El auge y extinción del perro polar argentino: hizo historia en la Antártida y tuvo un repentino final

La Argentina cuenta con diversas razas de perros, incluso algunas que fueron creadas en nuestro suelo como el pampa argentino, el galgo barbucho patagónico o el pila argentino. Sin embargo, algunas de ellas no lograron sobrevivir al paso del tiempo y llegaron a extinguirse. Este es el caso del perro polar argentino. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) determinó que este dejó de existir en 1994.

De todos modos, su historia no para de cautivar a los fanáticos de los caninos. Aunque ya no se pueden encontrar ejemplares de esta raza, aún son recordados por su papel en el establecimiento bases en la Antártida. Es así que se lo conoce como “el héroe de nuestra soberanía antártica”.

Cómo surgió el perro polar argentino y cómo era

Según indica un artículo realizado por el Coronel Veterinario Juan Carlos Maida para la Sociedad de Medicina Veterinaria (Someve) en 2015, este ejemplar fue creado por el Ejército Argentino en la década de 1950 para obtener un perro capaz de sobrevivir al frío de la Antártida y cumplir las funciones de transporte como perro de trineo.

Para ello, hicieron la cruza de cuatro razas con características especiales que les permitía sobrevivir en zonas muy frías: Husky Siberiano, Alaskan Malamute, Groenlandés y Spitz Manchuriano. El resultado de esta experimentación dio una raza ideal para las tareas que se realizaban en esa época para el establecimiento de las bases antárticas que se hicieron durante la presidencia de Juan Domingo Perón, quien buscaba afianzar los derechos de Argentina sobre el territorio. Se trató de una misión impulsada por el entonces Teniente Coronel Hernán Pujato. Él mismo se encargó de obtener los mejores perros de Alaska y Canadá para poder crear al perro polar argentino. Fue así que en 1951 iniciaron las actividades del perro polar argentino con la creación de la Base Antártica del Ejército Argentino “General San Martín”.

Se trataba de un perro corpulento, con un peso considerable porque se estima que, en promedio, los machos pesaban unos 60 kilos y las hembras unos 52. Además, destacaban por su belleza. Tenían una cabeza redondeada y grande ― parecida a la del Malamute― orejas pequeñas que se mantenía rectas sobre la coronilla y unos ojos claros o celestes. También tenían pelaje largo blanco con algunas manchas negras. Peculiarmente, llevaban una cola enroscada que solía reposar sobre su lomo. Solía tener un ladrido grave, pero se lo reconocía más por sus aullidos que se asemejaban a los de los lobos.

En cuanto a su carácter, se podría decir que era un animal dócil, amable y cariñoso con los hombres. De todas maneras, podía ser bastante agresivo, en especial con otros perros. Eran comunes las peleas entre ellos y, cuando uno resultaba herido en una riña, el resto de la jauría se lanzaba sobre él para destrozarlo. Sus mordidas podían a llegar a ser letales, en especial porque buscaban herir por debajo de la barriga.

Más allá del aspecto físico, que era llamativo y agradable, el perro polar argentino contaba con varias cualidades que lo hacía útiles en las arduas tareas de empujar trineos en el desierto blanco. Primero, poseía un triple pelaje ―que incluía capa de lana, pelo propiamente dicho y sub pelo― que lo protegía de las bajas temperaturas. Es así que su temperatura normal de trabajo podía alcanzar los -70 °C.

Además, su capacidad tractora de trineo duplicaba la de cualquiera de las razas que le dieron origen. Incluso podían pasar unas seis horas remolcándolo sin necesidad de descansar. En tanto, era capaz de intuir o predecir las tormentas, y así ayudar a evitar salidas fallidas. Su sentido de la orientación era excelente, incluso durante grandes tempestades. Por estos motivos era muy confiable en las operaciones de rescate.

Por qué se extinguió el perro polar argentino

Si contaba con todas estas cualidades excepcionales, surge una pregunta: ¿por qué se extinguió el perro polar argentino? Sus últimos ejemplares murieron a principios de la década de 1990. Fue una consecuencia directa de su evacuación al sur de la Patagonia, por orden del Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR).

En ese entonces, se trajeron a nuestro continente los últimos ejemplares del perro polar argentino tras 43 años de trabajo continuo en la Antártida. Estos fueron transportados a Tierra del Fuego y Mendoza. Como tuvieron poco cruzamiento con otros perros en las bases, esta especie había perdido la inmunidad natural a las enfermedades comunes en los caninos. Es así como murieron al poco tiempo de haber sido trasladados. Fue tan rápido que no dio tiempo a hacer el cruzamiento y reproducción entre los sobrevivientes.

En tanto, su genética se fue diluyendo entre otras especies de perros. Los escasos sobrevivientes fueron dispersados y entregados a familias adoptivas muy alejadas unas de otras. Es por eso que ya no se puede encontrar ningún perro polar argentino hoy en día.

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