Megalodón: encuentran una explicación para el tamaño de los "tiburones gigantes"
El megalodón es una especie extinta que obsesiona a paleontólogos y biólogos marinos por su monstruoso tamaño. Se estima que este tiburón gigante -megalodon significa "diente grande" en griego- que vivió hace entre 23 y 3,6 millones de años, llegaba a medir hasta 18 metros de largo.
Pero todas estas características se conocen del estudio exclusivo de los dientes de dicho animal, ya que su cuerpo estaba conformado casi íntegramente de cartílago, lo que hizo difícil la conservación de los fósiles.
A pesar de tener certeza de su tamaño, los investigadores no lograban explicar cómo este depredador de los mares había crecido tanto más que sus pares. Según un estudio publicado en la revista Historical Biology por el paleontólogo experto en tiburones Kenshu Shimada y sus colaboradores, Martin Becker y Michael Griffiths, las razones del gigantismo del megalodón fueron múltiples.
La más fundamental tiene que ver con su sangre caliente, dice el estudio, que también fue publicado en la revista del Museo de Historia Natural Smithsonian de los Estados Unidos. Los megalodones, como otros lamniformes, eran animales endotérmicos, por lo que emitían calor desde su propio cuerpo. Esto los hacía independientes de la temperatura ambiental externa, pero también conllevaba un tremendo consumo de recursos.
De aquí se deriva la voracidad de estos gigantes depredadores, que necesitaban alimentarse de grandes cantidades de mamíferos acuáticos como focas y ballenas (su desarrollo también fue posible gracias a los densamente poblados océanos de entonces). Nadaban más rápido y podían buscar a sus presas en aguas más frías que otros tiburones.
Pero para entender el comportamiento de este animal prehistórico, también fue necesario trazar paralelismos con sus herederos; los tiburones blancos y otros tipos de tiburones lamniformes de la actualidad.
"Los tiburones lamniformes no ponen sus huevos fuera del cuerpo, sino que los huevos eclosionan dentro de la madre", explica Shimada en el estudio. Albergar y parir a las crías de megalodón significaba un tremendo consumo de energía para las madres de los tiburones, por lo que el estudio propone que el canibalismo dentro del útero puede haber sido una vía de supervivencia.
La también bióloga y paleontóloga Catalina Pimiento señaló a la revista Smithsonian que esa forma de alimentarse, también llamada adelfofagia -significa "comerse a un hermano"- ha sobrevivido hasta nuestros días y se puede observar en especies como el tiburón dientes cerrados, conocido en la Argentina como escalandrún.
"Este nuevo paper sugiere que el canibalismo intrauterino puede haber sido otro mecanismo que impulsó la evolución de la mesotermia", agregó la científica.
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