A dos años de la muerte de Carlos Saúl Menem, el emocionado recuerdo de su hija Zulema María Eva Menem Yoma
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La cita es en la agencia de autos que dirige desde hace más de dos décadas, en la avenida Figueroa Alcorta al 7500. Frente a su querido Monumental. Zulemita Menem (52) prefiere no hablar de política, quiere dedicar la charla al recuerdo de su padre: hoy, 14 de febrero, se cumplen dos años del fallecimiento del expresidente Carlos Saúl Menem. “Agradezco a Dios que me permitió acompañarlo hasta el último momento”, dice. Así, sin más preámbulo, comienza la entrevista.
-¿Llegó a despedirse de su padre?
-Estuve con mi papá hasta el final, pero no en el último minuto de vida. Cuando el monitor marcaba que ya se iba, le dije a mamá ‘Yo no puedo con esto’ y salí de la habitación. Volví a entrar cuando ya se había ido. Fue ella la que se quedó a su lado tomándole la mano.
-Las vueltas que da la vida...
-Sí, pero es una de las enseñanzas que me transmitieron mis padres: que no deben guardarse rencores, que el amor siempre es más fuerte. Eso es lo que pasó con ellos. Mi papá se fue de esta vida de la mano de la vieja. Él para ella era el amor de su vida y creo que para papá también... siempre se terminaron eligiendo.
-Su padre forjó fama de ser un gran seductor, especialmente con el sexo opuesto.
-[risas] Él era un gran seductor con todo el mundo, es cierto. Yo creo que el poder seduce un montón y él, además, tenía un carisma especial.
-¿Qué le pasaba a usted con eso?
-Él disfrutaba de ser así... de su vida como gobernante, le gustaba estar con la gente.
“Mi papá no humillaba a nadie para demostrar que tenía poder”
-Después de varios amagos, finalmente, ¿va a participar en política?
-No, no... fue un impulso... Si bien uno nunca puede decir “nunca”, pero por ahora no.
-En cambio, Rodolfo D´Onofrio, su pareja, sí apuesta a la política
-Él tiene vocación, lo lleva muy adentro. Se compromete mucho y además tiene la experiencia de River: sacó un club de los escombros. Con Gallardo creo que hicieron un gran equipo. Creo que, como lo hizo mi papá en su momento, él supo rodearse de gente capaz. A mi papá no le importaba que otro supiera más que él en algunas cosas, no sentía que tenía que humillar a alguien para demostrar quién tenía el poder. Era una persona muy conciliadora.
-¿Y en la intimidad del hogar era también así?
-Siempre. Si hay algo que mi papá me dejó fue eso: la enseñanza de saber esperar, de manejar las cosas a sus tiempos y tratar siempre de conciliar. En casa era así. Creo que su personalidad fue moldeada por lo que vivió: no todas las personas salen sanas de la cárcel. Él estuvo detenido cinco años.
-¿Cómo vivieron ese momento?
-Nosotros éramos chicos. Al día de hoy me acuerdo cuando lo llevaron preso. Estábamos durmiendo con mi hermano. Cada mañana, antes de salir a trabajar, papá se acercaba a nuestra cama y nos daba un beso de despedida. El día que lo detuvieron también nos dio un beso, pero nos llamó la atención que fue mucho más temprano que de costumbre. No había amanecido. Sorprendidos, salimos detrás de él y... nunca más me olvido esa imagen: lo subieron a jeep y se lo llevaron. Mi mamá nos abrazó. Al día de hoy se me pone la piel de gallina. Hace muy poco empecé a abrir unas cajas que mi mamá tiene guardadas y encontré las cartas que él le enviaba desde la cárcel... algún día las voy a publicar, pero por ahora prefiero guardarlas para mí. En una escribió siete consejos para ser buena persona.
-¿Los recuerda?
-Ahí los tengo... algún día los voy a mostrar. Pero el amor y el respeto son los más importantes. Aprendí mucho cuando me tocó acompañarlo, aunque él fue un papá comprometido con la política.
“Mi papá nunca volvió a ser el mismo después de lo que pasó con mi hermano”
-No debe ser fácil ser el hijo de un Presidente
-Yo nunca voy a renegar de eso porque lo vi a mi papá ejerciendo el poder y la política con pasión y amor.
-En la política, ¿su padre padeció muchas traiciones?
-Cantidades. Pero todas esas vivencias nos enriquecieron, nos hicieron aprender. La política también nos hizo atravesar momentos difíciles.
-Su madre, Zulema Yoma, siempre dijo que la muerte de Carlos Menem Junior fue provocada por un atentado relacionado con la política.
-Sí, fue absolutamente doloroso. Mi papá nunca volvió a ser el mismo después de lo que pasó con mi hermano. Ninguno de nosotros. Acompañar el dolor de tus padres fue muy duro. Los padres estamos preparados para sufrir la pérdida de un padre, pero no de un hijo. A veces veo el video del día después, donde mi papá dice que va a seguir adelante en honor a la memoria de mi hijo y la del pueblo argentino... y eso fue lo que hizo: siguió de corazón, con un corazón roto.
-¿Lo vio quebrarse?
-Claro que sí, pero siempre se recomponía para seguir dando su vida por el país.
El miércoles 15 de marzo de 1995, el helicóptero Bell 206 Jet Ranger que piloteaba el hijo mayor del entonces presidente Carlos Menem junto a Silvio Oltra se estrelló a un costado de la ruta nacional 9, en el kilómetro 211,5, entre Ramallo y San Nicolás. Carlos Saúl Facundo, conocido como Carlos Junior, tenía 26 años cuando murió.
-¿Cómo vivió ese momento? Había una contradicción entre sus padres: mientras que Carlos Menem avaló la hipótesis del accidente, Zulema Yoma insistía en que Carlitos había sido asesinado.
-Hubo una confusión con eso. Después de las pericias de Gendarmería que dijeron que el helicóptero había sido baleado, desde ese momento, mi papá acompañó a mi mamá en todo.
-¿Usted nunca temió por su vida?
-No. Mi papá me inculcó no temer. Él siempre me decía: “Zulema, al único que hay que tenerle miedo es a Dios. Para abajo, a nadie”. Pero después bromeaba que, en su caso, había una excepción: decía que él también le tenía un poquito de miedo a mi mamá.
“Yo fui una Primera hija”
-Después de la separación, asumió el rol de acompañar a su padre en calidad de Primera Dama. ¿Lo disfrutaba?
-Aprendí mucho a su lado. Me presentaban como “primera dama”, pero yo me sentía más bien una “primera hija”. Algunos me comparan con Juliana Awada, pero ella fue primera dama a los 45 años y yo empecé a acompañar a mi padre a los 20.
-¿Hay algún rasgo de la personalidad de su padre con el que usted se sienta identificada?
-La fortaleza. Siento que me tocó vivir un montón de cosas difíciles, especialmente en mi vida afectiva, y siempre logré salir adelante sola con mis hijos... La exposición tampoco fue fácil. De todos modos, yo nací hija de un político, no conocí otra cosa.
Los hermanos Menem
-En los últimos años trascendió que su relación con sus hermanos, Carlos Nair y Máximo, es bastante conflictiva. ¿Cómo sigue hoy?
-A Máximo le tengo un gran cariño. Con él sucedieron cosas... más que nada picardías de mi papá, que no terminaba de blanquear del todo la situación. Pero son cosas que ya pasaron. En esa época yo me había casado, tuvimos familia prácticamente juntos. También en ese momento mi mamá se enfermó, tuvo una aneurisma en el cerebro que terminó bien, pero yo me enojé con papá porque sentía que él estaba viviendo otra vida en lugar de acompañarme a mí en ese momento. Yo me puse del lado de mi mamá porque ella no la estaba pasando bien. Pero Máximo no tiene nada que ver, él es un amor. De hecho cuando pasó lo de papá, en plena la pandemia, fui yo la que me ocupé de que él pudiera verlo.
-Claro, él dice que esa fue la única vez que pudo estar a solas con su padre.
-No, no. Yo no quiero revolver... Tengo mucho cariño por él. Yo creo que en algún momento nos vamos a sentar a charlar. Pero soy muy respetuosa de la relación con su mamá. A mi me encantaría reencontrarme con él, tal vez Dios nos dé esa oportunidad.
-Hablando de la madre de Máximo, Cecilia Bolocco, ¿cómo es su relación con ella?
-Hace mucho que no hablo con Cecilia. Ojalá que la vida nos dé la oportunidad de volvernos a sentar y conversar. Y quizás reencontrarnos. Yo no le guardo ningún rencor. Yo sé lo que hice.
-¿Y su relación con Carlos Nair?
-Hace dos días la Justicia me sobreseyó de la denuncia que me hizo, que era tirada de los pelos. (Nota del Editor: en 2022, Carlos Nair denunció penalmente a su hermana por “Circunvención de Incapaces y Administración Fraudulenta”, en concurso real. Para el joven, Zulemita se había aprovechado de la situación de su padre en el manejo de sus bienes)
-¿Por qué piensa que lo hizo?
-No sé. Yo sé lo que viví con él y sé lo que yo hice por él. Habría que preguntarle a él porqué lo hizo. Yo lo acompañé mucho tiempo, exponiendo incluso hasta mis propios hijos porque él era adicto, estuvo preso por portación de armas y robo, hasta lo encontraron drogándose... Lo interné para que se recupere, lo iba a visitar a la cárcel... hice un montón de cosas. Hasta tuve que ir a un especialista para que me explique cómo sobrellevar el tema de un familiar con adicciones porque yo soy de religión musulmana y no tomo ni alcohol ni fumo, entonces no entendía la dependencia. Lo acompañé mucho. Lo hice de corazón y de las ganas de que se recupere. Hasta le di trabajo conmigo en la agencia para que se encamine, pero lamentablemente no lo logré. Yo me sentí muy mal, porque tanto esfuerzo para que termine en lo mismo.
-¿No cree que la lucha judicial que mantuvo para ser reconocido por su padre, durante tantos años, pudo haber influido en su carácter?
-No. Creo que hay que situarse en los momentos. En aquella época muy pocos hombres reconocían a los hijos extramatrimoniales, hoy parece algo fácil, pero antes no lo era. ¿Cuántos lo hacían? Mi papá siempre se hizo cargo de Nair, pero ustedes los periodistas siempre le ponen un poco de sal y pimienta a todo, para hacer las noticias más... (ríe) pero él se hizo cargo mucho antes de reconocerlo con el apellido. Él de chiquito iba a la Quinta (por Olivos) con su mamá. En cualquier familia hubiese pasado lo mismo. Creo que hay poner las cosas en contexto. ¿Qué me generó esa noticia? Seguramente lo mismo que te hubiese generado a vos enterarte que tenés un hermano extramatrimonial... Pero después lo busqué y estuvimos juntos, lo ayudé a luchar contra sus adicciones, que no le faltó ninguna... yo hice muchas cosas por él. Hay muchos chicos que perdieron a sus padres y no por eso buscaron el mal camino. Pero, bueno, él no es una criatura. A Carlos Nair se le dieron las mismas oportunidades de hacer cosas como me las dieron a mí. Yo también viví cosas duras, pero no por eso me fui a llorar y a drogarme.
-¿Qué decía Menem de las adicciones de Carlos Nair?
-Que si él no ponía voluntad, no iba a salir. Por eso, él a mí me puede acusar y decir lo que quiera, ¿qué le hace una mancha más al tigre? Después, Dios sabrá. Eso sí, lo que más me dolió fue que hablara de papá, que dijera que estaba senil cuando no fue así y fue lo que determinó la Justicia. Él estaba tan consciente de lo que le pasaba hasta el último momento que él mismo aprobó que le hicieran diálisis.
-Su padre hubiese querido que hoy los tres hermanos estén juntos.
-Mi papá siempre buscó la paz y la unión de todos. Y eso fue lo mismo que hice yo, pero tampoco uno puede... yo tengo una familia, dos hijos, y también a mi madre que está a mi cuidado... Yo hice lo imposible para que esté bien y salga adelante.
“Mi papá fue un caballero de la política”
-¿Cómo piensa que la historia recordará a Carlos Menem?
-Como el mejor presidente de Argentina. Y esa idea se está adelantando... Papá llevó al país a lo más alto del mundo, a ser reconocido a nivel internacional. También lo van a recordar como un gran conciliador y un caballero de la política. Mi papá tenía adversarios, no tenía enemigos. Cuando él competía con alguien o pensaba distinto jamás los veía como enemigos, para él eran adversarios. Eso creo que es fundamental para que el país salga adelante, tienen que bajar un poco las aguas y dejar de atacarse, sino esto es imposible. Por eso cuando me preguntás si yo tengo aspiraciones políticas, en esta política, así como está ahora, es muy difícil, pero una nunca pierde la esperanza. Pero nos metemos en un campo que yo no quisiera opinar en este momento.
-Si su padre estuviese vivo, ¿qué pensaría de la situación que está atravesando el país?
-No estaríamos en esta situación, seguramente. Pero tengo esperanzas de que las cosas van a mejorar, por eso sigo apostando al país con mi empresa, tengo casi 100 empleados. Y jamás me iría del país. Creo que Argentina es un gran país.
-En los 90, Anillaco concentró al poder político. Muchas decisiones trascendentales para la Argentina fueron tomadas en ”La Rosadita”. ¿A quién pertenece la casa hoy?
-Es mía, pero se la dimos al municipio para que la gente pueda entrar a visitarla porque la gente iba a Anillaco y sacaban fotos desde afuera. Yo sigo yendo a La Rioja, a Anillaco, y cada vez que voy pienso que de ese pueblo tan pequeño, que debe tener dos mil habitantes, salió mi papá y logró hacer todo lo que hizo... en ese momento pienso que nada es imposible en la vida cuando hay esfuerzo, vocación y ganas.
-En el último año blanqueó su relación con Rodolfo D’Onofrio (73), ex presidente de River. ¿Habrá casamiento?
-No, no hace falta. Tampoco vivimos juntos. Estamos bien así. Juntos pero no amontonados. Rodolfo tiene una energía y vitalidad... no para un segundo. Yo tengo una enorme admiración por él, además es de River [risas]. Aprendo mucho a su lado.
-Hace unos meses D´Onofrio dijo que no quería mirar país “por el espejito retrovisor” y reveló sus intenciones de involucrarse en la política nacional, ¿Lo acompañaría?
-Sí... en eso tengo experiencia. [risas]
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