Desde su start up Beeflow, propone polinizar cultivos para mejorar las actividades apícolas y agrícolas
El 70% de los alimentos producidos en el mundo dependen, en alguna medida, de la polinización que realizan las abejas para maximizar su rendimiento. Paltas, frutillas, manzanas, arándanos y casi cualquier fruta que se pueda encontrar en una verdulería existe porque fue polinizada por una abeja que trasladó polen entre la parte masculina a la femenina de una flor, dando lugar a un fruto. La cantidad de polen que se deposita es tan importante que es una de las variables que define la calidad y tamaño de los frutos.
Sin embargo, el reemplazo de hábitats naturales por cultivos para producir alimentos está generando una pérdida en la abundancia y diversidad de los polinizadores, que son principalmente las abejas. Si bien hay grandes avances científicos relativos a la sanidad apícola y la polinización, la adopción de tecnología por los productores apícolas es escasa, en la Argentina y en muchos países del mundo. "Los agricultores no utilizan a las abejas para maximizar la calidad de los cultivos y los apicultores están enfocados en la producción de miel y no piensan en otros servicios de polinización", explica Matías Viel (27 años), CEO y fundador de Beeflow, una start up argentina que busca entrenar a las abejas para que polinicen determinados cultivos y así maximizar el mutuo beneficio que puede existir entre la actividad apícola y la agrícola.
A Matías Viel se le ilumina la cara al contar cómo fueron los comienzos de su idea hace menos de tres años. Él, administrador de empresas, armó equipo con quienes llama "Los Messi de las abejas", Pedro Negri y Agustín Saez, doctores en Biología y científicos del Conicet, que llevaban casi una década de investigación: De Negri, con foco en cómo es el sistema inmunológico de las abejas, y Saez, en los sistemas de polinización de cultivos. Juntos crearon una empresa de base tecnológica nacional, pero que desde su germen buscó una proyección internacional, con el apoyo de una aceleradora de start ups de biotecnología llamada Grid Exponencial. Comenzaron analizando la rica información que existía sobre los procesos de polinización y las posibilidades que se desperdiciaban por no alcanzar al ámbito productivo. A partir de ahí, trabajan con apicultores, que es un sector que coloca a la Argentina como segundo exportador de miel del mundo, en ver cómo maximizar el servicio de sus colmenas con la industria agrícola. "En la Argentina, el agricultor le alquilaba las colmenas al apicultor en la etapa de la floración de los cultivos y las dejaba ahí unas semanas. Para el apicultor, las ganancias eran ínfimas. Esto, en mercados como Estados Unidos, es distinto. Allí, por un mes de alquiler de una colmena, se pagan hasta 200 dólares", describe Viel y asegura que es una industria que tiene mucho por ofrecer por fuera del mercado de la miel.
El proceso de Beeflow comienza con el alquiler de las colmenas a los apicultores. Trabajan en la alimentación de las abejas con tecnologías que son moléculas orgánicas que aumentan la eficiencia de una abeja cuando poliniza un cultivo y, de esa manera, aumenta el rendimiento de cada cultivo por hectárea sembrada. Por un lado, se aumenta el sistema inmunológico de las abejas y esto colabora con uno de los problemas globales que es la alta mortalidad que presenta la población de estos insectos en todo el mundo. Mediante la alimentación, las hacen más resistentes (a temperaturas bajas, por ejemplo). "Esto no perjudica en nada la salud de las abejas, por el contrario, las dota de una mayor sobrevida y resistencia", explica Pedro De Negri, especialista en abejas del equipo. Además, también se trabaja en "condicionar la memoria de las abejas" para que polinice cultivos específicos. Esto significa que se "entrena a la abeja" a que visite flores que no son tan atractivas y aumente la polinización en cultivos que suelen ser relegados. Esto pudieron hacerlo ya que estudiaron junto con especialistas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires cómo funciona el cerebro de las abejas y cómo se puede atraer su atención a ciertos cultivos por períodos de tiempo determinados.
Los resultados de las primeras pruebas de los dos años de trabajo de Beeflow son contundentes. Por ejemplo, en Concordia, Entre Ríos, trabajaron con las compañías productoras de arándanos Blueberries y Agroberries, y aumentaron un 22% el rendimiento en kilo por hectárea. En Mendoza, se aplicaron las tecnologías en plantaciones de almendras, donde el rendimiento por hectárea logró un aumento del 38%. En febrero de este año llegaron a Estados Unidos con Harris Woolf, el tercer productor de almendras del mundo, que cuenta con más de 10.000 hectáreas (en toda Argentina hay 2000). "Hicimos un ensayo donde comparamos a colmenas alimentadas por nuestra tecnología versus colmenas normales, para ver si podíamos hacer que trabajen mejor a bajas temperaturas (porque las abejas suelen trabajar a partir de 15 grados) y sean más eficientes polinizando las plantas. En temperaturas por debajo de los 15 grados, nuestras abejas trabajaron 7 veces más (hicieron 7 veces más vuelos, contando la cantidad de abejas que entraban en la piquera de la colmena)", señala Viel. Además, utilizaron trampas para recolectar el polen que estas abejas traían a la colmena después de polinizar las plantas. "Lo pesamos y vimos que nuestras abejas trasladaban 2,5 veces más polen en promedio que las abejas que no fueron alimentadas por nuestras moléculas", se enorgullece el emprendedor.
En el desarrollo de esta especie de "supervitamina" trabajan con moléculas 100 por ciento orgánicas y su servicio no produce ningún perjuicio para las abejas, sino que buscan aumentar la producción agrícola mientras resguardan su salud. El servicio que brindan dura lo que dura la floración de los cultivos. Una vez que esta finaliza, el productor paga un valor por hectárea y Beeflow devuelve las colmenas a sus dueños. Según Viel, esto genera, además, un gran beneficio para los apicultores que profesionalizan y aumentan los servicios que dan.
Beeflow fue uno de los doce finalistas de concurso Samsung Innova, certamen de innovación de Samsung para promover la innovación en el país de proyectos tecnológicos con impacto positivo en la sociedad. Estos personal trainers de las abejas lograron un lugar en la final en la categoría Ambiente, junto a Wabee, una solución que consta de un dispositivo y una aplicación para conocer, medir y actuar sobre el consumo eléctrico, y Arqlite, que fabrica piedras plásticas para la construcción con las que se pueden lograr paneles de hormigón liviano, con aislamiento acústico y sustentable a partir de plásticos reciclados. A Ambiente se le sumaron tres categorías más: Arte y Cultura, Soluciones Inteligentes y Ciencia y Salud.
A partir de los resultados obtenidos y las proyecciones de escalabilidad del negocio en la Argentina y Estados Unidos, ya está en conversaciones con varias empresas del mundo de cara a las cosechas del próximo año. Entre ellos, Driscoll's, el productor de arándanos, frutillas y frambuesas más grande del mundo, con el que comenzarán a trabajar en febrero de 2019 en distintos proyectos de polinización. "Queremos seguir creciendo en el impacto que genera Beeflow tanto en la generación de más y mejores alimentos para una población mundial que está creciendo y también dándoles a cientos de apicultores una nueva fuente de ingresos y profesionalizando su actividad, al aplicar conocimiento científico en la polinización de cultivos", cierra Viel.
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