Mirada sostenida
En la tierra de Shaka Zulu, un acercamiento a las viejas costumbres
Cerca de la ciudad de Durban, en la provincia de KwaZulu-Natal (Sudáfrica), se encuentra la región de las Mil Colinas. Espectacular paisaje presidido por cientos de elevaciones y promontorios. Aquí se reúnen granjas, casas de familia y centros de actividades al aire libre. Todo rodeado de un verde maravilloso y un sol templado. Por esto y mucho más, a esta región se le ha puesto el mote de Garden Province (la provincia jardín).
Tal vez ese mucho más tenga que ver con la herencia que han recibido de su historia.
Esta es la tierra de Shaka Zulu, uno de los reyes más significativos de la región, que finalmente unió esta nación de guerreros que antes se encontraba distribuida en diferentes clanes y familias.
Orgulloso, altanero, por momentos tremendamente cruel, pero dotado de una cualidad inigualable para liderar ese encargo de conquistar toda la region, se transformó en una verdadera pesadilla para los colonos tanto ingleses como boers que trataban de expandir su área de influencia.
La muerte de su madre hizo que detuviera todo tipo de campaña militar y desarrolló en él una mentalidad psicótica. Una conspiración realizada por sus hermanos acabó con su vida a los 41 años. Tal es el legado tan fuerte que ha dejado que la gran mayoría lo ve como el símbolo de la independencia zulú.
Su nombre está presente prácticamente en todos lados, comenzando por el aeropuerto al que uno llega, y es imposible escaparle a su presencia.
No hace falta más que nombrarlo para que los pechos se inflen y blancas sonrisas den comienzo a alguna de las cientos de anécdotas que se cuentan sobre él.
De esta manera y con la mente imaginándome los famosos impi, las formaciones militares formadas por el Rey León, recorriendo a toda velocidad las colinas aledañas, me acerqué a una aldea local paraconocer un poco más de sus costumbres diarias. Para eso llegué al kraal o umuzi de esta familia dispuesta a mostrarme cómo viven. (Si bien esto ya no es común, en estos días tengo la suerte de poder ser testigo de cómo todavía se mantienen las viejas costumbres.)
Me dio la bienvenida Patrick –nombre europeo que recibió en el colegio durante los terribles años del Apartheid– con otra inmensa sonrisa:
–Sawubona, unjani… (Hola, cómo estás)
Y haciéndose a un costado y acompañando el movimiento con la mano me hizo entrar al corazón del hogar Zulu.
Dividido en dos círculos concéntricos formados por el interior donde se guarda el valioso ganado, la riqueza de la familia se mide por la cantidad de vacas que uno tiene, lo que indica también poder y la posibilidad de conseguir una mujer y el exterior donde se encuentran las iQukwane, las chozas donde viven los miembros de la familia.
Mi anfitrión me llevo a una de las chozas más importantes del kraal, donde se reúne la familia para tomar las decisiones más trascendentales. Ahí iba a conocer al inkosi o jefe de la familia.
Dueño de una presencia cautivante se encontraba sentado en el medio de la choza. Su mirada penetrante no podía ser esquivada, desplegaba autoridad sin decir una sola palabra.
Siguiendo la costumbre, los hombres se sientan a la derecha y las mujeres a la izquierda, ubicándose por importancia desde el interior hacia la salida, por eso no me sorprendió estar sentado casi sobre la puerta, lo cual me hizo quedar directamente enfrente del pater familias zulú. Con él comencé este extraño juego de sostener la mirada, sin pestañear.No volaba ni una mosca.
Prometo develar qué sucedió a continuación en las próximas semanas...
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