Miedos e incertidumbres: cómo impacta la crisis a nuestra salud
La situación política y económica actual luego de las elecciones del domingo pasado, con el nuevo valor del dólar, con temores por desabastecimiento y falta de precios en productos de supermercados, con miedos por una posible hiperinflación, genera una incertidumbre sobre el futuro que puede ser experimentada por algunas personas con ansiedad, con temor, con miedo por lo que vendrá, que si sobrepasa ciertas cantidades puede ser perjudicial para la salud tanto física como psíquica. Situación que va más allá de banderas políticas, de contentos o descontentos por los resultados electorales. Incertidumbre generalizada que experimentan quienes temen por cómo será el futuro próximo cuando lo desconocen y que pueden vivenciarlo como caótico.
El temor a no contar con las herramientas necesarias para atravesar una crisis económica sin "morir en el intento" genera en algunos casos altos niveles de estrés que tienen consecuencias negativas en la salud. Desde modificaciones fisiológicas por la segregación de ciertas hormonas que preparan para el ataque o la huida al sentirse amenazados, hasta trastornos psicológicos como resultado de frustraciones y temores de los que no se sabe si se van a recuperar, incluyendo posibles daños al narcisismo que pudieran resultar irreversibles.
Por naturaleza estamos preparados para reaccionar frente a un peligro eligiendo atacar o huir luego de analizar la situación que nos amenaza. Esto nos pone en "alerta", que es ese momento en el que elegimos cuál será la acción más adecuada para la ocasión.
Cuando esta situación persiste en el tiempo el estado de alerta que no cesa se convierte en perjudicial. Se mantiene un estado fisiológico y mental que sólo es apropiado por unos instantes y que pierde efectividad si se sostiene en el tiempo y termina haciéndonos daño. Así es como cuerpo y mente sufren esta situación de estrés con distintas consecuencias sintomáticas. Es lo que sucede frente a situaciones de crisis, sobretodo si se refieren a hechos sociales o económicos que exceden las posibilidades de respuesta personal y que atañen al grupo social en el que vivimos.
Muchos miedos son fomentados por un comportamiento grupal que teme frente a ciertas amenazas, como la inseguridad, catástrofes naturales, enfermedades, hasta miradas sobre un futuro oscuro y sin posibilidades de crecimiento económico, que inciden negativamente en lo particular. De ese modo el grupo no sólo no funciona como contención sino que se transforma en agente angustiante. Pensado desde la consideración grupal, el miedo también puede ser utilizado como mecanismo de control social.
Existen distintos tipos de miedos que podemos experimentar. Los miedos de las fobias que se dirigen a objetos o situaciones particulares; los miedos a enfermar o morir que podemos pensarlos como miedos hipocondríacos; miedos generalizados que pueden presentarse como "personalidades miedosas" que suelen temer a todo o casi todo evento en la vida. También existen el miedo de la paranoia y los miedos que conocemos como "ataques de pánico" tan comunes en la actualidad.
Miedo reales y miedos neuróticos
Existen miedos "reales", que se desprenden de situaciones que la realidad propone como amenazantes, y miedos "neuróticos", que son aquellos que se relacionan a nuestro mundo de fantasías, pero que nos generan un miedo tan real como el primero. En este grupo entran las fobias, la hipocondría, la paranoia, los ataques de pánico.
Los "miedos reales" se irán cuando acabe la situación de amenaza real, mientras que los "miedos neuróticos" necesitan ser analizados para resolverse, es decir, encontrar su significado, para que dejen de existir.
El ataque de pánico es uno de los trastornos más comunes en la actualidad. Se trata de un miedo patológico que se presenta de modo sorpresivo, sin motivo aparente, que genera alteraciones físicas como sudoración, taquicardia, mareos, junto a ciertas alteraciones psicológicas que se presentan como ideas de muerte o de que algo terrible va a pasar.
El ritmo de vida actual, rápido y estresante, las crisis, la globalización y las respuestas inmediatas de Internet, las redes sociales como característica principal de nuestro modo de relacionarnos más superficial, menos comprometido con nuestros pares, la sobrevaloración de la imagen por sobre otros aspectos de nuestra personalidad, van modificando la conformación de nuestro psiquismo, de nuestra personalidad. Así va disminuyendo el desarrollo de ciertas características necesarias para vivir saludablemente, como la tolerancia a la frustración, la capacidad de espera, el compromiso afectivo y la consideración más profunda de nuestros sentimientos, y de este modo queda facilitada una respuesta patológica como el ataque de pánico frente a ciertas situaciones de la vida.
El estrés crónico provocado por la exposición constante a un estado de "alerta" por sentirnos amenazados en situaciones de crisis, no sólo predispone ciertos síntomas psíquicos, también conlleva consecuencias físicas que pueden llegar a dar lugar a distintas enfermedades cardíacas o metabólicas entre otras.
La redactora es licenciada en psicologia
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