Hace rato que Enrique Garabetyan venía rumiando la idea de comprarse una moto, y la cuarentena –o, mejor dicho, la perspectiva de que en algún momento concluya– parece haberle dado el empujoncito que le hacía falta para tomar la decisión. "Imagino que el transporte público va a ser bastante tortuoso y exigirá largas esperas para evitar aglomeraciones. Incluso hacer reservas previas. Pienso el tema de la moto más por cuestiones de eficiencia personal que de seguridad en salud", cuenta este periodista de 55 años, que planea cambiar tren y colectivo por moto para sus futuros desplazamientos.
La salida de la cuarentena de muchos países –e incluso de numerosas jurisdicciones argentinas– lleva a pensar cómo será volver a moverse en la ciudad cuando el encierro termine. Como señaló una reciente encuesta de Adecco, casi la mitad de los trabajadores argentinos (46,74%) evitará el uso de los medios de transporte públicos no bien pueda retomar sus rutinas laborales (y de hecho muchas empresas han empezado a ofrecer a sus empleados herramientas para favorecer ese cambio).
Sin vacuna a la vista y con el virus circulando, el distanciamiento social seguirá siendo norma, cambiando nuestra forma de trasladarnos. En ese horizonte, la poscuarentena inmediata emerge como un catalizador para una de las tendencias que hace rato venía tomando carrera: la micromovilidad. Motos y bicicletas, pero también monopatines y bicis eléctricas ganarán un lugar hasta ahora impensado, que obligará a reformular espacios y hábitos.
"La nueva movilidad estará determinada en gran medida por decisiones más individuales y más conscientes", afirma Nicolás Estupiñan, Secretario de Movilidad de Bogotá, Colombia, ciudad que experimenta una reducción de la movilidad urbana del 85% desde que ingresó en cuarentena el 25 de marzo, y que desde entonces ha incorporado 84 kilómetros de ciclocarriles exclusivos para bicicletas: "Decidimos que esos ciclocarriles serán permanentes", agrega.
"Es que dentro de los datos y encuestas que hemos obtenido durante el aislamiento preventivo obligatorio hemos encontrado que al 59% de las personas que están saliendo hoy les gustaría moverse en bicicleta –agrega–. En la nueva normalidad, con la nueva movilidad, es fundamental poder captar en la bicicleta a estas personas que van a tardar en regresar al transporte público".
En la ciudad de Buenos Aires, aunque muchos de los que se asoman a las calles después de semanas de encierro se sorprenden por la cantidad de gente circulando, lo cierto es que es muy menor si se compara con la precuarentena: en un día laboral hoy se realiza el 26% de los viajes en colectivo que eran habituales, pero en lo que respecta a trenes y subtes, el porcentaje es mucho menor (11% y 6%, respectivamente). Incluso la vuelta al auto recién representa el 56% del tráfico habitual de la última semana preconfinamiento.
En ese contexto, la encuesta de Adecco lleva a preguntarse cómo será la salida de la cuarentena. "Que casi la mitad de los trabajadores evite usar transporte público por miedo al coronavirus es una actitud que se reflejará en el momento inmediato en que se levante el aislamiento –dice Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco Argentina–. Por otro lado, entendemos también que ya nada volverá a ser como antes. No creo que volvamos a tomarnos un colectivo o un subte abarrotado de gente, por ejemplo, y habrá que adaptarse a las nuevas normas que indique el Estado al respecto".
Ese entramado de miedos, trámites burocráticos (como los cada vez más engorrosos y efímeros permisos de circulación) y limitaciones (reales o establecidas por el gobierno) de la actual infraestructura de transporte será el que modelará nuestros hábitos de desplazamiento urbano en el futuro cercano.
Juanjo Méndez, secretario de Transporte y Obras Públicas porteño, distingue dos etapas en ese horizonte: "Una primera en la que se mantiene la necesidad del distanciamiento social, porque todavía hay circulación viral, y después una segunda etapa, donde desaparece el requerimiento del distanciamiento pero en la que la pandemia probablemente nos haya hecho incorporar algunos hábitos de movilidad que se mantengan para siempre".
Es que mientras se mantenga la necesidad de distanciamiento social, continúa, "la gente va a empezar a vincularse más con dispositivos como las bicicletas, las bicicletas eléctricas y los monopatines eléctricos. Esto también se va a ver favorecido por las restricciones [ya presentes] en la capacidad del transporte público y en el hecho de que si todos los que pueden se vuelcan al auto el tránsito mismo, que va a colapsar, va a poner un límite a su capacidad de uso. A medida que los vecinos se vinculen con alternativas de micromovilidad, van a encontrar que son bastante ágiles y muy económicas, y probablemente no quieran volver al transporte público, o vuelvan solamente algunos días o en algunas situaciones".
"Todo lo que signifique un uso más racional de los recursos y del espacio debería tener un lugar, empezando por crear las mejores condiciones para peatones y para ciclistas", opina el arquitecto y urbanista Andrés Borthagaray, director de Ciudad en movimiento (América Latina) - Furban, al respecto del avance de la micromovilidad, y señala aspectos a trabajar para favorecerla que pasan por delimitar espacios separados: "Es necesario peatonalizar las veredas, liberándolas del estacionamiento de motos y la publicidad a 45 grados. Las motos deben tener espacio en las calzadas y los carteles publicitarios deben subordinarse al espacio para caminar y no a la inversa. En la calle, y no en la vereda, la micromovilidad tiene un buen potencial".
En la vereda, vale aclarar, también transcurrirá buena parte de la nueva movilidad, ya que no son pocos los que optarán por hacer a pie trayectos cortos. O no tanto. "Siempre que pueda, voy a tratar de hacer la mayoría de mis viajes caminando; para el resto empezaré a usar la bici", dice Adriana Frías, empleada de un restaurante palermitano. Por su parte, Martín Caride, consultor en comunicación, es más extremista: "Pienso mudar mi oficina más cerca de casa para poder ir caminando y evitar el transporte público o el auto".
Los eléctricos
Un dato que señala el explosivo interés por medios de micromovilidad es el incremento de las consultas en torno a las bicicletas y los monopatines eléctricos. En el último mes, por ejemplo, las consultas por monopatines eléctricos que recibió la marca Max You se incrementaron un 300%. También un notorio aumento de las consultas (y las ventas) recibieron en Rodar Electric, empresa dedicada a la fabricación y venta de bicicletas eléctricas: "La gente por costos y para evitar contacto con otros se va a volcar al transporte eléctrico unipersonal –sostiene Martín Savage, director de la firma–. Si el estado facilita acceso al financiamiento sin tantos requisitos, este tipo de movilidad se puede imponer y quedarse para siempre. Es un trasporte que hace feliz al usuario y a su entorno".
"La realidad es que la pandemia lo único que hizo fue acelerar en Buenos Aires una tendencia que se veía en el mundo desde hace años, y está igualando en términos de movilidad a Buenos Aires con otras grandes capitales como Nueva York, París, Londres –sostiene Lucas Kunowsky, propietario de Lucky Bikes, local que también experimentó un sensible incremento en la venta de monopatines y bicicletas eléctricas–. El transporte tradicional hace rato que venia mostrando sus límites y estaba generando un problema que exigía una solución. La pandemia lo que hizo es poner sobre la mesa una restricción adicional".
La micromovilidad se ha convertido incluso en una alternativa atractiva para empresas que quieren evitar que hoy sus empleados acudan al trabajo en transporte público. "La movilidad de las personas con las que trabajamos es siempre un punto a tener en cuenta ya que afecta directamente su trabajo y hoy se convierte además en una preocupación dado el contexto de pandemia que estamos viviendo", cuenta Belén Crouzel, socia de la empresa de diseño Muett, y agrega: "Para cada empleado lo resolvimos de una forma distinta, pero el caso más urgente era el encargado de depósito, cuyo trabajo es imposible de realizar remoto y lo resolvimos comprándole una bicicleta plegable. Él vive a unas 40 cuadras del trabajo, distancia muy larga para hacer caminando pero perfecta para hacer en bici usando las ciclovías. Así, en lugar de exponerse al transporte público, puede llegar al trabajo con su propia bici en 25 minutos, pedaleando tranquilo".
Son muchas las compañías que, en la vuelta a la actividad, han comenzado a ofrecer distintas herramientas para que sus empleados eviten el transporte público. En las oficinas de la farmacéutica MSD, por ejemplo, se habilitaron cocheras para los empleados que concurren en auto y servicios de charters provistos por la empresa. En Unilever, cuenta Melina Cao, directora de recursos humanos, "desde hace varios años contamos con un servicio de charter disponible para todos nuestros empleados, y ahora ampliamos los recorridos y sumamos más paradas para evitar el uso de transporte público. Además, duplicamos los servicios para que viajen menos personas por vehículo, utilizando el 50% de capacidad por charter".
En Patagonia Flooring, cuenta su CEO, Daniel Saramaga, "como parte de nuestro protocolo de seguridad hemos puesto a disposición de la mayoría de los empleados un servicio de van, mientras que para quienes concurren en auto particular hemos hecho un acuerdo para hacernos cargo de todos los gastos. Como resultado, hoy ninguno de nuestros empleados acude a la empresa en transporte público, medida que se complementa con los protocolos de control de temperatura al ingreso y de otras medidas de higiene y sanitización".
Todas estas acciones se suman para descomprimir el tráfico y el uso de medios de transporte público, y comienzan a delinear algunas de las facetas del paisaje urbano poscuarentena. A eso se suma un factor no menor, que es el avance del home office ya no como excepción, sino como regla en muchas compañías. "Algunas empresas van a empezar a implementar de una forma más amplia las políticas de teletrabajo, y eso también va a disminuir la demanda de movilidad urbana", señala Juanjo Méndez.
Y aunque quizás sea muy pronto para saberlo, es muy probable que los cambios que en esta cuarentena comienza a experimentar la movilidad urbana estén para quedarse. Después de todo la cercanía (y su contrapartida, el walking distance), el trabajo desligado de una locación física y los medios de transporte individuales no dejan de ser tendencias que hace rato recorren nuestra sociedad. Y quizás ahora hallaron el empujoncito para consolidarse.
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