Masculino y sensible, dos adjetivos que dejaron de ser contradictorios
Nadie sabe bien cuándo fue, pero hubo un buen día en el que los hombres dejamos de esconder las cremas en la mesa de luz para que nuestros amigos no las vean cuando vienen a casa a jugar al póquer. Años atrás, si alguno hubiera visto esas crema anti age, el gaste hubiera sido inevitable.
De repente pasamos de esconder esos productos a comparar marcas, precios y resultados. Entendimos que cuidarse la piel, comer sano y desayunar cereales no nos saca ese espíritu arcaico de macho alfa que todos llevamos dentro.
También nos percatamos del talle slim fit, que los chupines no son propiedad exclusiva de los adolescentes y que unas Converse rockeras las podemos usar hasta bien entrado el medio siglo de vida. En conclusión podemos ser sutiles y sensibles sin perder nuestra pasión por el chori de parado y el tablón de la cancha.
Nos permitimos contarnos que una mujer nos rompió el corazón, vamos al cine con amigos y nos compramos un muñequito de Star Wars sin ponernos colorados. Esa sensibilidad adquirida tiene que ver con el hombre moderno que entendió que está bien decirles a los amigos que se los quiere, que se los extraña cuando no están y que si un amigo me recomienda una peluquería no es porque sea gay, sino porque cree que puedo mejorar mi look.
Es un avance muy importante. Las charlas que solían ser de fútbol y de mujeres pasajeras se convierten en bancarlo al gordo Guido a que se desahogue porque la cordobesa lo dejó. Y en lugar de llevarlo de "gira" para que se olvide de su ex, lo bancamos entre todos viendo una peli de acción.
La mujer se masculinizó en estos últimos años y el hombre adoptó felizmente costumbres femeninas, como ir a un shopping a comprarle una camisa a un amigo, algo que unos años atrás era visto como algo raro, ya que a los amigos se les regala whisky y habanos, ¡nada más! Pero cuando nos vimos un poco desde afuera, supimos que esa postura anticuada era del siglo pasado y que hoy ser sensible está de moda y hace bien (incluso para el arte del levante).
Compartir juntos una clase de yoga, un curso de astrología, ir a una degustación de vinos, investigar acerca de "El arte de vivir", son cosas que podemos darnos el lujo de compartir con amigos.
Ir un sábado a la mañana a Salón Berlín y ver una cola de veinte barbudos esperando a que abra para retocar sus barbas vikingas es una muestra cabal de cómo masculinidad y sutileza pueden caminar de la mano sin que nadie se dé vuelta a mirar de manera extraña.
Brindo por la llegada de la sensibilidad al mundo masculino que entendió que acercarse a nuevos mundos no significa abandonar el barrio.
Coconductor de Gente sexy en Rock & Pop, @joefernandezok