Fue un momento mágico de la última entrega de los premios Emmy. El veterano Henry Winkler –una institución de la comedia televisiva norteamericana que curiosamente jamás había ganado uno de esos trofeos– logró el primer galardón de la noche por su trabajo en Barry. El Microsoft Theatre explotó: la platea entera recompensaba así los momentos vividos durante más de una década, cuando era "Fonzie", el personaje de Happy Days que lo llevó al estrellato en los 70. Pero su papel en la comedia protagonizada por Bill Hader está muy lejos del Fonzie: en Barry Winkler es Gene Cousineau, un singular maestro de teatro y coach actoral, muy preocupado por sacar afuera las emociones de sus estudiantes.
La televisión de calidad –y sobre todo la televisión de las últimas dos décadas– tiene eso: les da revancha a actores alejados de los primeros planos o que han desarrollado sus carreras por fuera del medio. Tal vez en eso haya pensado Chuck Lorre al convocar a Michael Douglas y Alan Arkin para la dupla central de The Kominsky Method, la comedia que Netflix estrena el 16 de este mes. Y acaso, por qué no, sea un reflejo de la miga que le ha sacado Winkler a ese chanta encantador que interpreta en Barry el hecho de que en The Kominsky… Douglas interprete a un exactor que ahora se dedica al coaching.
Chuck Lorre es considerado el rey de la sitcom. No parece exagerado: creó Dharma & Greg, Two and a Half Men, Mom, Mike & Molly y la superexitosa The Big Bang Theory (además de su spin-off, Young Sheldon). Pero como al hombre no le gusta demasiado el mote ("a los reyes se les corta la cabeza", suele repetir con sarcasmo), esta última creación no es lo que se dice una comedia tradicional. Aquí Michael Douglas es Sandy Kominsky, un intérprete que conoció el éxito, que vive en Los Ángeles y es entrenador de actores. Arkin, por su parte, es Norman Newlander, por muchos años su representante. Ambos están en la curva descendente de la vida, alejados del estrellato y las luces. Precisamente lo que quiere reflejar Lorre: el inexorable paso del tiempo. "El origen del programa está en mi deseo de escribir sobre lo que estoy viviendo, que es envejecer", dijo el productor a fines de julio en un evento donde se presentó la serie. Y abundó: "[El show] tiene que ser gracioso, claro, si no, es desgarrador. ¿Cómo respondés a una cultura que parece estar alejándose de vos? Ahí está el impulso para hacer el programa. Si además logramos que haya buena comedia involucrada, mejor". Son ocho episodios a pura crudeza: según Douglas, hacía rato que no leía tantos chistes sobre próstatas o sobre los problemas que trae el envejecimiento. Llegan, según el periodista Matthew Gilbert, del Boston Globe, envueltos en diálogos ingeniosos que parecen salidos de programas como Curb Your Enthusiasm o Grace and Frankie.
Por supuesto que, aunque en The Kominsky Method todo gira alrededor de los protagonistas y su amistad de años –dos gruñones que se burlan, se replican y, a veces, lucen como un viejo matrimonio cuyos miembros están tan cansados como resignados el uno del otro, algo que la química entre Douglas y Arkin realza–, no todo es Sandy y Norman en la serie: además de su hija, Mindy, para quien el exactor no ha sido el mejor de los padres, están sus alumnos de actuación. Un grupo de gente 50 años más joven que el maestro, brecha generacional que Lorre ve como la oportunidad de demostrar la "disonancia cognitiva" que depara.Es ahí, en las relaciones, donde el guionista y productor pone su mirada cargada de humor negro y sin contemplaciones sobre "lo absurdo de envejecer", según palabras del propio Douglas, que ya tiene 74. Y hablando del hijo del gran Kirk, Lorre está muy orgulloso de devolverlo a la TV, el medio que lo hizo famoso cuando protagonizó con Karl Malden Las calles de San Francisco en la primera mitad de los 70 y donde recién reapareció en 2013 interpretando a Liberace en Behind the Candelabra, la película de HBO que le dio un Emmy. Tiene razón: es bueno que esté de vuelta.
Ferrante en la tele
Los fans de sus libros van a estar felices: La amiga estupenda (Ed. Lumen), la primera de las exitosas "novelas napolitanas" de la escritora italiana Elena Ferrante (la saga es una tetralogía y Ferrante es un seudónimo), llega este mes a la pantalla de HBO bajo el nombre de My Brilliant Friend. Producida por la cadena de cable en unión con la RAI, está completamente hablada en italiano (en cerrado dialecto napolitano, para ser más precisos) y tuvo estreno mundial en el último Festival de Cine de Venecia. Dirige Saverio Costanzo, y Margherita Mazzucco y Gaia Girace, dos actrices adolescentes salidas de un riguroso casting, son Elena y Lila, esas amigas cuyo derrotero –contado por la primera de ellas cuando ya es adulta– cautivó a lectores de todo el mundo.
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