"Este departamento lo compró Daniel, lo ambientó y mudó todo, hasta mi ropa, sin decirme nada. Una noche, cuando yo volvía del interior, adonde había viajado para conducir un desfile, me fue a buscar a Aeroparque y agarró un camino diferente. ‘¿Adónde vamos, Daniel?’, le pregunté. ‘Te voy a dar una sorpresa’, me respondió. Entramos, estaban todas las luces prendidas y ya nos quedamos acá. Nosotros vivíamos en una casa en Barrio Parque y como yo salía mucho de noche –porque siempre fui muy ‘nochera’ y él no– le daba miedo cuando yo volvía". Así, con esta anécdota y una taza de té en la mano, Mirtha Legrand da comienzo a una charla sincera e intimista con ¡HOLA! Argentina.
–Tuviste un 2019 difícil: primero tu operación [debió ser sometida a una compleja cirugía abdominal] y después la muerte de tu hermano Josecito…
–Fue un año muy duro. La gente cree que yo me sobrepongo fácilmente, pero lloro mucho sola. Yo mojo la almohada con mis lágrimas. Es cursi la frase, pero es verdad. Pienso mucho en José, él me llamaba todas las mañanas y lo extraño tanto... Me da pena no tenerlo, éramos muy unidos los tres hermanos. De la operación salí muy bien, gracias a Dios.
–¿Cómo fue el momento en que te dijeron que tenían que operarte?
–Era un domingo. Estaba internada y alrededor de mi cama estaban mi hija Marcela, mi nieto Nacho, mi médico –el doctor Guillermo Semeniuk– y el cirujano, el doctor Carlos Arozamena. "Mamá, hay que operarte", me dijo Marcela. "¡Ay, no!", fue me respuesta. "¿Puede ser mañana?", pregunté. Y Arozamena me dijo: "No, es ahora".
–¿Tuviste miedo?
–Sí, mucho. Le tengo miedo a la anestesia, como todas las personas mayores. Después estuve dos días en terapia intensiva que fueron un infierno. Pedí que me sacaran de ahí porque me levantaba sola y me iba, te juro. Me repuse muy rápidamente, debo dar gracias por el organismo que tengo. En una persona tan mayor como yo fue casi milagrosa mi recuperación.
–A lo largo de tu carrera, varias veces tuviste que hacer duelos delante de cámara…
–A veces me arrepiento, después de la muerte de Dani, mi hijo. La televisión es cruel, te llaman, te exigen, te piden que vuelvas… Yo me vestí de negro durante un año cuando murió Dani para mis programas. Hay que sanar porque son heridas muy profundas y dolorosas. Después de la muerte de Josecito, con mi hermana Goldy nos unimos aún más. Ella también lo llora mucho, a tal punto que hace poco le dije: "Tenemos que dejarlo ir, él siempre nos va a cuidar". Ahora lo van a cremar porque fue un pedido de él. José quería que sus cenizas sean esparcidas en Villa Cañás, pero creo que va a ser en el Río de la Plata.
Pienso mucho en Josecito, él me llamaba todas las mañanas y lo extraño tanto… Me da pena no tenerlo, éramos muy unidos los tres hermanos
GOLDY, SU MEJOR CONFIDENTE
–¿Cómo pasaron con Goldy su último cumpleaños?
–Bien, acá en casa con familia y amigos. Fueron catorce invitados. Yo igualmente estaba muy apesadumbrada por la muerte de Sofía [Neiman]. Primero me avisó Lucía Galán de la muerte con un mensaje y al instante, me llamó Marcela llorando a los gritos. Fue un shock muy grande para todos, era una gran amiga de la familia.
–¿Quién insiste más para celebrar: Goldy o vos?
–¡Yo! Goldy no quiere festejar. Tengo que rogarle para que venga. Siempre nos sentamos las dos en la cabecera de la mesa.
–¿Cuántas veces por día hablás por teléfono con tu hermana?
–Tres o cuatro veces. Hablamos de la salud, de nuestras amistades, de televisión… Ella escucha mucha radio, está informada de todo. Me hace comentarios sobre mi programa, me da consejos ["Pedí que te acerquen más el escritorio, así no tenés que caminar tanto cuando entrás"]. Goldy me cuida, nunca me hiere, aunque me dice las cosas que no le gustan.
–¿Alguna vez estuvieron peleadas?
–¡Nunca! A veces ella se enoja porque me llama justo cuando estoy viendo algo en televisión que me interesa y le digo: "Goldyta, no te puedo atender ahora". "Pero Chiquita, ¿cuándo te puedo llamar, decime a qué hora… porque siempre tenés algo que hacer?", me responde. "Sí, Goldy, yo trabajo, vos no". [Se ríe].
–Hablando de trabajo, ¿cómo fue este verano que no estuviste en la TV?
–Muy raro, yo quería ir a Mar del Plata a hacer mis programas. Igualmente fui por mi cuenta y vi catorce obras de teatro. Hice una vida muy placentera. Lo que sucede conmigo cuando llego a los teatros es algo increíble, es una ovación. Algunas nenas se me acercan y me muestran que se ponen muchos anillos como yo. "¿Qué verán en mí estas chiquitas?", me pregunto yo.
–¿Siempre tenés ganas de hacer cosas?
–No te creas, eh. A veces empiezo protestando porque soy muy rezongona. Por ejemplo, hoy no tenía ganas de hacer esta nota: ponerme medias, maquillarme, peinarme… Pero después, una vez que estoy, cuando ya puse la máquina en movimiento, me da tanta felicidad. Es mi profesión, es lo que me gusta. Cuando me quedo en la cama, leo mucho –por lo menos dos diarios por día–, hago la Claringrilla para poner en funcionamiento mi cerebro. Después miro noticieros, programas políticos que me encantan.
A Ámbar, la hija de Juana, le encanta actuar y se está preparando. Toma clases de teatro. Me da una enorme alegría que ellas sigan mi camino
CINCUENTA Y DOS TEMPORADAS A LA MESA
–Dijiste que este año no vas a tocar temas políticos…
–Me cansé de que me critiquen, quiero estar en una meseta tranquila. Igualmente le mandé un Whatsapp al Presidente para invitarlo al primer programa. Me agradeció muchísimo y me dijo que le había dado una gran alegría mi mensaje, pero que lo dejáramos para más adelante. Fue una respuesta muy afectuosa.
–¿Invitarías a Cristina Fernández?
–No. Es una mujer muy viva, inteligente, muy astuta y no me gustaría perder con ella.
–¿Hubo alguien, en estos más de cincuenta años de almuerzos, que nunca lograste sentar a tu mesa?
–Rodolfo Bebán. Nunca supe por qué. Cuando murió Daniel, que me reemplazó Romay en la conducción, él fue al programa. Seguramente no me tenía simpatía.
–¿Cómo manejás la competencia, el rating?
–A mí me gusta ganar, pero hay días que pierdo. Siempre me va bien, pero Andy [Kusnetzoff] –mi competidor de los sábados a la noche– está muy fuerte.
–¿Te molesta que el programa de él sea parecido al tuyo?
–¡Sí, me molesta! Es una copia aggiornada de mi programa. La diferencia es que él hace preguntas muy sexuales que yo no trato en mi programa.
–Si mañana te dijeran que se terminan los almuerzos, ¿qué otro tipo de programa te gustaría hacer?
–Yo siempre voy a querer seguir con los almuerzos porque son una marca registrada. Es un clásico de la televisión argentina: Mirtha son los almuerzos. Toda una vida, algo único en el mundo. Ficción tampoco haría porque no me gusta estudiar libretos.
¿Si invitaría a Cristina Fernández a mi programa? No. Es una mujer muy viva, inteligente, muy astuta y no me gustaría perder con ella
–Tu nueva frase de cabecera en el programa es "Señores, yo ya soy una leyenda".
–Este año voy a decir: "Señores, soy una leyenda y esta leyenda continúa".
–¿Qué te gustaría que recuerden de esta leyenda cuando ya no estés?
–Mi carrera, mi personalidad y mi físico también. El otro día fui a ver a Martín Bossi al teatro y al terminar la función dijo: "Voy a saludar a la mujer más bonita de la Argentina". Me encantó ese piropo.
–¿Estás más flaca?
–Sí, bajé casi seis kilos. Como de todo, pero muy poco. Me gusta verme así. "¿Yo era gorda?", le pregunto a alguno de los diseñadores que me visten. "No, eras gordita…", me responden. Usan el diminutivo para no herirme. [Se ríe]. Cada día que pasa soy más coqueta porque cada día quiero gustar más.
–¿Te volverías a hacer una cirugía de cara?
–No, me hice una hace como veinte años y quedé espléndida, como en Los martes, orquídeas. [Se ríe]. Fue un gran revuelo mediático. Me acuerdo que estaba internada en una habitación de la planta baja del sanatorio Agote y escuchaba a los periodistas que decían: "Mirá, si sacamos el aire acondicionado, le podemos hacer unas fotos recién operada". ¡Yo he pasado por todo!
–¿Tomás algún analgésico, algo para dormir?
–No, no tomo nada. Cada tanto alguna aspirina… Me cuido, me hago análisis, estudios, me ocupo de mí.
VIDA DE ESTRELLA
–Así como hicieron con Luis Miguel, Maradona o Carlos Tevez, ¿aprobarías una serie basada en tu vida?
–No me agradaría, lo siento como un manoseo. No quiero que se metan tanto conmigo porque me gusta tener una parte de mi vida que nadie conozca. Susana tampoco quiso.
–Ámbar –la hija de Juana– quiere seguir tus pasos…
–Sí, le encanta actuar y se está preparando. Toma clases de teatro. Me da una enorme alegría que tanto Juana como Ámbar sigan mi camino. Yo le hice armar un dormitorio en suite a Ámbar en esta casa porque le encanta quedarse a dormir. Conversamos mucho, me cuenta de su colegio, sus amigas, hablamos mucho de viajes… Yo le pregunto si tiene novio. Juana y su hija son dos seres extraordinarios, sensibles, maravillosos. Juana es vegetariana y Ámbar, vegana. Cuando voy a comer a lo de Juanita, vuelvo muerta de hambre porque me da todo verde. [Se ríe a carcajadas]. La verdad es que tengo una familia divina, cariñosos, nunca me piden nada, yo les regalo.
–¿Alguna vez tomaste un colectivo?
–Quizás alguna vez, cuando era muy jovencita, pero desde que me hice conocida, nunca más.
–¿Alguien te llama por tu verdadero nombre, Rosa María?
–Sandro era el único que me llamaba Rosita, pero a mí me gusta ser Mirtha Legrand, me gusta ser famosa. El año pasado, cuando estuvimos los tres hermanos en Villa Cañás para un homenaje que nos hicieron, todos me decían Mirtha o Chiquita. ¡Qué lindo viaje fue, los tres de nuevo en el pueblo!
–¿Te molesta que te llamen la Reina Madre de la televisión?
–Eso me lo puso Chiche Gelblung y al principio me molestaba. Pero hoy me gusta porque es verdad, soy la Reina Madre. Yo hace unos años fui muy noble y después de aguantarme que se metieran todo el tiempo con mi edad, dije en mi programa cuántos iba a cumplir [se refiere a los 90]. En ese momento lo sentí y lo dije y fue una manera de soltar el tema. A la que no le gustó nada fue a Goldy. [Se ríe].
–¿Te considerás feminista?
–No, pero me enorgullece todo lo que han logrado las mujeres con sus luchas y reclamos.
–¿Alguna vez te acosaron o viviste una situación incómoda?
–Nunca. Mirá que he besado en todas las películas, pero nunca me pasó. Siempre me sentí muy respetada.
No me agradaría que hicieran una serie basada en mí. Lo sentiría como un manoseo y me gusta tener una parte de mi vida que nadie conozca
–¿Quién es Mirtha Legrand?
–Una mujer muy trabajadora, competitiva y muy argentina. Amo mi país y cuando leo los diarios, lloro por mi país, me duele lo que pasa. Yo viví cuando éramos el séptimo país más rico del mundo y pienso todo el tiempo cómo pueden hacer los gobiernos para que todos tengan trabajo y un plato de comida. Han robado mucho los políticos.
–¿Tenés alguna cuenta pendiente?
–No, de ningún tipo.
–¿Te da miedo la muerte?
–De eso prefiero no hablar, pero claramente cuando sos grande, te da miedo. Siempre pienso que me voy a encontrar con Daniel y con mi hijo Dani, pero me gustaría morirme antes que mi hermana Goldy porque no podría soportar ese dolor. Siempre digo que hay que disfrutar cada momento porque la vida es muy corta…
–Es casi una ironía que vos digas que la vida es corta.
–Sí, ¿verdad? [Se ríe]. Yo nunca pensé llegar a esta edad. Me despierto y pienso: "¿Cuántos años tengo? ¿Cómo puedo tener tantos años? ¿Cómo puedo seguir tan activa, con mi cuerpo y mi cerebro que me responden tanto?".
Estilismo: Héctor Vidal Rivas Peinado: Lía Sánchez Maquillaje: Gladis Andrade Agradecimientos: Elvira Guaraz, Iara, Claudio Cosano y Secretísimo
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