"Me clavó el visto": la espera virtual, un foco de angustia
Hoy las relaciones se moldean a través de las redes y la demora en la respuesta del otro se vuelve insoportable
En el juego del amor, todo acto es un signo a ser interpretado, decía Roland Barthes allá por los años 70. Una palabra, un gesto corporal, un regalo, una caricia, un silencio... Deberíamos agregar, ahora, las nuevas tecnologías y aplicaciones para la comunicación. El abanico interpretativo se abre hoy a los emoticones, los tiempos de respuesta, si ve el mensaje pero no responde ( “clavar el visto”), si está en línea, su último horario de conexión, qué le gusta en Facebook, qué retuitea o a quién le da like, etcétera. ¿Qué rol juegan entonces las nuevas tecnologías en el vínculo amoroso?
Entre los jóvenes, la comunicación vía WhatsApp o Facebook es casi monopólica. Y en tiempos de inmediatez, la espera de la respuesta del otro se hace cada vez más insoportable y hasta dolorosa. Estas son algunas de las cuestiones que surgieron en las 25 entrevistas a jóvenes de 18 a 24 años realizadas por tres sociólogos del Conicet: Martín Boy, Mariana Palumbo y Maximiliano Marentes.
Los tres forman parte de un proyecto de investigación con sede en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Sociales de la UBA, que trabaja la espera en la dimensión del amor. Así, luego de realizadas las entrevistas, ellos notaron que la presencia de las redes sociales era una constante en los discursos de las y los jóvenes de la ciudad de Buenos Aires, y que no se trataba sólo de un medio para comunicarse, sino que las nuevas tecnologías están modificando los vínculos afectivos.
Según dicen, las esperas hablan de situaciones de poder: "Dominar en este caso sería administrar el tiempo del otro. Muchas veces, en una conversación de pareja vía WhatsApp, quien espera comienza a vivenciar situaciones de angustia, ansiedad, inseguridades que se expresan, por ejemplo, al decir en voz alta debates imaginarios que tendrían con el otro, y muchas veces también generan la necesidad de querer controlar al otro a través de la información a la que las aplicaciones permiten acceder", dice el investigador Martín Boy.
El salto a la pantalla
A estas situaciones de angustia le teme precisamente Mickey, la protagonista de Love, la serie de Netflix producida por Judd Apatow que hace pocas semanas estrenó su segunda temporada. Mickey y Gus ya están bastante comprometidos, y él tiene que viajar un mes a Atlanta por trabajo. Ella está temerosa por cómo será esta separación y dice: "Ayudaría tener un plan para comunicarnos. Llamame todos los días cuando termines de trabajar. Así no tenemos que pensar en eso. Y si te escribo, respondé rápido que sí no me pongo loca. Si tardás mucho, tomo un vuelo a Atlanta". A priori, parece una instancia de compromiso, pero Mariana Palumbo, becaria doctoral del Conicet que trabaja cuestiones de amor romántico y violencia, analiza la escena: "Si bien podría ser, a simple vista, un pedido de formalización del vínculo, lo que aparece con esta demanda de mensajes o llamadas a cierto horario es un control sobre la situación, a la vez que ella evita descontrolarse, angustiarse por la ausencia de respuesta de él. Esto que dicen en palabras luego no se cumple. Ella lo deja a él con la expectativa y se posiciona como el centro de la atención del vínculo".
Esta cuestión del descontrol frente a la demora en la respuesta o la "clavada de visto" se reitera en las entrevistas realizadas por Boy, Palumbo y Marentes. El control del otro está al alcance de la mano y las redes ofician como informantes. En Love, por ejemplo, las aplicaciones tienen un rol protagónico. En el último capítulo de la primera temporada, Mickey se aparece en la tienda 24 horas cerca de la casa de Gus y le dice que al ver la foto de la heladera vacía en su Instagram supuso que estaría allí comprando algo para comer.
Las redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, Tinder, Happn, son muchas veces la primera vía de conexión, las que posibilitan el encuentro entre jóvenes (y no tan jóvenes). Son una plataforma de conversación escrita, hablada y hasta un espacio para el erotismo. Los intercambios son privados y públicos. Los posteos en los que las parejas se declaran amor o los like son demostraciones afectivas habituales en estos tiempos. Y todo es color rosa virtual hasta que uno en la pareja clava el visto o no pone like a un posteo. Motivo de pelea.
Los sociólogos indagaron en la razón del conflicto y allí emergió algo que parecía extinguido: el amor romántico. La inmediatez que generan estos modos de comunicación profundiza la búsqueda de la intensidad y de la reciprocidad. No ser el centro de la vida del otro se transforma en la peor de las pesadillas. Y si encima las redes sociales permiten hacer ese trabajo de inteligencia para cotejar todo lo dicho por el ser amado, esto empeora. "Si yo le mando un mensaje, lo lee y no me responde, lo quiero matar. Y nada de decirme que estaba a full o que se colgó, porque veo que en Facebook le likeó algo a un amigo. Me da una bronca", dice Melina Singer, de 27 años, y en pareja hace dos con Alan.
Dominar estos "me da bronca" no es tarea fácil. "Las pausas, los silencios, las esperas, son difíciles de conquistar, y más aún de tolerar. Con la hiperconexión se agiganta la ilusión de control sobre el otro. Eso asfixia y empasta los vínculos. Tendremos que ir aprendiendo la sintaxis y los códigos de este tipo de comunicación para apropiarnos de su lenguaje con sensatez y, sobre todo, con respeto al otro", dice Susi Mauer, psicoanalista especialista en adolescentes.
En el artículo "«Me clavó el visto»: los jóvenes y las esperas en el amor a partir de las nuevas tecnologías" se aclara que la espera no necesariamente desencadena un conflicto, ya que se relaciona con el nivel de tolerancia del sujeto que está esperando. Ese nivel no es dado de una vez y para siempre, sino que es contextual y está estrechamente ligado con la escena. "Cuando recién empezamos a salir me ponía muy ansioso después de mandarle un mensaje. Una vez que formalizamos, que entendí que estaba comprometida conmigo, me calmé y hoy vuelvo a experimentar esa ansiedad cuando estamos peleados", dice Felipe Neira, de 30 años, y de novio con Daniela, hace 5. Los autores destacan que todos pueden identificar la ansiedad o angustia que genera cuando les "clavan el visto", pero que los varones minimizan la cuestión. "La retórica de la espera está altamente feminizada. Es decir, es más frecuente que las mujeres puedan brindar muchos más detalles sobre la situación cuando son quienes esperan. Esto se relaciona con los estereotipos de género culturalmente construidos", explica Maximiliano Marentes.
El amor romántico entre jóvenes está modelado por las nuevas tecnologías y las redes juegan un rol protagónico en las series que relatan vínculos entre jóvenes: son comunes los primeros planos a los celulares, el stalkeo o la aparición de texto en la pantalla cuando los personajes reciben un mensaje.
En palabras de los investigadores, las nuevas tecnologías serían un elemento constitutivo de las relaciones erótico-afectivas entre los jóvenes; un viaducto por donde circulan los celos y el (des) control sobre uno mismo y sobre el otro, a partir de la promesa de la fidelidad.
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