Dejar Argentina fue más difícil de lo esperado y un rincón en las cercanías de Santiago lo ayudó en su adaptación.
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Para Alejandro Berman dejar su país de origen fue una de las decisiones más difíciles de su vida. Chile, tan cercana, se sentía remota, como si perteneciera a otro mundo. Sin embargo, en el año 2012 decidió partir junto a su mujer en busca de un futuro que no estuviera signado por la incertidumbre que tanto había naturalizado en las calles de la capital argentina.
Aun así, habituarse a su nuevo entorno fue más complejo de lo esperado. Aquella previsibilidad que la pareja tanto había deseado se transformó en un desafío para el espíritu de un hombre amoldado a otras realidades. En un camino de aceptación sinuoso, Alejandro halló en la naturaleza de las cercanías de Santiago un lugar de encuentro con su ser, donde descubrió que podía respirar profundo y reflexionar: el Santuario Natural de Yerba Loca, que se extiende desde la cumbre Poniente del cerro La Paloma hasta la cumbre del cerro El Plomo, que divide la cuenca del río Blanco (Aconcagua) y del río Olivares.
Aquel lugar de escape y encuentro se transformó en su rincón favorito en Chile.
El primer encuentro con un paisaje chileno maravilloso y el desafío de la naturaleza
Alejandro jamás olvidará la primera vez que recorrió aquella región adentrada en la Cordillera, varios años atrás. Todo lo que veía a su alrededor le transmitía una profunda sensación de bienestar.
Había arribado junto a nuevos amigos españoles, que practicaban trekking con regularidad. Ellos le mostraron el paraje y le enseñaron cómo debía encarar el desafío: “La primera vez me vieron con un buzo y barritas de cereal, y creo que habrán pensado: este tipo necesita aprender un par de cosas”, cuenta el argentino entre risas. “Me enseñaron cómo vestirme para la montaña, qué comida llevar, cómo usar los bastones y cómo caminar en bajada”.
A partir de aquellas primeras experiencias acompañado, Alejandro se descubrió regresando una y otra vez, en ocasiones con amigos, pero en muchas otras solo, para reencontrarse con su santuario: “Todo el camino me maravilla; desde el principio, lleno de árboles, hasta el final, donde hay una cascada que en invierno se congela, y luego, más al fondo se encuentra el Glaciar La Paloma”.
Para Alejandro, su rincón favorito no solo brinda la paz a veces tan anhelada, sino que significa una invitación a la aventura, al desafío del hombre en la naturaleza, que marca su propio ritmo, incontrolable para el humano: “Hace poco hubo un derrumbe que me llevó a conocer otras rutas: el Camino del Refugio, que desembocan en las pistas de esquí de La Parva”.
“Hay que ir a la mañana temprano, abren a las 8.30. Se puede estar todo el día caminando y para el atardecer hay que volver. En la montaña hay que cuidarse de que no te agarre la noche, la temperatura baja muy rápido, aunque también está la opción de pasar la noche en carpa”, observa. “Por momentos el desafío físico es muy exigente, en especial al llegar a la zona de las cascadas. Hay lugares donde uno puede observar los deslizamientos de nieve y hielo. La mente y el cuerpo están en el puro presente y es muy reconfortante llegar a los objetivos, como aquella vez que divisé la cascada completamente congelada. Sencillamente fascinante”.
La nostalgia y el reencuentro con uno mismo
Hoy, como emigrado, Alejandro acepta que la nostalgia se ha transformado en una fiel compañera de su nueva vida, pero con la llegada de su hijo al mundo siente que tomó la decisión correcta, a pesar de que Santiago sea una ciudad con sus costumbres diferentes y sus costados no tan placenteros, como el smog.
“Por eso me gusta tanto Yerba Loca, está a una hora en auto, salgo del ruido y la contaminación y, de pronto, me encuentro rodeado de naturaleza. El camino, por otro lado, no es tan difícil, se trata de andarlo, observar los bellos paisajes sin importar la estación y la nieve. Siempre es muy lindo caminar y sentir el río que corre al lado, a veces hay algún cóndor dando vueltas por arriba y en la bajada se ven zorros. Es muy placentero llegar de la ciudad a la montaña en tan poco tiempo, alejarse de todo, y reencontrarse con uno mismo en un lugar tan tranquilo”.
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Si conocen Chile y tienen su rincón favorito, nos encantaría que lo compartan en los comentarios.
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En breves postales, “Mi Rincón Favorito” es una sección que invita a todos los argentinos (de acá y del mundo) a compartir su lugar preferido en el suelo que hoy habitan y tan bien conocen, ya sea un paisaje, un museo, un restaurante, o un rincón perdido. Aquello que vale la pena conocer no siempre se encuentra señalado en el mapa y, tal vez, entre todos podamos descubrir un poco más de la Argentina y el resto del planeta. Si tenés un rincón favorito para compartir podés escribir a mirinconfavoritoLN@gmail.com.
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