Decidió “perderse” en la ciudad suiza y encontró un lugar especial para mantener siempre vivo su lazo con Argentina.
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Sucedió al día siguiente de su llegada definitiva a Ginebra. Micaela Arias había arribado junto a su marido y sus tres hijos, estaba abrumada, y decidió escapar del caos de la mudanza y salir a descubrir la ciudad. Necesitaba “extraviarse”, recorrerla sin mapas ni recomendaciones, sentirla con cada uno de sus sentidos, palpitar aquellos rincones que la conmovieran espontáneamente, con total autenticidad: “Quise dejarme llevar por la curiosidad y perderme en el descubrimiento”.
Sin saber hacia dónde la podría conducir su pequeña aventura, de pronto se encontró ante una escalinata en subida algo empinada. ¿Qué habrá más allá? Instintivamente, siguió aquel rumbo convencida de que algo agradable podría hallar al final de aquel sendero.
Al otro lado de los escalones el suelo se transformó en antiguos adoquines y ante Mica surgió una librería muy especial: “Así lo sentía”. La misma estaba enmarcada con molduras de madera impecable, a pesar del paso del tiempo. Estaba extasiada.
“A pocos metros de allí descubrí una placa de mármol sobre una pared discreta y hasta, para muchos, oculta. Era un homenaje y recordatorio a Jorge Luis Borges”, se emociona hoy al rememorar el momento. “Todas mis sensaciones, hasta el momento inexplicables, habían cobrado sentido”.
El casco antiguo de Ginebra y sus tesoros “más allá de las guías turísticas”
Micaela se encontraba a centímetros de la Grand Rue, en el centro antiguo de Ginebra, donde el escritor vivió, estudió en su juventud, y decidió morir y descansar como un `hombre invisible´, un deseo que expresó en su última carta escrita días antes de morir.
“La Vieille-Ville es uno de los cascos históricos más grandes de Europa, recorrer sus calles y callejones es sumergirse en más de 2000 años de historia de la ciudad. La Catedral de San Pedro, sus numerosas galerías de arte, tiendas de antigüedades, talleres de relojería, restaurantes y diversos locales comerciales, se integran a la antigua arquitectura medieval, con túneles secretos, pasajes y caminos subterráneos”, cuenta la mujer argentina.
“Sin dudas, mi rincón favorito en Ginebra es este casco antiguo. Seguramente sea el gran lugar de esta ciudad, pero yo, al igual que Borges, lo hice mío. Será porque mientras camino sus calles me sumerjo en otro tiempo y, a la vez, en mí misma. También me sucede algo inevitable, y es el sentir a Borges y el resonar de sus textos como si perpetuaran en el aire”.
“A todo visitante le recomendaría no dejar de ver algunos de mis sitios predilectos, más allá de los que figuran en las guías turísticas, ya sea como obsequio a la vista, para comprar productos exclusivos o disfrutar un momento especial”, agrega Mica, quien dejó la Argentina hace quince años. “Estos son el restaurante Les Amures, de cocina local y con su especialidad en fondue y raclette; A. Pougnier, una hermosa pastelería y cafetería; Au Petit Comestible, ¡lleno de delicatessens!; la mágica mercería Mercerie Catherine B.; la librería antigua Librairie Ancienne; Theodora Haute Parfumerie, ¡con perfumes de autor y fragancias exclusivas. Todos estos sitios encantadores están ubicados dentro del casco antiguo de Ginebra”.
“A Borges le gustaba sobre todo ir a caminar por la ciudad vieja, porque era exactamente igual a cuando vivía de joven y la conocía de memoria. Hasta sabía la cantidad de escalones que había que bajar para ir al café”, contó alguna vez María Kodama.
“De todas las ciudades del mundo, de todas las patrias íntimas que un hombre busca merecer a lo largo de sus viajes, es Ginebra la que me parece la más propicia a la felicidad”, expresó el mismísimo Borges.
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Si conocen las calles de Ginebra y tienen su rincón favorito de la ciudad suiza, nos encantaría que lo compartan en los comentarios.
Si quieren conocer la historia completa de cómo Micaela Arias llegó a Ginebra, pueden leerla aquí:
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En breves postales, “Mi Rincón Favorito” es una sección que invita a todos los argentinos (de acá y del mundo) a compartir su lugar preferido en el suelo que hoy habitan y tan bien conocen, ya sea un paisaje, un museo, un restaurante, o un rincón perdido. Aquello que vale la pena conocer no siempre se encuentra señalado en el mapa y, tal vez, entre todos podamos descubrir un poco más de la Argentina y el resto del planeta. Si tenés un rincón favorito para compartir podés escribir a mirinconfavoritoLN@gmail.com
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