Cómo ven los perros y los gatos
Además de derribar el mito que asegura que las mascotas sólo ven en blanco y negro, las investigaciones han descubierto que, entre otras capacidades, pueden ver en la oscuridad
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Entre la multiplicidad de especies que existen en la naturaleza, los perros y los gatos circulan con una percepción única del universo que los rodea, que ha sido objeto de fascinación y especulación a lo largo del tiempo. Con frecuencia, se asume, por ejemplo, que estas mascotas ven el mundo en blanco y negro, una creencia arraigada como verdad en el imaginario colectivo, aunque lo cierto es que esa concepción dista mucho de la realidad.
Junto con la percepción de los colores, la visión de nuestras mascotas también debe analizarse según otros factores: la visión nocturna, la percepción del movimiento, el campo visual y la percepción de distancias. Estas variables son las que diferencian las imágenes que vemos los humanos de las que observan nuestras mascotas.
El mito del blanco y negro
Es cierto que la paleta de colores que ven las mascotas no es la misma que vemos los humanos. Aunque no ven el mundo en blanco y negro como se suele creer. A diferencia de los humanos, que poseemos tres tipos de conos en la retina para distinguir una amplia gama de colores, los perros y los gatos tienen sólo dos tipos de conos, lo que limita su percepción del espectro cromático. Los tonos rojos y verdes se funden en una paleta de grises para ellos, mientras que los azules y amarillos destacan con mayor claridad en su visión.
Pueden ver en la oscuridad
Seguramente te diste cuenta del brillo de los ojos de nuestras mascotas frente al reflejo de la luz o al flash de la cámara de fotos. Este resplandor se debe a una estructura ocular que les permite ver de noche. Se trata de la Tapetum Lucidum, que actúa como un espejo reflectante detrás de la retina, y así las mascotas pueden aprovechar al máximo la luz disponible en entornos de escasa luminosidad. Esta característica les permite cazar y explorar con destreza durante la noche, con una visión que puede ser hasta cinco veces más efectiva que la nuestra en condiciones de poca luz.
Alertas a los movimientos
Los perros y los gatos son maestros en la detección de movimiento. Sus ojos, dotados de una alta concentración de células sensibles al movimiento llamadas bastones, les permiten captar incluso los cambios más sutiles en su entorno. Esta habilidad les confiere una ventaja táctica en la caza y la supervivencia, permitiéndoles reaccionar rápidamente ante cualquier amenaza o presa potencial.
Campo visual y percepción de distancias
El campo visual representa el espectro completo de espacio que podemos percibir mientras nuestros ojos están dirigidos hacia adelante. En los humanos, este campo abarca alrededor de 180 grados, mientras que en los gatos puede extenderse hasta los 200 grados. Por su parte, en los perros, la amplitud del campo visual varía según la raza. En perros con características intermedias, es decir, con un hocico ni plano ni alargado, el campo visual puede alcanzar aproximadamente los 240 grados. Esta capacidad les otorga una visión periférica significativamente más amplia que la nuestra. Sin embargo, las mascotas necesitan de mayor distancia que los humanos para poder ver un objeto que está cerca.
Aunque la visión lateral de los perros no es tan precisa como la visión frontal, es lo suficientemente aguda como para detectar estímulos interesantes, como objetos en movimiento, que pueden incitar al perro a girar la cabeza y observarlos con atención.
Al girar la cabeza, el objeto en movimiento se posiciona justo en el centro del área del campo visual donde se superponen las imágenes captadas por cada ojo. Esta región desempeña un papel crucial en la percepción de la tridimensionalidad y en el cálculo de la distancia a la que se encuentran los objetos frente a nosotros. Es importante destacar que esta zona de superposición abarca aproximadamente 90 grados en los gatos y 60 grados en los perros, aunque en estos últimos puede haber variaciones debido a la morfología de su hocico y la disposición de sus ojos. En comparación, en los humanos, esta área alcanza alrededor de 140 grados.
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