Digna de ser visitada más de una vez, volvemos a ingresar a una de las elegidas del libro Casas con Encanto. Se trata de una vieja morada de José Ignacio que, tras una reforma, se transformó en tres armónicos volúmenes independientes que convergen en un patio como los de antaño: lugar de encuentro y oasis.
Digna de ser visitada más de una vez, volvemos a ingresar a una de las elegidas del libro Casas con Encanto. Se trata de una construcción de los años 60 en José Ignacio que, tras una reforma, se transformó en tres armónicos volúmenes independientes que convergen en un patio como los de antaño: lugar de encuentro y oasis.
Con profunda lógica, el arquitecto Diego Montero preservó, estilizándolo, el espíritu de los ranchos de la zona, por lo que no sumó los metros requeridos con segundos pisos. Antes bien, renovó los dos módulos originales y agregó un tercero.
Primer módulo
Esta sección se destinó a los espacios comunes: el living con chimenea, el comedor y la cocina. Parte del secreto de su aparente simpleza se encuentra en los colores, que repiten -sin dar la sensación de un calculado esfuerzo- los rojos y los verdes; y la distribución justa de muebles bien proporcionados.
A pedido de los dueños de casa se optó por artefactos reciclados de luz reciclados o comprados en remates.
El living se conecta con el comedor. En esta unión se evidencia la armonía de los materiales: mármol de Carrara, madera en el mobiliario y machimbre.
Rectangular y luminosa, una de las señas distintivas de este sector son los grandes paños de vidrio, de la mesada al techo, que se colocaron en lugar de las clásicas alacenas.
Segundo módulo
Este volumen se destinó a la intimidad: el dormitorio de los pequeños y la suite principal.
Dos losas sirven de apoyo a cuatro colchones, para invitar amigos a dormir o usar como sofás.
En el dormitorio principal cama con respaldo tapizado en loneta, manta tejida en Bolivia y un almohadón de corderito (Laura O.). Mesa de luz reciclada, con patas de hierro y tablero de cuero.
Una placa de vidrio esmerilado permite acceder del dormitorio principal al baño en suite con un espejo con marco de caracoles. Tanto la bacha como la mesada son de mármol de Carrara.
Un lenguaje de integración funde interior con exterior. Ambos comparten un mismo concepto orientado hacia lo rústico, la misma paleta cromática y los materiales. Como por ejemplo la madera -natural o pintada de blanco-, el hormigón y la losa.
Corazón al aire libre
La construcción gira entorno a este patio que aporta la vitalidad del sol, el cielo y el agua a esta casa con estructura de caserío, un planteo con la cualidad adicional de ofrecer recorridos por caminos de ladrillos y rincones para descansar en conexión con el verde.
Cuando el sol cae, la iluminación hace su magia, con una araña de chapa que pende baja, o artefactos que proyectan luz rasante sobre las columnas.
Tercer módulo
En la última sección que se incorporó a la vivienda hay una sala de estar, centro de reunión y relax familiar.
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