En 1994, Paula Jones demandó al presidente de Estados Unidos y exgobernador de Arkansas porque, según aseguró, la citó en la habitación de un hotel, intentó seducirla, se bajó los pantalones y la intimó a tener sexo con él
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El 8 de mayo de 1991, Bill Clinton, que alcanzaría años más tarde la presidencia de los Estados Unidos de América, era el gobernador de Arkansas. Ese día, en una suite del hotel Excelcior, en Litte Rock, ciudad capital del mencionado estado, el mandatario se habría reunido con una empleada estatal de nombre Paula Jones. Años más tarde, cuando Clinton ya se encontraba en la Casa Blanca, esta mujer aseguraría ante la Justicia que aquella vez, en esa habitación del Excelsior, el entonces gobernador la acosó sexualmente cuando se bajó los pantalones delante de ella.
La denuncia, iniciada 30 años atrás, en 1994, fue obviamente negada por Clinton, pero continuó escalando por los distintos peldaños de la Justicia. Además del escándalo que de por sí generó, el tema tuvo un coletazo inesperado: la aparición en escena de Mónica Lewinsky, la ex becaria de la Casa Blanca que le traería un al presidente un problema político mucho más grande que el de la propia Jones.
Fue el 6 de mayo de 1994 el día en que Paula Jones presentó formalmente su acusación contra el ya presidente Clinton -su mandato, de dos períodos, fue de 1993 a 2001-en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos en Little Rock, Arkansas. Con su demanda civil, la denunciante solicitaba al acusado unos 700.000 dólares por los daños y perjuicios que le había ocasionado el entonces gobernador con su “conducta deliberada, escandalosa y maliciosa”, en el Excelsior, ya que acusaba al funcionario de “acosarla y agredirla sexualmente” y luego, de difamarla al negar que ello hubiese ocurrido.
Los antecedentes de Clinton
No era la primera vez que Clinton enfrentaba acusaciones de índole sexual, aunque sí la primera en que el tema llegaba a la Justicia. Casado desde octubre de 1975 con Hillary Rodham, a comienzos de 1992, el hombre de Arkansas debió encarar su primer escándalo relacionado con las polleras. Resulta que entonces él era uno de los candidatos demócratas con mejor proyección para llegar a las elecciones presidenciales y comenzaron a surgir en los tabloides americanos rumores sobre las relaciones extramaritales del precandidato presidencial. Especialmente, la historia que estaba en boca de todos era la de Gennifer Flowers, una trabajadora estatal, expresentadora televisiva y cantante de cabaret que aseguraba que había sido, durante 12 años, amante de Bill Clinton.
Si bien nunca se aportaron pruebas contundentes de estas conductas infieles del todavía gobernador de Arkansas, tanto Bill como Hillary fueron invitados al popular programa de la televisión estadounidense 60 minutos para afrontar cualquier tipo de rumor malicioso. La cita fue el 26 de enero de 1992, cuando el programa y el matrimonio aprovecharon el impulso de la audiencia que dejaba en la velada televisiva el final del Super Bowl.
Entonces, sin negar abiertamente las sospechas de infidelidad, ambos invitados defendieron su amor. Cuando el conductor del programa declaró que era “admirable” que la pareja haya llegado a un “entendimiento” luego de lo ocurrido, Clinton replicó: “Esperá un momento. Estás viendo a dos personas que se aman. Esto no es un ‘acuerdo’ ni un ‘entendimiento’. Esto es un matrimonio. Eso es algo muy diferente”.
Por su parte, Hillary también se mostró vehemente al decir: “Sabés que no estoy sentada aquí como una mujercita, apoyando a mi hombre como Tammy Wynette. Estoy sentada aquí porque lo amo, lo respeto y honro lo que él ha pasado y lo que hemos vivido”.
Pasaron las elecciones, los rumores parecieron esfumarse y Bill Clinton fue elegido presidente de los Estados Unidos. Pero a fines de 1993, dos policías que habían trabajado como guardaespaldas del Clinton gobernador, aseguraron para la revista American Spectator que era frecuente que llevaran chicas a distintas habitaciones de hoteles donde se hospedaba el mandatario. Ellos mencionaron también haber escoltado a los aposentos del funcionario a una mujer llamada “Paula”.
La denuncia de Jones: “Me encantan tus curvas”
Al sentirse mencionada en esa publicación, y por consejo de su abogado, Paula Jones decidió dirigirse a la Justicia para contar su verdad. En mayo de 1994, entonces, ella presentó su demanda. Los hechos que denunció y que se sucedieron aquel 8 de mayo de 1991 en el hotel de Little Rock parecen ser diferentes según la óptica de quién los relate, llegando a darse, como suele ocurrir en los casos judiciales, versiones contrapuestas.
Lo cierto es que Jones se encontraba ese 8 de mayo de 1991 en el Hotel Excelsior como empleada estatal de Arkansas, ya que trabajaba para la Comisión de Desarrollo Industrial de ese estado y le habían pedido que colaborara en una conferencia anual que organizaba su oficina en el Excelsior. Allí conoció a Bill Clinton, que era uno de los oradores de la conferencia.
De acuerdo con la versión que dio a la Justicia, Danny Ferguson, un agente de la policía estatal que formaba parte de la seguridad del gobernador, se le acercó para decirle que el mandatario quería verla. El hombre de seguridad le entregó a la mujer, que contaba con 24 años, un papelito en el que figuraba, escrito a mano, el número de habitación donde se encontraba Clinton. Ella decidió acudir al encuentro movida, según señala The Washington Post, por la esperanza de que un contacto tan importante pudiera conseguirle un trabajo mejor.
Jones decidió ir a la suite a la que había sido invitada. Llegó hasta allí acompañada por Ferguson y, al entrar, quedó a solas con el gobernador. Entonces ocurrió lo que la joven describió como una “conducta escandalosa y maliciosa” del huésped de esa habitación. Clinton intentó seducirla con insunuaciones poco sutiles. La tomó de la mano, la atrajo hacia él y le dijo: “Me encantan tus curvas”. Luego, ante la negativa de su invitada de seguirle el juego, el gobernador se bajó los pantalones y la ropa interior y sentado en un sofá, le pidió a ella que le practicara sexo oral.
Luego, cuando la mujer buscó salir de la habitación, el gobernador la miró severamente y le dijo: “Sos inteligente. Mantengamos esto en secreto”.
Las dos versiones del policía Ferguson
Pam Blackard, una compañera de trabajo de Jones y también amiga, que estaba presente en aquella jornada, aseguró en una nota al Washington Post que vio acercarse a Ferguson a donde estaba Paula y susurrarle que Clinton quería verla. Esta mujer señaló que, tras salir de la habitación del gobernador, Jones se encontraba angustiada y le contó que el funcionario le había hecho una insinuación sexual inapropiada.
Ferguson, el policía, fue otro de los testigos principales de lo que ocurrió esa noche, pero su testimonio, a lo largo del tiempo, cayó en contradicciones. Todo parece indicar que estuvo ese día en el hotel Excelsior y fue quien acercó a la joven a la habitación de Clinton. Sin embargo, en un testimonio que, en principio de forma anónima, este policía le dio a Los Ángeles Times, aseguró que el gobernador vio a Jones en el mostrador de admisión del hotel y le dijo a su hombre de seguridad que la muchacha tenía “esa mirada insinuante” y que quería reunirse con ella en privado.
Meses más tarde, en junio de 1994, Ferguson señaló que fue Jones la que le remarcó lo “atractivo” que le resultaba Clinton. El agente policial contó que llevó en el ascensor a la muchacha, le señaló la habitación del gobernador y luego, cuando la volvió a ver 20 o 30 minutos después, ella le preguntó si Clinton tenía novia. Cuando el agente le dijo que no, ella, un poco en broma, un poco en serio, le dijo que se ofrecía a ocupar ese lugar. “No parecía estar molesta, de ninguna manera”, decía entonces Fergusson.
Clinton, por su parte, desde el primer minuto de la denuncia negó rotundamente que el hecho hubiera ocurrido y declaró que ni siquiera recuerda haber conocido a Paula.
La causa en la Justicia
Pero, como sea, lo que ocurrió en aquella suite de ese hotel de Little Rock el 8 de mayo de 1991 se trasladó a la Justicia unos tres años más tarde, con la primera denuncia, en mayo de 1994, y el caso estuvo encaramado en los estratos judiciales por un largo período que duró hasta diciembre de 1998, cuando ambas partes llegaron a un acuerdo económico extrajudicial para terminar con la causa.
El arreglo consistía en que Clinton le pagaría a Jones una suma total de 850.000 dólares pero sin reconocer que había cometido ninguna irregularidad. “Nada de lo contenido en este acuerdo se interpretará como una admisión de responsabilidad o de delito por ninguna de las partes”, decía el documento que firmaron ambas partes.
El proceso “Jones vs. Clinton” se cerró fuera de los tribunales por un arreglo económico pero tuvo, entre todas las instancias que atravesó, varios momentos culminantes que marcarían la historia estadounidense y su jurisprudencia. Y estuvo a punto, además, de acabar con la carrera política del presidente.
En primer lugar, Clinton había solicitado a la Justicia que el caso se detuviera mientras él siguiera estando en la Casa Blanca. La justificación del acusado se basaba en que las acusaciones lo distraerían de los asuntos más importantes que debía tratar en su mandato. Pero el 27 de mayo de 1997, los nueve jueces de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos determinarían por unanimidad que el cargo de presidente no brinda inmunidad y que la demanda debería seguir adelante.
Otro punto alto de este caso ocurrió el 17 de enero de 1998, cuando Clinton declaró bajo juramento durante seis horas en la oficina de su abogado Robert Bennet en Washington D.C.. frente a la mismísima Paula Jones. Lo destacable de esto es que el exgobernador de Arkansas fue el primer presidente en ejercicio en declarar como imputado en un proceso civil. Ese día, los medios de todo el mundo cubrieron el evento y, para bien o para mal, Jones se convirtió, al menos en lo que duró el juicio, en una de las mujeres más famosas del globo.
La aparición de Mónica Lewinsky
También en enero de 1998 ocurriría, en pleno proceso, otro hecho que marcaría el futuro del presidente. Linda Tripp, amiga y confidente de una exbecaria de la Casa Blanca llamada Mónica Lewinsky, informó a los abogados de Jones sobre una supuesta relación sexual entre esta amiga suya y Clinton. De modo que el caso Jones funcionó como una especie de Caja de Pandora para el presidente, que se libró de la acusación de la joven de Arkansas, pero quedó expuesto a un nuevo escándalo sexual por causa de la exbecaria.
Es que, en sus declaraciones por la demanda de Jones, Clinton aseguró bajo juramento que no había tenido relaciones con Lewinsky, algo que se comprobó más tarde que no era verdad, ya que ellos habían intimado en el mismísimo Salón Oval de la Casa Blanca. Poco más tarde, ante la evidencia haber tenido una “relación física inapropiada” con la becaria.
Por esta causa, el presidente fue acusado de 11 delitos y políticamente fue expuesto a un “impeachment” por perjurio, abuso de poder y obstrucción de la justicia. Buena parte de la sociedad estadounidense no lo juzgaba tanto por su relación extramatrimonial sino por el hecho de que hubiera mentido.
Finalmente, el 12 de febrero de 1999, el senado de los Estados Unidos, conformado por una mayoría de demócratas, llevó adelante el juicio político y terminó exonerando al presidente de todos los cargos. De modo que Clinton pudo salir políticamente ileso de todas sus imputaciones y finalizó su mandato en tiempo y forma.
Paula Jones, en tanto, siguió teniendo por un tiempo un coqueteo con la fama, asistiendo de invitada diversos programas televisivos y apareciendo, incluso, en un par de publicaciones de la revista para adultos Penthouse.
Últimas apariciones de Paula Jones
Según publicó el periódico británico Daily Mail, Jones, que hoy tiene 57 años, se separó en el año 1999 de su primer esposo, Steve Jones, con quien tuvo tres hijos. La mujer reveló en el tabloide inglés que, del dinero que recibió gracias al acuerdo con Clinton, 600.000 dólares fueron para pagar honorarios legales y que la gran exposición a causa del proceso judicial hizo que su primer matrimonio se desgastara hasta el final. En 2001, la mujer que denunció a un presidente por acoso se volvió a casar y tuvo un nuevo hijo.
A partir de esa fecha, la mujer mantuvo un perfil bajo hasta el año 2016, donde volvió a aparecer públicamente para oponerse a la candidatura presidencial de Hillary Clinton.
En el mencionado periódico británico, la demandante del expresidente disparó contra la exprimera dama: “Si ella está a favor de la gente común, ¿por qué no defendió a las mujeres cuando sabía lo que hizo su marido? No hay forma de que ella no supiera lo que estaba pasando, que las mujeres estaban siendo abusadas y acosadas por su marido. Ella sabía lo que estaba pasando y simplemente lo ignoró. Era una relación política y les convenía a ambos”.
En octubre de 2016, Jones apareció entre el público del debate entre Donald Trump y Hillary Clinton, ambos candidatos a presidentes del país. La mujer que fue un tiempo la pesadilla de Clinton estaba allí junto a otras dos mujeres que también señalaron haber sido hostigadas sexualmente por el expresidente, Kathleen Willey y Juanita Broaddrick. También había allí otra mujer, Kathy Shelton que denunció que fue violada a los 14 años y que Hillary Clinton, como abogada había ayudado a reducir la pena de su atacante. La reunión en ese palco de estas cuatro mujeres fue, básicamente, un golpe del candidato republicano para desestabilizar anímicamente a su adversaria demócrata, y a su marido Bill.
En 2021, el nombre de Paula Jones volvió a salir a la palestra cuando se reprodujo la historia del juicio político a Clinton, en la miniserie Impeachment, American Crime Story, donde el papel de la empleada que demandó al presidente fue interpretado por la actriz Annaleigh Ashford.
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