La etapa fundamental de su carrera se desarrolló durante un período de 18 años, a partir de 1891
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Ubicado a las afueras de Washington DC en el condado de Montgomery, en Maryland, el parque estatal Matthew Henson es un frondoso oasis arbolado. Al entrar, el murmullo del tráfico se desvanece, y todo lo que podés ver es césped y árboles.
Un sendero pavimentado de cerca de 8 km se curva suavemente a través del bosque, antes de que una pasarela de madera elevada lo lleve por encima de un humedal. Los pájaros cantan en lo alto, y no es raro cruzarse con ciervos y pavos salvajes.
Podrías caminar por este sendero todos los días y nunca saber quién era Matthew Henson, a menos que te detuvieses en un letrero al costado del camino que muestra una cronología de su vida:
• 1866: nacido en el condado de Charles, Maryland.
• 1879-1884: se une a la tripulación del barco Katie Hines como grumete y explora el mundo.
• 1887: se une a Robert E. Peary para ayudar en la misión de inspección en Nicaragua para la construcción de un posible canal.
Luego, en medio de esta biografía, un detalle sorprendente:
• 1909: llega al Polo Norte con Peary y plantan la bandera estadounidense.
El letrero tiene una fotografía de Henson envuelto en pieles, con una capucha sobre la cabeza. Tiene el ceño sobriamente fruncido y luce un tupido bigote. Su apariencia encaja con el arquetipo del explorador polar en todos los sentidos excepto en uno: Henson era negro.
Encuentro con Peary
“Cuando era niño, en la escuela, nunca escuché hablar de Matthew Henson”, dice JR Harris, quien también es afroamericano y forma parte de la junta directiva del Club de Exploradores, que ha inspirado a algunos de los más grandes aventureros del mundo.
“Muchas personas asumen que Matthew Henson era alguien a quien admiraba en ese momento, y eso simplemente no es cierto. Todo lo que escuchamos fue que el Polo Norte fue descubierto por Robert Peary”.
La vida de Henson es algo así como una novela de aventuras victoriana. Nacido en una familia de campesinos, Henson hizo trabajos ocasionales antes de unirse a la tripulación de un barco mercante y navegar hacia continentes lejanos.
Su primer mentor fue el Capitán Childs, quien entrenó al joven Henson para una vida en el mar e incluso le enseñó a leer. Cuando Childs murió en 1883, Henson volvió a tener dificultades para ganarse la vida, hasta que tuvo un encuentro decisivo con Robert Peary en 1887.
Se cruzaron por primera vez en una mercería en Washington DC donde trabajaba Henson. El comandante Peary, un ingeniero de la Marina de Estados Unidos, quedó impresionado con el joven y lo invitó a trabajar como su asistente en una misión de inspección a Nicaragua ese mismo año.
En busca del Polo
La etapa fundamental de la carrera de Henson se desarrolló durante un período de 18 años, a partir de 1891, cuando acompañó a Peary al Círculo Polar Ártico en busca del Polo Norte.
Como uno de los últimos rincones inexplorados de la Tierra, la búsqueda para llegar físicamente hasta el punto de más septentrional del mundo había atraído a exploradores durante siglos, muchos de los cuales habían fantaseado con plantarse en la cima del planeta.
Sin embargo, el duro clima del polo y los témpanos de hielo habían repelido a todos los visitantes humanos, incluso a los inuit.
Peary fue el líder de estas expediciones, recaudando dinero y organizando equipos. Henson acompañó a Peary en todos los viajes menos uno, y pasó años de su vida haciendo trabajo de campo.
En Groenlandia, Henson se unió a los inuhuit, el pueblo más septentrional de América del Norte y parte de los inuit de Groenlandia; aprendió a construir iglús y trineos, y se volvió fluido en el idioma inuktun.
Cazaba animales polares con un rifle, una habilidad para salvar vidas cuando las provisiones escaseaban. Lo más impresionante es que Henson aprendió el arte del mushing (la carrera de trineos tirados por perros).
“Es un mejor conductor de perros y maneja un trineo mejor que cualquiera, excepto algunos de los mejores cazadores [inuit]”, escribió Peary sobre Henson. “No podría vivir sin él”.
Seis exploradores
En el transcurso de siete intentos desde 1891 hasta 1909, Henson fue el colaborador más cercano de Peary. El Ártico no perdonaba, y los dos hombres casi se congelaron o murieron de hambre en varias ocasiones.
Peary perdió muchos dedos de los pies por congelación; Henson una vez se cayó a través el hielo y se habría ahogado si su amigo inuit Ootah no lo hubiera sacado del agua helada. Ambos resistieron tormentas catastróficas y problemas técnicos interminables.
Los hombres perfeccionaron el proceso hasta su expedición final en 1909. Como los suministros se agotaron y estaban a aproximadamente a 215 km del Polo, Peary ordenó a todos en su grupo de 50 personas que regresaran al barco, excepto cuatro inuits y Henson.
Según un artículo del Smithsonian, varios días después, el 6 de abril de 1909, después de un arduo viaje por la tundra, Henson supuestamente le dijo a Peary que tenía la “sensación” de que ahora estaban en el Polo.
Henson dijo que Peary luego buscó en su abrigo, sacó una bandera estadounidense doblada cosida por su esposa y la sujetó a un bastón que clavó sobre un iglú. Al día siguiente, Henson dijo que Peary determinó su ubicación con un sextante, colocó una nota y la bandera estadounidense en una lata vacía y la enterró en el hielo. Luego, los hombres se volvieron hacia el barco para regresar a casa.
El logro “de otro mundo” se había cumplido, escribió Henson en sus memorias de 1912, “A Negro Explorer at the North Pole”. “Y como en el pasado, desde el comienzo de la historia, dondequiera que el trabajo de otro mundo era realizado por un hombre blanco, había estado acompañado por un hombre de color”.
Escepticismo
Aun así, el momento de gloria de Henson duró poco. El siguiente siglo, los historiadores tendrían una actitud escéptica sobre Henson, quien regresó a Estados Unidos en el momento más álgido de la tensión racial.
Peary escribió un prólogo efusivo al libro de Henson, argumentando que “la raza, el color, la educación o el entorno no cuentan nada contra un corazón decidido, si está respaldado y ayudado por la inteligencia”.
De todos modos, Peary recibió con gusto la mayoría de los elogios por llegar al Polo, mientras que el nombre de Henson se desvaneció del ojo público.
Imposible sin Henson
Existe un debate sobre si la localización de Peary fue la correcta -y también hay una disputa sobre si fue el primer explorador en llegar allí- pero la mayoría concuerda en que no pudo haberse aventurado tan al norte sin Henson, quien abrazó por completo la vida inuit e investigó antiguas habilidades de supervivencia.
Henson también adaptó herramientas inuit, como prendas de piel y trineos tirados por perros. “Él realmente les gustaba a los inuit”, afirma Harris, quien se ha embarcado en decenas de caminatas solitarias en áreas silvestres de todo el mundo.
Al igual que Henson, Harris forjó relaciones con pueblos indígenas en lugares remotos y aprecia este primer intento de antropología cultural. “Peary era un poco distante, y agradecía que alguien en su equipo pudiera tratar con la población inuit y establecer buenas relaciones”.
Aun así, no fue sino hasta 1937 que Henson fue admitido como miembro del Club de Exploradores. Eventualmente fue reconocido con honores por los presidentes Harry S. Truman y Dwight D. Eisenhower, pero solo hacia el final de su vida.
Henson fue enterrado en el Cementerio Nacional de Arlington, donde finalmente se le erigió un monumento en 1988, 33 años después de su muerte.
Hoy, un puñado de sitios llevan su nombre, como varias escuelas, un parque y un barco que hace investigación oceanográfica.
Diversidad
Por décadas, los simpatizantes de Henson han tratado de recuperar su legado. Su defensor más apasionado fue S. Allen Coulter, un neurólogo que también fue miembro del Club de Exploradores.
“La historia resonó en mi padre por razones obvias”, explica su hija Philippa Counter. “Ambos fueron exploradores. Henson fue ese héroe anónimo que no fue reconocido por ir al Polo Norte. Él pensó: ‘Esta es una historia que definitivamente tengo que contar’ “.
Counter falleció en 2017, pero otros continuaron con su misión. El Club de Exploradores creó un Comité de diversidad, equidad e inclusión, dirigido por J.R. Harris.
En 2022, el club admitió póstumamente a cuatro nuevos miembros: Seegloo, Egingwah, Ooqueah y Ootah, los inuit que acompañaron a Henson y Peary en su última expedición.
“En mi opinión, todos son codescubridores del Polo Norte, los seis”, dice Harry. “Esos cuatro hombres están finalmente recibiendo el reconocimiento que merecen”.
*Por Robert Isenberg
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