Diciembre es mes de balances. Recordamos lo vivido durante el año, lo analizamos, lo interpretamos y, a partir de ello, pensamos en lo que vendrá durante los próximos 12 meses. Me gusta ver este ejercicio como una oportunidad de mejora, de mirar hacia atrás para cambiar hacia adelante. Y quizás ese ejercicio es el que el planeta está necesitando. 2019 fue el año en que los efectos del cambio climático se hicieron sentir con mayor frecuencia e intensidad. Las extremas olas de calor en Europa –que seguramente se repliquen en nuestro verano aquí– demostraron la necesidad no solo de implementar medidas de reducción de emisiones contaminantes, sino también de adaptación. Julio de 2019 reescribió la historia climática como el mes más caluroso jamás registrado.
2019 fue el año en que la ciencia habló, ¡y vaya que lo hizo! Un millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción, un recurso crítico como el suelo que necesita de un manejo responsable, el rol crucial de los océanos y nuestra dependencia de ellos si se ven afectados por el calentamiento global. Apenas algunas de las conclusiones que se desprenden de los reportes presentados a lo largo de estos doce meses.
2019 fue el año en que más temprano nos pusimos en deuda con el planeta. El 29 de julio marcó el Día del Sobregiro de la Tierra, fecha en la que los seres humanos hemos consumido más recursos naturales de los que los ecosistemas de la Tierra pueden regenerar por sí solos en un año. Es decir, 2019 fue un año en deuda (y no precisamente la económica de la que todos hablan). Pero 2019 fue también un año en que "pequeños" grandes seres como Greta Thunberg impulsaron un movimiento juvenil global que marchó por las calles alrededor del mundo exigiendo a los líderes acción más urgente y ambiciosa ante el cambio climático.
2019 fue el año en el que las nuevas generaciones hicieron sentir su voz y demostraron que miran atentas las decisiones que se toman en el presente y que afectan directa o indirectamente su futuro. 2019 fue el año también en que los científicos fueron escuchados y considerados por esos jóvenes que hacen de sus reportes los argumentos sólidos de sus acciones. 2019 fue un año de una conciencia planetaria nunca antes vista. Pero, por supuesto... aún no es suficiente. Mientras estés leyendo estas páginas, los países se estarán reuniendo en Madrid, España, para avanzar en la implementación del Acuerdo de París, herramienta fundamental con la que contamos para hacer frente al principal desafío de nuestro siglo. Y durante estas dos semanas también estarán los jóvenes, los científicos y los representantes de la sociedad civil mirando atentos lo que allí ocurra, pero también movilizándose para exigir más.
2019 fue un año de una conciencia planetaria nunca antes vista. Pero, por supuesto... aún no es suficiente.
2020 será el año en que podremos comenzar a ver la real acción de los países en esta materia y el grado de ambición con el que asuman su compromiso y responsabilidad. 2020 podrá marcar el inicio de una década vital para realizar los cambios drásticos que se requieren para que los efectos del cambio climático sean lo menos dramáticos posible. 2020 podrá ser el año en que vos, yo y todos reasumamos nuestro compromiso diario como consumidores responsables, como ciudadanos activos, como habitantes que incomodan para (re)construir un mundo mejor.
Implementar acciones individuales para reducir nuestro impacto –como comer menos carne y más verduras o priorizar el transporte público por sobre el vehículo particular– son necesarias. El momento histórico que vivimos nos requiere también, como ciudadanos, que exijamos a los sectores público y privado los cambios urgentemente necesarios para hacer frente a la actual crisis climática. 2020 puede ser el inicio. El objetivo es uno: ¡ACTUAR!
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