Con tan solo 14 años, Policano ganó el grand prix -el mayor premio- del Yankelevitch International Violin Competition; su historia de pasión y talento
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Lo que sucedió la noche del 18 de junio en el Teatro Colón no ocurría desde hacía décadas. Una vez terminado el concierto de la Filarmónica de Buenos Aires, los músicos de la orquesta se pusieron de pie y aplaudieron enérgicamente a la solista invitada. La ovacionada no era una concertista de larga trayectoria internacional, de gira por el mundo. Sino una violinista argentina de tan solo 14 años. Con un vestido de tul hasta los pies y un violín prestado por Pablo Saraví, concertino de la Filarmónica, Pilar Policano acababa de debutar en uno de los teatros más importantes del mundo.
Policano, oriunda de Remedios de Escalada, Lanús, es dueña de un talento precoz que, según Saraví, recuerda al de los grandes genios del violín de la historia. “Cuando la miro tocar, me cuesta mucho asociar la imagen con lo que escucho. Yo creo que si cualquier persona la escucha con los ojos cerrados, se imagina que está tocando un violinista adulto de gran experiencia y madurez”, sostiene.
Saraví conoció a Policano hace dos años y medio, cuando la madre de la adolescente lo contactó para preguntarle si tenía un violín a disposición para su hija. “En realidad, yo solo tenía un instrumento disponible, uno muy bonito. Me acuerdo que en ese momento, pensé: ‘es un poco mucho para una nena de 10. Pero, apenas ella empezó a probarlo, me di cuenta de que estaba frente a un talento fuera de lo común. Pilar compró el instrumento con ayuda del Fondo Nacional de las Artes. Al año y medio, su mamá me mandó un video de ella tocando y me quedé con la boca abierta. Era impresionante”, recuerda el violinista. Hace poco él le prestó sin fecha de retorno uno de sus mejores violines.
Policano: “Se me cumplió un sueño”
Policano vive de viaje. “Últimamente no paro -dice, entre risas, desde el Salón Dorado del Colón-. Mi mamá y yo estuvimos viajando la primera semana de mayo por Europa. Fuimos a Madrid, donde participé de una audición para entrar en la cátedra del Maestro Zakhar Bron en la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Él es uno de los maestros más grandes que hay hoy en día. El curso es como una pre universidad. Por suerte, entré y con muy buenos resultados. También fuimos a París, donde participé de una competencia. Volví y en seguida toqué con la Sinfónica Nacional, en el CCK. Y a finales de mayo me fui dos semanas nuevamente a Europa, esta vez a Rumania, donde tenía una competencia y otra audición, para entrar al curso del maestro Boris Kuschnir en la Universidad de Graz (Austria), que también es de los mejores. Él también me aceptó en su clase. Volvimos y a la semana toqué en el Colón. Ahora, me estoy por ir un mes a un festival en Boston para músicos de entre 12 y 18 años”.
Parece mucho para su edad, pero su sonrisa y el tono de su voz dan la impresión de que realmente disfruta de cada paso. Policano dice tener clara su vocación: “Si a los ocho años me preguntabas qué iba a ser de grande, te iba a decir violinista. Y ahora sigo diciendo lo mismo, aunque lo digo más en serio”, asegura.
Pilar se crio rodeada de música. Su madre, Laura Minniti, es la directora de la Orquesta-escuela de Lanús. “Mi hermano menor y yo siempre la acompañábamos cuando no teníamos con quién quedarnos. Tengo fotos haciendo que dirijo la orquesta con la batuta de mi mamá a los dos años -cuenta, entre risas-. Además, mis papás siempre nos llevaron a ver óperas y otras funciones”. A los seis, Policano pidió aprender un instrumento. La elección del violín tuvo que ver con una cuestión práctica: era el que mejor se amoldaba a su altura.
No tardó en destacarse. “Había dos cosas que llamaban mucho la atención -recuerda su madre-: primero, que avanzaba muy rápido y, segundo, que, desde el primer día, ella empujaba a la profesora, siempre quería más. Su profesora le daba un libro de canciones, para empezar por la primera, y ella siempre se iba a la última, para saber qué tan difícil iba a ser cuando terminara. Era como un juego para ella. Nunca tuve que decirle: ‘Pilar, ponete a estudiar’. Ella volvía de la escuela, o volvía a almorzar al mediodía, y directamente buscaba su violín. Y todo sin ninguna presión de nuestra parte”. Minniti destaca que la primera profesora de su hija tuvo una gran visión: “Al medio año de enseñarle, me dijo: ‘Pilar tiene un perfil totalmente solista’. ¡Y ella tocaba re poquito todavía!”.
A los 11, Policano empezó a estudiar con el reconocido maestro Rafael Gintoli, en Palermo. “Siempre paso con el auto por el Colón cuando vengo a las clases. Hasta hace poco, cada vez que lo veía, decía: ‘ahí quiero tocar yo’. Y ahora se cumplió mi sueño -dice, con una sonrisa-. Tocar en el Colón fue una experiencia maravillosa. Cuando salí al escenario, se me transformó la cara. No podía creer la grandeza”.
Carrera profesional y adolescencia: ¿cómo se combinan?
Policano dejó el sistema educativo convencional hace más de un año. Luego de hacer la primaria en un colegio de doble jornada, donde conoció a sus actuales amigos, decidió empezar la secundaria en una institución de jornada simple para poder dedicarle más tiempo al violín. Pero el tiempo ganado no fue suficiente, dice, así que ingresó al Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea). “Hay chicos que viven en el exterior y otros que no tienen el tiempo para ir a una escuela normal, por ejemplo, los deportistas, las bailarinas del Colón. A mí me funciona porque me da más horas para ensayar y me permite viajar”, cuenta.
El futuro de Pilar es prometedor. Hace pocos meses ganó el grand prix -el primer premio por sobre todas las categorías- del Yankelevitch International Violin Competition, que se celebró en Omsk, Rusia. Luego de ese gran triunfo, fue aceptada en dos de los cursos preuniversitarios para violinistas más importantes del mundo, uno en Madrid y otro en Viena. Entre las dos opciones, ella eligió la segunda. “Siento que es lo mejor para mí. Las clases empiezan en octubre. Para entonces, debería mudarme allá, a un campus. Me da muchísima ilusión. Ya estoy aprendiendo alemán”, cuenta.
Al ser menor de edad, siempre que Pilar viaja, lo hace en compañía de su madre, que se ingenia para compaginar los viajes con su trabajo como directora de orquesta. “Mi prioridad es que ella disfrute lo que hace, porque de eso se trata la vida, en lo que sea que uno haga. Mi preocupación siempre fue: que no sea que su talento la obligue a hacer algo que ella no quiera hacer. Hasta hace poco tiempo, yo le solía repetir: ‘Mirá, Pili, si lo hacés, lo hacés por vos, ni por mamá, ni por papá, ni por el maestro’. Ahora ya no se lo digo más porque realmente veo que está muy bien. Ella lo pasa fenomenal, disfruta mucho del escenario y de todo. Muchos que la ven me dicen: ‘se la nota relajada’. Y sí, digo yo, claro, así tiene que ser”.
“La vi muy desenvuelta en el Colón -dice Saraví, por teléfono- Yo creo que tiene una carrera por delante que trasciende. Ya es una excelente violinista a nivel internacional, sin tener en cuenta la edad. Y todavía es una nena. Imaginate lo que le espera”.
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