Por Santiago Llach
El primero de junio pasado, se cumplieron 50 años del lanzamiento de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y de nuevo, como entonces, las radios se pusieron a reproducir una y otra vez esas 13 canciones de los Beatles.
Vivimos la Era del Yo, una época narcisista que todo el tiempo se revisa a sí misma y nos hace exponernos y vivir una doble vida, la real y la digital. La fe decimal en los números redondos hace que la humanidad se celebre sin descanso a sí misma y celebre los documentos de su sensibilidad. Sgt. Pepper’s, por motivos musicales o icónicos, es considerado el álbum de rock más grande de todos los tiempos y es el símbolo de esa congregación de energías (la euforia económica en la era de los electrodomésticos, la expansión de la guitarra eléctrica, la invención de la juventud como sujeto cultural y de consumo) que revolucionó o quiso revolucionar las costumbres. Veinte años después del final de la guerra, cuatro jóvenes criados en la Inglaterra desgarrada narraban, musicalizaban y guiaban la subversión extendida de los valores.
Sgt. Pepper’s... es a la vez un manifiesto de optimismo hippie y un disco oscuro e irónico. En él, los Beatles son a la vez circenses (“Sgt. Pepper...”), redencionistas (“With a Little Help from My Friends”), lisérgicos (“Lucy in the Sky with Diamonds”), optimistas y sarcásticos en la misma canción (“Getting Better”, con mención de Lennon a su pasado de hombre violento), paranoicos (“Fixing a Hole”), victorianos (“Mr. Kite!”), doloridos (“She’s Leaving Home”), existenciales (“Within Without You”), tiernos (“When I’m 64”), bienhumorados (“Lovely Rita”), festivos y provocadores (“Good Morning”) y trágicos (“A Day in The Life”).
Sgt. Pepper’s... es considerado uno de los primeros álbumes conceptuales, inspirador de géneros tan variados como el rock sinfónico, el punk y el rock progresivo y de todo lo que vendría después. Y marca también, junto quizás a Pet Sounds de los Beach Boys, el comienzo de la Era del Álbum, en la que los discos de larga duración (sea en formato vinilo, casete o compacto) superaron en ventas a los singles. Esa era fue un paréntesis en el reinado de la canción, que volvió a ser el formato básico de producción y escucha tras el surgimiento de internet y el streaming; pero el reinado del álbum habilitó la exploración artística y su popularidad, de la que Sgt. Pepper’s... es un epítome.
La tapa del disco, esa selfie de los Beatles en la que cabe toda la humanidad, es quizás la imagen que mejor resume los años 60. La convivencia fotogénica de lo elevado y lo banal, de lo áspero y lo edificante, es desde entonces la marca registrada del pop, esa moral democrática que brinda la fórmula para la expansión del individuo. Minado de referencias a las drogas, en las que sobre todo Lennon estaba sumido durante buena parte de las 700 horas que llevó grabarlo, Sgt. Pepper’s… es un documental sobre el momento en que los Beatles dejan de ser los Beatles para ser algo más grande, si es que eso es posible. Pocos meses antes, el grupo había decidido abandonar las agotadoras giras de conciertos y se lanzaba ahora a tres años de explotación de su libertad colectiva en los estudios. Aunque tocado por la nota melancólica de sus infancias de clase trabajadora, el disco es un llamado a los jóvenes a reinventar el mundo y reinventarse. Travestidos con los uniformes del Sargento Pimienta, los Beatles alcanzaron la creatividad trascendente y compusieron un manifiesto generacional lleno de energía imaginativa, sabiduría oriental, muros sónicos y salto mental de fronteras. En el verano del amor, expresaron el mensaje duradero de un mundo que abandonaba la tradición, la familia y la propiedad.
Una canción es una emoción del pasado que vuelve. El repertorio del rock y el pop, omnipresente en esta era de información sonora al alcance de todos, es el museo de nuestra sensibilidad. Spotify contiene varias decenas de millones de canciones: varias decenas de millones de historias, multiplicadas por las veces que cada persona las escuchó.
Las 13 canciones de Sgt. Pepper’s… son a la vez el testimonio de una época mágica y un documento que se sigue actualizando, un cóctel de significados y estados de ánimo que supo trascender su contexto para convertirse en un tema de conversación universal. Máquina de la nostalgia, termómetro anímico y pieza cargada de futuro, Sgt. Pepper’s… sigue siendo un mojón emocionante de todo aquello que nos hace humanos.
LA NACION