El tormentoso pasado de la futura reina tiene un capítulo muy especial: cuando fue protagonista del programa “La casa del placer”
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Prácticamente no hay registro del extravagante debut de la princesa Mette-Marit en televisión. El servicio secreto noruego se encargó de hacer desaparecer los videos de Internet. Sólo existen unas pocas imágenes, capturas de pantalla, y una brevísima edición de un video que fue utilizada por el canal TV Norge para celebrar sus primeros veinte años al aire.
Lo que sucedió en aquél programa “del escándalo” hoy se escribe en tono de leyenda. Tanto secretismo promovió versiones de lo más disparatadas. Vanity Fair, por ejemplo, sostiene que la joven plebeya llamada a ser reina de Noruega “con los ojos vendados, debía palpar los testículos de los participantes y así elegir al ganador”. Demasiado. A continuación, la versión más cercana a la realidad, reconstruida con las pocas certezas que rodean el caso.
UNA PRINCESA EN “LA CASA DEL PLACER”
El estreno de Mette-Marit Tjessem Høiby –tal es su nombre completo- en televisión no tiene fecha cierta. Sucedió en 1996, un año antes de conocer al amor de su vida, al príncipe heredero Haakon de Noruega, pero nadie puede precisar en qué mes. Aquí hay que tener en cuenta que, cuando sucedió aquella presentación, nadie imaginaba que la histriónica rubia un día iba a formar parte de la Familia Real. El programa que eligió para su debut fue un reality de bajo presupuesto llamado “Lysthuset” (título que se traduce al español como “La casa del placer”), donde una chica se presentaba en busca del mejor candidato. “Para pasar una vida juntos o disfrutar de una noche de lujuria”, proponía el formato.
Mette-Marit irrumpió frente a cámaras con calzas de leopardo, remera negra y una boa de plumas negras. Llevaba su rostro cubierto por un antifaz blanco que le daba cierto halo de misterio. Improvisó un baile poco sensual, se dejó caer en una silla ubicada en el centro del plató y descubrió su rostro.
Para comenzar, los aspirantes, todos varones, que ocupaban la platea y llevaban su nombre escrito en el pecho, dispararon una batería de preguntas sexuales para la estrella del día. Nada original: experiencias, frecuencia, posiciones… No existen transcripciones de las respuestas de Mette-Marit. Sí, es cierto, contó que tenía “debilidad por los chicos malos”.
Luego, los candidatos desfilaron frente a ella tratando de conquistarla. Cada uno mostró su mejor gracia. Uno improvisó un baile erótico con una muñeca de trapo y recibió una ovación de sus compañeros. Mette-Marit seleccionó seis finalistas que pasaron a la etapa final, la del “descubrimiento a ciegas”.
En el último bloque, la protagonista del día, con sus ojos vendados, debía identificar “al tacto” a quien sería su mejor cita. Ahí es donde los cronistas difieren entre manoseos más o menos decentes. Mette-Marit eligió al muchacho que había bailado con la muñeca de trapo. Como premio, la producción les armó la salida: les regaló dos entradas para asistir a un recital de Metallica.
Nadie sabe con precisión cómo terminó la noche. Si el “match” entre la joven rubia y el bailarín desinhibido prosperó o se diluyó tras su coqueteo televisado. Exactamente un año después de esta aparición estelar, en otro recital de rock en el marco del Festival Quart, a través de amigos en común, Mette-Marit conoció a Haakon, príncipe heredero al trono de Noruega, con quien llegaría hasta el altar. Pero todavía tenían que pasar dos años para que volvieran a verse las caras…
LOS “CARPETAZOS” PARA LA NOVIA DEL PRÍNCIPE HEREDERO
A principios de 2000, cuando trascendió el romance entre el príncipe heredero y Mette-Marit Tjessem Høiby, comenzaron los “carpetazos”. Algunos medios nacionales y la parte más conservadora de la sociedad noruega sacaron a relucir detalles del “pasado oscuro” de la novia de su futuro rey.
Comenzaron a reconstruir su historia. Descubrieron que Mette-Marit era chica de clase media cuyos padres se separaron cuando tenía 11 años. Al terminar sus estudios secundarios, se rapó por completo y viajó como parte de un programa de intercambio en Australia… y por su mala conducta terminó deportada. Fue la primera vez que la expulsaban de un país, pero no la última: tras una noche de excesos, terminó prácticamente desmayada en las puertas del consulado noruego en Calcuta y las autoridades de la India la enviaron a Oslo otra vez.
La prensa amarilla recogió testimonios de antiguos compañeros de fiesta que contaron, con lujo de detalles, cómo Mette-Marit abusaba de las drogas. Y también revelaron que tenía un hermano condenado por violencia de género. Entre tanto, su padre, ven O.Høiby, comenzó a hacer declaraciones que dañaban aún más la imagen de su hija y se convirtió definitivamente en un personaje “mediático” cuando se casó, con toda la prensa como testigo, con una joven bailarina de striptease.
Pero el escándalo mayor llegó cuando trascendió su participación en “Lysthuset”, “La casa del placer”. Para colmo, los cronistas de palacio sacaron cuentas y concluyeron que, cuando asistió al programa, la novia del príncipe heredero estaba embarazada de Marius, su primer hijo, fruto de su relación con un delincuente de poca monta que había estado preso por posesión de cocaína.
El 25 de agosto de 2001, hace casi veinte años, vestida como princesa de cuento con un traje del diseñador Over Harder Finseth, Mette-Marit se casó con su príncipe Haakon en la Catedral de Oslo. Como se titula su biografía más famosa, se convirtió en “princesa pese a todo”.
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