese a que decidió llevarles golosinas como cocos, los residentes no quisieron saber nada con ese gesto. “Nos daban la espalda y se sentaban en cuclillas como para defecar. Pretendían insultarnos y decir que no éramos bienvenidos”, contó el antropólogo.
La quinta sería la vencida para un persistente y perseverante Pandit que en enero de 1991, junto a un grupo de colaboradores, se acercó nuevamente a la isla donde fue recibido por un grupo de hombres, mujeres y niños desarmados. En esa última visita, al menos, no hicieron ademanes de posibles ataques y hasta intercambiaron no solo cocos, sino también algunas sonrisas.
Una de las consecuencias que tiene esta tribu por no interactuar con el exterior no desarrollaron las defensas necesarias para hacerle frente a las enfermedades modernas y, por lo tanto, tienen altas probabilidades de terminar extinguiéndose.
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