Qué indicios se deben tener en cuenta para saber si dos perros se pelean o juegan
La convivencia entre canes puede resultar conflictiva si no se tiene en cuenta algunos parámetros; la opinión de una especialista en adiestramiento canino
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El reino animal esconde varios secretos que se van revelando con el pasar del tiempo. Con la intención de profundizar sobre estos temas de vital importancia, la psicología canina se basó en una pregunta fundamental: ¿Cómo saber si dos perros se pelean o juegan?
Con el enigma planteado, las teorías empiezan a aparecer y los profesionales se encargan de dar un manto de claridad en un tema del cual se desconoce, que es sumamente importante para poner conocer en profundidad a nuestros canes.
Uno de los principios básicos para entender es que tanto los perros, como los gatos son animales territoriales. Su espacio se considera sagrado y, por ende, quien invada su parcela o le quite, por ejemplo, un juguete, se ganará un enemigo. A su vez, la relación entre perros es sumamente especial y habrá que trabajar para que puedan convivir bajo el mismo techo.
Eduarda Piamore, quien se desarrolla profesionalmente como Técnica en psicología, educación y adiestramiento canino y felino, le explicó al medio El Universal cómo es el comportamiento de estos animales y qué tener en cuenta.
“Algunos perros tienen predisposición genética a la agresividad hacia otros perros, lo que puede influir en sus interacciones en el hogar. Una socialización deficiente durante la infancia puede dificultar la interacción positiva con otros perros y conducir a conflictos por miedo o inseguridad”, aclaró Piamore.
Una de las cuestiones centrales de este tema es diferenciar cuando se trata de un simple juego entre perros o bien cuando la disputa pasa a mayores. En cuanto a lo primero, las mascotas cuando se divierten suelen tener posturas relajadas, movimientos suaves y ladridos agudos; caso contrario, cuando existen conflictos, el cuerpo se vuelve más rígido, los gruñidos son amenazantes y el contacto físico escala a una agresividad en la que deberá interceder el dueño.
A raíz de este foco de conflicto, Piamore estableció cinco puntos a tener en cuenta para que la sociabilización de sus frutos y, de esta manera, los animales no se relacionen de manera agresiva.
- Desviar la atención: al existir un canal de comunicación agresivo entre los perros, la profesional indicó que se deberá disuadir el conflicto mostrando juguetes o golosinas.
- Paseos a la par: la intención de este paso es que los animales puedan generar una química diferente y, mediante pequeños recorridos, ir generando un entorno ideal para su convivencia.
- Mantenerlos separados: si los inconvenientes persisten en el domicilio, una de las medidas terminantes es separar a los animales y que cada uno esté en un ambiente distinto. Según la profesional, este proceso derivará luego en una “reintroducción adecuada”.
- Instalar una barrera física: cuando suscitan este tipo de problemas entre los perros, una de las opciones es instalar una especie de valla o contención que delimitará el espacio de cada uno de ellos y, por ende, ninguno podrá sobrepasar el lugar del otro.
- Buscar ayuda profesional: este último paso se dará cuando el caso es irreversible. El asesoramiento de un terapeuta canino es fundamental para poder entender el origen del problema y así poder trabajarlo.
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