El 1 de agosto de 1993, hace 30 años, la pelea entre Henry De Ridder y el galán de Hollywood hizo 49 puntos de rating; en una charla llena de anécdotas, cuenta lo que no se vio en televisión
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Mientras esquiaba en Las Leñas recibió el llamado: “Henry mañana tenés que presentarte en el canal. Surgió un tema y necesitamos que vengas urgente. Ya te mandamos los pasajes de Austral”, fue el sucinto mensaje de uno de los productores del programa. Al día siguiente, cuando llegó a Buenos Aires, marchó directo a la productora. Ahí escuchó la propuesta que jamás imaginó: “Ya está todo arreglado. Te va a entrenar Santos Zacarías [el entrenador de Látigo Coggi]. Tenés un mes para prepararte. Vas a pelear con Mickey Rourke”.
-Qué privilegio compartir el ring con un galán de Hollywood, consagrado tras su papel en Nueve semanas y media.
-Bueno, en realidad, llegué casi por descarte. Primero pensaron en Gerardo Romano, que en ese momento era un tipo que tenía mucho punch, sinónimo de rating. Pero Romano es un enano de 1.60 metro y Rourke es enorme, entonces no pudo ser. No eran compatibles. Después fueron a buscar a Ivo Cutzarida, que estaba viviendo en los Estados Unidos, pero él no podía viajar... recién entonces pensaron en mí. Esa es la parte que me dolió, porque yo era un boxeador muy bueno, hacía años que boxeaba, cinco años en la Federación, un año en el Luna Park... Yo era un excelente boxeador y me sentí ninguneado.
-¿Se pegaron de verdad?
-Sí, pero había un contrato con cláusulas inamovibles: yo no lo podía desfigurar porque él era actor de primera en Hollywood y tampoco podía ganar porque no podía degradar su imagen.
-¿Pega fuerte Rourke? ¿Te dolió?
-[ríe] No, lo que me dolió fue enterarme, después, que a Romano le habrían ofrecido 26.000 dólares por hacer la pelea y a mí me arreglaron con 3.500. Era plata, ojo, con ese dinero me compré un auto. Eran “pesos-dólares”, pero no era la fortuna que le ofrecieron a Romano.
-¿Pudiste verlo antes de la pelea?
-Sí, él vino a la Argentina por cuatro días, de jueves a domingo. Ese jueves, yo estaba acá, en mi departamento, me llamó por teléfono. “¿Mr. De Ridder?”, preguntó. No hablaba una palabra de castellano, y me pidió que fuera a verlo a la suite presidencial del Hyatt para conocernos. Fue un movimiento muy inteligente: quería conocerme para saber con quién iba enfrentarse. Cuando llegué a la habitación, estaba con sus guardaespaldas, sus representantes y cuatro chicas que agacharon la cabeza para que no las reconociera. Tomamos un café y charlamos un rato. Al día siguiente dobló la apuesta y me dijo que quería “trabajar” conmigo para sacarse el jet lag. Quería hacer guantes.
-Evidentemente, quería saber cómo pegabas.
-Sí, él quería probarse. Me pasó a buscar en limusina y fuimos a un gimnasio a entrenar. Vino con sus representantes y sus guardaespaldas. Uno era el argentino Dani “La Muerte”. Hicimos dos o tres rounds y yo me di cuenta que Rourke era un árbol, pero sabía muy poco de boxeo, le faltaba la técnica. Al otro día me llamó un productor y me dijo que Rourke tenía lastimada la muñeca y que en lugar de ser 3 rounds de 3 minutos con uno de descanso, serían 3 rounds de 2 minutos con uno de descanso. ¡Mentira! Quería hacerla más corta porque se había dado cuenta que yo le podía ganar.
La pelea se realizó el 1 de agosto de 1993. Primero habían pensado montar el ring en New York City, la disco del momento, que estaba en Álvarez Tomás y Triunvirato. Pero finalmente se hizo en un estudio de Telefe. Aunque fue grabada la noche anterior, parecía en vivo.
Como en los grandes combates de Las Vegas, en el ring side hubo estrellas del espectáculo como Valeria Mazza, los MIDACHI y el actor Jorge Schubert. Pero también veteranos del boxeo, campeones del mundo de gran prestigio, como Horacio Acavallo, Sergio Víctor Palma y Horacio “la pantera” Saldaño. “Lo veo bastante nervioso al actor”, anticipó Accavallo durante una entrevista previa.
Un detalle que no todos conocían: antes de convertirse en galán de Hollywood, Mickey Rourke se formó como boxeador. Su récord, el que él declara en entrevistas, jamás comprobado, es de 27 victorias -17 por nocaut- y 3 derrotas
Pelea completa de Mickey Rourke VS Henry de Ridder (???) en Ritmo de la Noche (1993) con todo el "jet set" de Telefe del momento.
— RaroVHS 📼 (@RaroVHS) September 24, 2020
Video completo en Facebook (no se puede subir a Youtube): https://t.co/XNJHLerXcJ pic.twitter.com/RTyDLjISTq
El combate completó los tres asaltos. Ninguno de los boxeadores pegó con intención de noquear. Fue mejor la performance de De Ridder. Dieron un buen espectáculo, digno de la televisión, que fue recompensado con 49 puntos de rating (nota de la redacción: la final de la Copa del Mundo, el partido que consagró a la Argentina tras vencer a Francia por penales, le dio a la TV Pública un promedio de 38,4 puntos de rating, con un pico de 40,9 puntos).
¿El resultado? Un empate que dejó una imagen irrepetible: Marcelo Tinelli en su rol de presentador, vestido de esmoquin, alzando las manos de los boxeadores.
DE LAS OLIMPÍADAS A VIDEOMATCH
Henry De Ridder, que está a punto de cumplir 65, pertenece a una tradicional familia agropecuaria del norte de la provincia de Buenos Aires. Es hijo Luis De Ridder y de May Perkins Peers. De su padre heredó la pasión por el esquí. “Empecé a los 2 años. Mi papá fue esquiador olímpico, un crack, mucho mejor que yo. A mí me tocó representar al país en los Juegos Olímpicos de Sarajevo, Yugoslavia, en 1984. Me dieron una medalla, pero lamentablemente no se entiende nada lo que dice...”.
Fue, justamente, su pericia en el deporte la llave que lo convirtió, en marzo de 1990, en uno de los integrantes del elenco de Videomatch. Llegó al programa de Marcelo Tinelli como “comentarista de deportes de invierno”. El programa, que se emitía de lunes a viernes a la medianoche por la pantalla de Telefe, nació como un magazine deportivo con especialistas para cada actividad. Meses más tarde viraría al humor, al absurdo.
“Cuando terminé el secundario en la Escuela Argentina Modelo cursé un año y medio en la Facultad de Ciencias Veterinarias, pero nunca me gustó estudiar. Lo mío eran los deportes y los practicaba maravillosamente bien. Mi padre belga, que tenía un físico muy lindo, hizo el amor con una señora inglesa y de esa cruza salió este tipo que tenés en frente”, grafica.
“Mi mamá era Perkins, hermana de Gastón Perkins, inglesa. De Ridder es belga puro. Mi nombre es Enrique, pero como mi mamá siempre me llamó Henry y todos me reconocen así”, agrega.
El inicio: “Nunca nos llevamos bien”
-¿Cómo llegaste a Videomatch?
-Siempre se escondió quién fue el fundador de Videomatch. Se pensó que fue Gustavo Yankelevich o el mismo Tinelli, pero la realidad es otra. José Irusta Cornet (h), alias Pepe, trajo desde los Estados Unidos la representación de ESPN. Puso una productora chiquita, con tres o cuatro empleados, y se propuso vender la señal a los canales de aire de acá: canal 7, 11, 9... Ahí apareció un chileno, Eduardo Ojeda, al que se le ocurrió que todo el material de deporte podía ser comentado por tres o cuatro periodistas, apenas por un sándwich y una coca. Fue así como arrancamos. Estaban Gonzalo Bonadeo, que hablaba de rugby y tenis; Osvaldo Príncipi, que era experto en boxeo; Daniel Jacubovich, que al principio no hablaba, era el que armaba la rutina, y después se hizo comentarista de básquet; Rubén Daray hablaba de automovilismo; y a mí me incorporaron para los deportes de invierno. La productora tenía imágenes que le llovían por ESPN, tenía a los cuatro pelotudos que hacían de comentaristas, pero le faltaba el aire. La idea era buenísima pero no sabían dónde ubicarla. Así llegaron a Yankelevich, a Telefe, que dijo “probemos”.
-Todavía faltaba el conductor...
-Pepe quería poner a Gustavo Lutteral porque hablaba muy bien inglés, había vivido en los Estados Unidos, pero Yankelevich dijo que como él era quien manejaba el canal le correspondía elegir al conductor. Gustavo propuso a Marcelo Hugo Tinelli, que en ese tiempo estaba con Juan Alberto Badía. En esos últimos días se sumaron otros periodistas de fuste y empezamos.
-¿Cómo fueron los comienzos?
-El programa se emitía a la medianoche y al principio tenía un muy buen rating, hablábamos de deportes. Después empezaron a rellenar con bloopers. Teníamos un solo auspiciante, paradójicamente un programa de deportes estaba auspiciado por Nobleza Picardo. Estuvimos así seis meses, era una coproducción. Irusta Cornet (h) pagaba los sueldos y Yankelevich ponía el aire. Algo que nunca se dijo fue que Irusta Cornet, a los seis meses quebró y Yankelevich se quedó con todo... con el aire y los periodistas.
-¿La relación entre ustedes era como se veía al aire, algo relajado y divertido? ¿Cómo se llevaban entre ustedes?
-No, nunca nos llevamos bien. Era todo envidia, no era lo que demostrábamos al aire. Era ver quién hablaba más, cero relación. Y a Tinelli no le importaba, cada uno hacía la suya. De hecho, al principio su tarea estaba limitada a dar el pase al periodista que iba a comentar el video deportivo. Pero Marcelo quiso reforzar su imagen, capitalizarla, y de los 60 minutos que duraba el programa, 40 hablaba él. Los otros no teníamos lugar. Agarró el mando y chau. Yo me quejé. Nunca fui muy querido porque tengo mi carácter. Salí a mi madre inglesa: soy un tipo duro, como una roca.
-Después llegó Ritmo de la Noche, el programa de los domingos.
-En 1991, Gerardo Sofovich conducía “La noche del domingo”, que iba los domingos de 20 hasta la medianoche. Pero un día se le chifló el moño y se fue tres meses a jugar a Las Vegas. Era enfermo del casino. Entonces Yankelevich nos dijo que ocupemos ese espacio con un programa boludo, unos que tocaban la guitarra y algunos bloopers. Para ese entonces ya éramos varios, estábamos Teto Medina, Daniel Jacubovich, Lanchita Bissio, Osvaldo Príncipi, Gonzalo Bonadeo... y humoristas como Miguel Ángel Rodríguez y Leonardo Rosenwasser. ‘El domingo tenemos que arrancar con el programa en el espacio que dejó Sofovich. Vos, Bonadeo te vas a disfrazar de Mickey Mouse, Príncipi de Pluto, Henry de Tribilín... y se van a tirar de un caño, del tiragoma, que va a estar allá', dijo Yankelevich. Entonces yo levanté el dedo: “Perdonáme, yo soy un deportista olímpico, eso va a degradar mi imagen intachable”. Acto seguido, Gustavo llamó a Néstor de contaduría_ “De Ridder out. No va a trabajar con nosotros”, le ordenó.
-Hoy, a la distancia, ¿pensás que fue una buena decisión?
-No, me jodí porque era un segundo sueldo. Si ganábamos 10 con Videomatch, por cinco días a la semana, con Ritmo de la Noche, por tres horas, ganabas 20... De todas formas seguimos trabajando juntos un tiempo: como yo era un buen deportista, me necesitaron.
-¿En qué sentido te necesitaron?
-Todos los fines de semana inaugurábamos algún gimnasio o local en el interior del país. Eventos que nos pagaban aparte. Fabián Scoltore manejaba todos esos negocios y no daba puntada sin hilo. Yo era el as de espada en el deporte porque los otros... Estaba Bonadeo que no se movía, Príncipi que no había tocado una pelota en su vida... ¡No servían para nada! Fue una época muy loca. Maradona, que había sido echado del fútbol de Italia por drogas, pasaba mucho tiempo con nosotros. Fuimos muchas veces a la quinta que tenía Diego en Moreno.
-También jugaron al fútbol a la Quinta de Olivos.
-Íbamos constantemente. Carlos Menem con los jardineros de la Quinta contra nosotros, los de Videomatch. Ojo, no nos dejábamos ganar, Tinelli jugaba muy bien a la pelota. El arquero era Bonadeo, que era bastante malo. También iba Palito Ortega.
-Después de la pelea, ¿siguió la relación con Rourke?
-Fuimos a comer. “Me pegaste Henry, qué malo que sos”, me decía. Yo le metí dos o tres manos feas, pero le pedí perdón. Le expliqué que él mañana se iba, pero yo me quedaba acá... La pelea tuvo 49 puntos de rating. Al día siguiente la gente me reconocía en la calle y me saludaba. No podía vivir. Yo capitalicé mi popularidad, la disfruté, conocí muchas mujeres [risas]
-En ese momento Rourke era todo un sex simbol, su popularidad explotó con “Nueve semanas y media”, la película con alto contenido erótico que protagonizó con Kim Basinger.
-Sí. Yo le pregunté si había estado con Kim, que era un bombón, un avión a chorro. Y el tipo me dijo que no, que no había estado con ella. Yo no lo podía creer. Me contó que en ese momento ella estaba de novia y el novio la seguía a todos lados. Miraba todo lo que hacían. Rourke me dijo que años después la llamó. ‘¡¿Y ahí si?!’, le pregunté. ‘No, me rechazó', me respondió. Rourke podría haberme mentido, podría, pero no fanfarroneó. Eso habla bien de él.
-Te quedaron muchas anécdotas de aquellos tiempos, ¿pensás que fue una buena época?
-Muy linda. Tal vez me hubiese gustado más compañerismo y no tantos celos profesionales. Con el único que por ahí iba a tomar un café era con Osvaldo Príncipi.
Después de Videomatch: “A mí la fama me dolía”
-¿Cómo terminó tu participación en el programa?
-Fue una orden de Gustavo Yankelevich porque se dieron cuenta que el rating bueno venía por el lado del humor y no por el lado de los deportes. Torció para la comicidad.
-¿Actualmente mantienen alguna relación?
-A Osvaldo sigo viéndolo. Con el Teto sigo hablando, compartimos abogado. Con Leonardo Rosenwasser fuimos muy amigos. A la distancia, a Tinelli no lo culpo por su actitud, seguimos en contacto, cuando una de sus hijas estuvo mal le escribí...
-¿Cómo fue tu vida después de Videomatch?
-A mi la fama me dolía, yo soy ese (señala foto esquiando). Solitario. Aunque tenía cara de pocos amigos, porque mi cara es muy dura y daba miedo, mandaban a los chiquitos para que les firme o me saquen fotos. No podía comer ni salir. Por suerte, cuando terminó el programa mi popularidad fue decayendo y eso me vino bien porque nunca me gustó. Seguí con mi programa y ayudando a mi mamá con el campo. Después ella falleció y heredé un pedazo de campo y compré otro en Carmen de Areco, así que hoy vivo de rentas, no trabajo más.
Luego reconoce que el “no trabajo más” es relativo, desde hace décadas De Ridder sigue produciendo y conduciendo su programa “El Aventurero”, en el Garage TV, canal 109 de cable, que se emite los lunes a las 19 horas, que se repite los viernes a las 15. “En los últimos siete años fui a pérdida, pero es parte de mi. En el verano muestro los mejores lugares para hacer pesca con mosca y durante el invierno, esquí”.
De Ridder tiene un hijo, Gerónimo que hoy tiene 20 años. “Es profesional de fútbol, vive en Bélgica. Tiene un futuro increíble por delante. Lo logré vender a los 18″.
-Trascendió que también estás interesado en el política.
-Conseguí el teléfono de Patricia Bullrich a través de una amiga, la llamé y me postulé como posible futuro ministro de Deportes y Turismo de la Nación. Ella me derivó con la gente de búnker, fui un par de veces. Cuando me presenté les dije: “Ustedes van a necesitar personas como yo, porque si la otra vez les tiraron con un camión de piedras, ahora van a ser decenas de camiones de piedras. Ellos mismos lo están advirtiendo. Y acomodar esto va a ser muy difícil. Van a necesitar tipos honestos”. Me dijeron que después de las PASO me iban a llamar, yo estoy disponible.
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