Michel Noher: "No me siento una persona calma"
Michel Noher lleva diez años de actor profesional, tiempo durante el cual protagonizó películas, integró tiras en el horario principal y se subió a las tablas con frecuencia. Sin embargo, cada previa de un estreno teatral, revive los nervios de la primera vez. "Debe ser porque siempre busco desafíos nuevos. Quizás si probara algo que ya haya hecho, sería diferente", reflexiona a propósito de El hijo eterno (viernes y sábado en El Cultural San Martín), un unipersonal de origen brasileño y gran éxito en aquel país sobre un padre primerizo que tiene un hijo con síndrome de Down en los años ochenta.
"Es una obra muy bella que aborda de manera poética el miedo, los odios, la ternura y las frustraciones. Y que muestra cómo lo del ‘hijo eterno’ puede referirse al hijo tanto como al padre: un hombre que lucha contra la realidad y no la asume", describe Michel que también vive con satisfacción el arranque de 100 días para enamorarse, la nueva ficción de Telefé con Nancy Dupláa, Juan Minujín, Carla Peterson y Pablo Rago. "Encarno a Fidel, un profesor de colegio secundario que por un lado es copado, inteligente y estimula a que te abras al mundo. Y por el otro no puede procesar bien sentirse atraído por un hombre y empieza mostrar un costado infantil, asustado, temeroso. El famoso ‘en casa de herrero, cuchillo de palo’", señala divertido.
–¿Cómo te diste cuenta de que la actuación iba a ser importante en tu vida?
–Ya de muy chico decía que quería ser actor. Es cierto que también decía que quería ser médico o veterinario. Pero lo que de querer ser actor estaba. Y aunque en Bariloche, donde me crie, hice un desarrollo por el lado de la comunicación y el periodismo, cuando vine a Buenos Aires me puse a estudiar cine. Estudié cámara e iluminación, hice cortos. Y en un viaje a la Quebrada de Humahuaca, donde participé de un seminario de actuación al que van actores de todo el país, sentí el llamado. Y aún con miedo por no ser una profesión fácil y por las comparaciones con mi padre, lo acepté.
–¿Qué lugar le das a la lectura dentro de tu actividad como actor?
–Mucha. Soy un lector permanente, aunque ecléctico: poco sistemático. De ir leyendo lo que va cayendo en sus manos y le va interesando. Últimamente me gustaron mucho La sociedad del cansancio del surcoreano Byung-Chul Han; Hasta que puedas quererte solo de Pablo Ramos; y El matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel, una escritora mexicana que me pareció espectacular.
–En este mundo tan conectado, ¿sos de los que sufren leer menos por atender las redes sociales o lográs que no te afecte?
–Es una lucha constante y diaria. El otro día me bajé un aplicación que cuenta las horas que usás el celular para poder tener un control. Pero creo que la voy a borrar porque te termina deprimiendo [risas]. ¿Viste cuando dicen: ‘El tiempo es el mensaje’? Acá es clarísimo: el medio es la esclavitud mental, el pensamiento cada vez más fragmentado; teniendo que googlear todo el tiempo para recordar las cosas más simples. Y aun así no podemos cortar el celular porque al mismo tiempo lo necesitamos.
–Te criaste en Bariloche, ¿qué cosas de cómo sos creés que vienen de ahí?
–No sé. Quizás lo podría decir alguien que me conozca. Es cierto que más de una vez me comentaron: ‘Se nota que sos del sur, por la calma’. Pero yo no me siento una persona calma, la verdad.
–Durante esos años tenías a tu papá, el actor Jean Pierre Noher, viviendo en Buenos Aires. ¿Cómo fue crecer lejos suyo?
–Y... para un niño eso siempre es doloroso. En mi caso no solo tenía lejos a mi padre sino también a mis otros familiares, tanto paternos como maternos. No tenía a nadie allá. Por eso cada vacación de invierno verano e invierno me venía para acá, a estar juntos.
–¿Comparten consejos o visiones sobre el oficio?
–Sí. Todo el tiempo. A mí me gusta la visión que tiene. Y creo que a él le pasa lo mismo. Compartimos miradas. Siempre nos vamos consultando sobre nuevos trabajos que surgen, cómo encararlos. Por otro lado, él me gusta como actor: es de los que componen personajes. Y en Argentina no hay tantos así. En general, muchos buscan no alejarse tanto de lo que son en la realidad porque hacerlo implica un riesgo. En ese sentido, admiro a Javier Bardem, que vive componiendo personajes pese a esa cara tan particular que tiene. ¡Es increíble la cantidad papeles diferentes que hizo! El número uno para mí. La prueba firme de que si querés, podés.
–¿Cómo son tus días con Antón, el hijo que tuvieron con Celeste Cid, ahora que ya tiene un año y medio?
–Muy bien, está en una etapa muy papera, así que redescubriéndolo día a día. Me sorprende la personalidad que tiene, un divino absoluto. Puede pasar de estar muy tranquilo a ponerse muy firme con que no quiere algo. Tiene mucho carácter.
–¿Cómo abordaron con él la reciente separación de ustedes?
–Hoy en día hay una teoría que dice que hay que hablarlo, ponerlo en palabras, explicarle, porque los chicos entienden todo. Y creo que es verdad. Le dijimos que papá y mamá ya no iban a vivir más juntos, pero que por supuesto igual lo seguíamos amando y que era para mejor.
– Organizar los tiempos de crianza, ¿fue un tema a conversar?
–No hubo problema en ponernos de acuerdo y que Antón pasara la mitad del tiempo con cada uno, que es como tiene que ser. Respetar un hijo es entender que necesita tanto de su figura materna como de su figura paterna. Y por supuesto, Celeste estuvo de acuerdo.
– En tu cuenta de Twitter te manifestaste a favor del proyecto de ley para legalizar el aborto, ¿cuáles son tus argumentos?
–Estoy a favor del aborto legal y gratuito. Me parece que ya no se puede negar más. Hay mujeres que mueren o pasan situaciones muy desagradables e innecesarias. Hoy en día lo que científicamente se acepta como principio de vida son las funciones neurológicas. Por lo tanto no se está yendo contra la vida cuando se hace un aborto antes de las 12 semanas. Estoy a favor de que una mujer o familia pueda elegir en qué condiciones traer un chico al mundo.
Mate como compañía
"Soy un gourmet del mate", dice Michel a la hora de elegir su bebida favorita. Lo que más disfruta es el ritual que repite cada vez, como una ceremonia. "Me encanta prepararlo con tiempo, dejar que la yerba se hinche y que quede una buena colina de yerba seca para que no se lave. Me parece una bebida muy compañera. Cada vez que viajo me llevo mi equipo de mate. Lo mismo en los ensayos. Me encanta".
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