A 25 años de la muerte de la princesa Diana, todavía hay controversia sobre la causa de su muerte: el padre de su novio sostiene que fue asesinada, víctima de un complot entre la Casa Real y los servicios de inteligencia
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La princesa Diana se había convertido en un dolor de cabeza para la Corona. Su popularidad sobrepasaba -y por mucho- a la de cualquier miembro de la Familia Real. El mundo la reconocía como “la princesa de corazones” y en cada entrevista desnudaba a los Windsor y aportaba más detalles sobre su tormentoso matrimonio con el príncipe Carlos, heredero al trono de Gran Bretaña. La noticia de su muerte, el 31 de agosto de 1997, en un accidente de tránsito, alentó todo tipo de teorías conspirativas. Desde entonces, se debatieron 175 hipótesis de asesinato, según precisan los tabloides londinenses, y todas tenían como principal sospechosa a la Casa Real y los servicios de inteligencia.
El magnate egipcio Mohamed Al-Fayed nunca se conformó con la versión oficial de los hechos. Jamás creyó que su hijo, Dodi Al-Fayed, y su novia la princesa Diana, hubiesen muerto en un accidente. Se convirtió en el promotor de distintas investigaciones y, sin pudor, apuntó directamente contra el príncipe Carlos y el duque de Edimburgo, el marido de la reina Isabel II. En sus conjeturas siempre hace mención a “el conductor drogado”, “un Fiat Uno misterioso”, “la carta profética de Diana”, “el fotógrafo muerto”...
“La verdad no podrá permanecer oculta”
Mohamed Al-Fayed, el último “suegro” de Diana, no tiene dudas sobre el móvil del crimen: declaró que el príncipe de Gales y el duque de Edimburgo no aceptarían jamás que “un musulmán egipcio fuera padrastro del futuro Rey británico”. Después de la tragedia declaró públicamente: “Ella [por Diana] me dijo que sabía que el príncipe Felipe [duque de Edimburgo] y el príncipe Carlos querían deshacerse de ella”. Un año después de la muerte de su hijo, en julio de 1998, dolido y también enfurecido, envió una carta a los miembros del Parlamento británico donde planteó formalmente su teoría sobre un crimen encubierto. “No fue un accidente. En lo profundo de mi corazón estoy convencido de ello. La verdad no podrá permanecer oculta por siempre”, escribió.
En agosto de 1997, al momento del accidente, la prensa internacional especulaba sobre un posible embarazo de Diana. Al-Fayed tomó ese argumento para cimentar su hipótesis. Planteó que la Casa Real jamás aceptaría que alguien remotamente relacionada con ella consolidara una mezcla entre la cultura británica y la egipcia. Por tal motivo, según el multimillonario, algunos miembros de la Casa Real en complicidad con el servicio de inteligencia articularon un plan para un asesinato.
En enero de 2004, el doctor John Burton, un funcionario Real y coroner -oficial judicial independiente nombrado por el Parlamento y con capacidad para investigar las muertes violentas, repentinas o sospechosas- informó en una entrevista con The Times haber asistido al examen post mortem del cuerpo de Diana en una morgue en Fulham, donde pudo constatar que la princesa no estaba embarazada.
Al-Fayed también plantea que el conductor había sido drogado minutos antes de salir del hotel Ritz. “Paul no había probado ni el alcohol ni ningún estupefaciente”, declaró el magnate. En su autopsia realizada por los peritos franceses, el cuerpo de Paul reveló niveles de alcohol tres veces más altos de los permitidos para conducir y aparecieron evidencias de antidepresivos como Prozac y Tiapride. Esta noticia también alentó el rumor -que pronto tuvo eco en los medios- que decía que Paul habría intentado suicidarse.
Frente a semejantes especulaciones, los padres de Paul comunicaron que tomarían medidas ante el tribunal francés para limpiar el nombre de su hijo. Más tarde, en una entrevista con Radio 4 BBC declararon que la sangre examinada no era la de su hijo. Dijeron que solo aceptarían la prueba luego de un examen de ADN independiente. Los estudios forenses encontraron entre 12 y 21 por ciento de monóxido de carbono en la sangre del conductor, lo que incapacitaría a cualquier adulto para conducir.
Alan Power, autor de “The Princess Diana Conspiracy”, escribió que “esa cantidad de monóxido de carbono en la sangre tendría a Paul durmiéndose o al menos tambaleándose antes de entrar al auto. Algo que no se observa en las cámaras de seguridad del hotel Ritz”.
Durante los años que siguieron a esta denuncia se agregaron testimonios que mencionaban la presencia de “una luz intensa” en el túnel a la hora del choque. Richard Tomlinson, un ex agente del MI-6, opinó públicamente en 1998 que todo fue meticulosamente planeado para asesinar a la princesa. “Es un método que ya se había utilizado previamente para asesinar al expresidente de Serbia, Slovan Malosevich”, declaró frente a cámaras en el documental “Diana: The Night She Died”. Aunque este ex agente fue muy desacreditado por sus compañeros e incluso por su jefe.
La Carta de Diana: “Mi marido está planeando un accidente con mi automóvil”
En 2004, Michael Brugess, en calidad de coroner de la Casa Real, puso en marcha lo que luego se conocería como Operación Paget. Se trató, en definitiva, de una investigación cuyo objetivo fue analizar todas las teorías conspirativas alrededor de la muerta de Diana.
Durante el proceso, el príncipe Carlos fue incluido en la investigación como posible artífice del asesinato de Diana. Todo surgió a partir de una carta que la princesa de Gales había escrito dos años antes de su muerte, pero que recién se sumó a la investigación como prueba en 2002, cuando Paul Burrell, el ex mayordomo de Diana, la presentó al Tribunal.
“Mi marido está planeando un accidente con mi automóvil. Un problema con los frenos y una herida seria en la cabeza le despejarían el camino para que se pueda casar con Tiggy [Legge-Bourke, ahora la señora Alexandra Pettifer y la entonces niñera de los hijos de Diana]. Camilla [Parker Bowles, actual esposa de Carlos] no es más que una trampa. Todos somos utilizados por este hombre en cada sentido de la palabra”, dice un fragmento de la carta.
Tardaron tres años en llevar al príncipe de Gales al estrado. El comisario al mando de la Operación Paget, John Stevens, explicó que “se habían hecho acusaciones sobre el príncipe y otros miembros de la realeza, pero teníamos que encontrar o examinar la evidencia antes de acercarnos a él con preguntas formales”. Según los documentos policiales, Stevens le leyó la carta al príncipe Carlos durante una reunión en el palacio St. James.
Cuando le preguntaron por qué creía que su esposa la había escrito, Carlos negó estar al tanto de su existencia: “No sabía nada sobre esto hasta que se publicó en los medios”. El resultado del interrogatorio desembocó en una absolución. Además, el diario británico, Dailymail informó que el príncipe de Gales escribió una declaración jurada, pero que el documento -declarado como “altamente sensible”- fue archivado y no podrá hacerse público hasta 2038.
Esta carta de Diana fue uno de los pilares de todas las teorías conspirativas que denunciaban un supuesto asesinato, tanto las denunciadas por Al-Fayed como por otros críticos de la corona.
El misterioso Fiat Uno blanco
Segundos después del accidente, varios testigos declararon ver a “un Fiat Uno blanco” salir a toda velocidad del túnel Pont de l’Alma. En la investigación realizada por la policía francesa, se encontraron indicios de que, en efecto, el Mercedes Benz en donde se encontraba la princesa tenía rastros de pintura blanca en la carrocería.
Buscaron coincidencias, sin embargo, en el momento no la encontraron. “Descubrimos que había aproximadamente entre 7000 y 8000 Fiat Uno en París y examinamos 5500 de ellos”, declaró en su momento Jean Claude Mules, ex miembro del equipo especial de investigación de la policía francesa encargado del caso.
En 2005, durante la investigación de la Operación Paget, Al-Fayed denunció que el Fiat Uno color blanco pertenecía a un empleado del MI-6 llamado Jean-Paul Andanson, un fotógrafo de celebridades que, según el multimillonario, había seguido a la princesa por días y que tenía como objetivo desviar al Mercedes Benz para que chocara en el túnel.
Los investigadores fueron detrás de Andanson. Descubrieron que su Fiat Uno Blanco había sido vendido en octubre de 1997, dos meses después del accidente. Finalmente, encontraron el auto en condiciones deplorables y decidieron llamarlo a declarar. Pero después de semanas sin respuestas, la policía descubrió que el paparazzi había muerto cinco años antes.
Al parecer, Andanson había anunciado en diversas ocasiones intenciones de suicidio y en 2000 lo concretó. Sin embargo, Alan Power argumenta que “el fotógrafo trabajaba para el MI-6 y su suicidio fue un montaje”. ¿Lo mató el servicio secreto para no dejar “cabos sueltos”? Su situación quedó en una zona gris hasta 2007, cuando se determinó que al momento de la muerte de Diana el fotógrafo se encontraba en Lignières, a más de 280 km de París.
Descartado Andanson, apareció en la causa el nombre de un nuevo sospechoso: Le Van Thanh, un joven fisicoculturista francés -de origen vietnamita- también propietario de un Fiat Uno blanco. Todas las veces que la Justicia lo convocó a declarar, repitió su inocencia. Recién en 2018 Van Thanh fue eliminado formalmente de la lista de sospechosos ya que “no había pruebas científicas que comprobaran su participación”.
La conclusión sobre el caso fue que, aun sabiendo que había evidencia de un choque en el Mercedes Benz, la causa principal del accidente fue por la conducción “gravemente negligente” de Henri Paul que entró en el túnel a 105 kilómetros por hora. Además del “deterioro del juicio del conductor del Mercedes debido al alcohol” y el hecho de que “solo uno de los ocupantes llevaba puesto el cinturón de seguridad”. El veredicto de Operación Paget fue “homicidio involuntario” y toda la responsabilidad recayó sobre Henri Paul.
“Soy un padre que ha perdido a su hijo”
Desde 1998, cuando envió su carta al Parlamento, Al-Fayed continúa en la búsqueda de cualquier prueba que ayude a demostrar que su hijo fue asesinado. “El establishment habría hecho cualquier cosa para acabar con la relación de mi hijo con la única mujer a la que amó”, le dijo al escritor galés Gordon Thomas.
Dirigió una investigación privada en la que gastó varios millones de dólares. Contrató a Ari ben Menashe, un exdirector de inteligencia militar israelí devenido en vendedor de armas. Después lo reemplazó por Richard Tomlinson, un ex agente de inteligencia británico.
En 2011, Al-Fayed presentó en el Festival de Cannes un documental que pretendía revelar “la verdad” sobre lo ocurrido aquel 31 de agosto en el Puente del Alma. Sin embargo, su película no tuvo trascendencia y rápidamente fue condenada al olvido.
Mohamed Al-Fayed hoy tiene 93 años y el objetivo más importante de su vida es encontrar a los responsables de la muerte de su hijo. Como declaró en el juicio de 2007: “Soy un padre que ha perdido a su hijo. He luchado durante diez años, al final quiero que se haga justicia. Estoy seguro de lo que pasó. Yo sé que fueron asesinados”.
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