Masacre de San Valentín: el atroz crimen que quedó ligado al día de los enamorados
Un golpe mafioso dejó siete muertos en la ciudad de Chicago un día como hoy hace 93 años, aumentó la influencia de Al Capone en el hampa norteamericano; ese crimen quedó unido a la celebración del amor
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El 14 de febrero de 1929, mientras las parejas disfrutaban del Día de los Enamorados, un ataque mafioso en la ciudad estadounidense de Chicago dejó siete cadáveres que mancharon la celebración, y quedaron unidos para siempre con la celebración del amor , en lo que se conoció como la “masacre de San Valentín”.
El sitio del crimen fue un garage en la zona norte de la ciudad, y exceptuando al mecánico Johnny May, ninguna de las víctimas era del todo inocente: los asesinados formaban parte de la banda de ‘Bugs’ Moran, un mafioso de origen irlandés que pisaba fuerte en los negocios del crimen organizado en los Estados Unidos durante la década del 20: la prostitución, la extorsión y la venta ilegal de alcohol, prohibido por la Ley Seca que rigió en el país norteamericano entre 1920 y 1933.
El garage del 2122 de la North Clark Street era el lugar donde la banda de Moran organizaba su operación de venta de alcohol ilegal. Al momento del crimen, sin contar al mecánico, había otros 6 hombres en el local que trabajaban en el hampa: dos eran hermanos, Frank y Peter Gusenberg; James Clark; Adam Heyer; Albert Weinshank, y también un optometrista llamado Reinhardt H. Schwimmer que se jactaba de sus vínculos con el mundo del hampa.
Ese tristemente célebre grupo pronto pasaría a la historia. Luego de la masacre, los testigos circunstanciales relatarían los momentos previos al crimen: un Cadillac negro, tripulado por 4 o 5 personas dependiendo las versiones, estacionó frente al 2122 de la North Clark Street. Los ocupantes descendieron, dos de ellos estaban vestidos como policías, y uno con sombrero de fieltro y abrigo de chinchilla permaneció al volante.
El grupo ingresó al garage armado con ametralladoras y escopetas. Sorprendieron a los gánsteres, y les ordenaron que se pusieran en fila contra la pared. Creyéndose detenidos por las fuerzas de la ley, los hombres de Moran obedecieron.
En las investigaciones posteriores, los testigos recordarían el atronador sonido de las ametralladoras que provino del garage cerrado. Unas 70 rondas de munición se dispararon. La banda que había cometido el crimen salió rápidamente del lugar y escaparon en su auto.
Cuando la policía acudió al establecimiento, encontró 6 muertos y un agonizante. Frank Gusenberg se retorcía en el suelo, dando sus últimos respiros, cuando un policía se arrodilló a su lado y le preguntó qué había ocurrido. Viviendo fiel a la omertá, el código de silencio que rige entre los mafiosos, el herido no soltó palabra hasta que respiró su último aliento sobre el suelo del garage.
Las imágenes explícitas del crimen se reprodujeron en los medios estadounidenses, y la violencia en Chicago acaparó la agenda periodística. El crimen fue llamado “la Masacre de San Valentín”, y aunque se mantuvo como un caso sin resolver, todas las acusaciones señalaban en una dirección.
Acusaciones sobre Al Capone
El crimen de San Valentín fue sobre todo un fuerte golpe a la organización de Bugs ‘Moran’, que entonces controlaba la parte norte de Chicago. El mismo jefe mafioso se salvó por minutos de llegar al garage, donde se presume que habría corrido la misma suerte que sus lugartenientes.
Por eso, los dedos de la nación se posaron sobre Al Capone, en ese entonces el zar del juego y el alcohol ilegal en la zona sur de la ciudad norteamericana. En los días posteriores al crimen, Moran dijo la célebre frase “Sólo Capone mata así”, a lo que el aludido respondió, ingenioso: “el único que mata así es Bugs Moran”.
Lo único claro era que Capone no había sido el autor material del hecho, ya que se encontraba en el estado de Florida al momento de los asesinatos. Pero los crímenes de San Valentín acabaron con la poca oposición que todavía enfrentaba Capone, y pudo profundizar su imperio en la ciudad que había visto su progreso criminal. Por eso, se sigue especulando que estuvo detrás de la planeación del que es uno de los crímenes sin resolver más famosos de la historia.
Pero también marcó el principio del fin para el mafioso, que pasó a ser considerado el enemigo público número 1. Las fuerzas del orden en los Estados Unidos se pusieron como misión apresarlo: dos años después de los crímenes, apenas una fracción de los hechos delictivos por los que se acusaron a Capone, el líder mafioso fue detenido por un cargo impositivo y sentenciado a 11 años de prisión, de los que saldría con síntomas de demencia que aceleraron su muerte, ocurrida el 25 de enero de 1947.
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