Martín Ortega: “No está nada buena la imagen de la familia perfecta”
El más grande de los Ortega jamás le dijo "vieja" a su madre, asume que es un hombre de urbes, tiene obsesión con los errores de ortografía, no le gusta la palabra "famoso" y siente una especie de intoxicación cuando, en una charla cualquiera, su interlocutor comienza con la muletilla " a ver...".
Martín, hermano mayor de Julieta, Sebastián, Emanuel, Luis y Rosario; hijo de Palito Ortega y Evangelina Salazar, cumplió cincuenta años hace unos meses, trabaja en la productora de contenidos Underground de su hermano del medio y prefiere que lo llamen asesor artístico en lugar de productor. "Lo mío es una especie de curaduría. El trabajo de productor no lo sabría hacer. Te exige mucho de oficina, hay que llamar para contratar gente. Lo que yo hago es recibir los libros, pulir, finalmente reeditar. En realidad me meto en todo: que no haya incoherencias en alguna escena, o detalles que tienen que ver con la estética y actores. Igual ahora estoy en pausa. Cada tanto, sin irme a ninguna parte, me tomo unas vacaciones del trabajo".
–¿Y a tu hermano Sebastián no le molestan tus pausas?
–No. Nos entendemos muy bien. En un momento me fui y trabajé en otros lugares. Después, hará unos cinco años, volví. Sebastián, creo, es el más apasionado de todos nosotros. Pero respeta mis decisiones. ¡Soy el hermano mayor!
–¿Cómo interpretamos lo de apasionado?
–Es sensible, se enoja más rápido. En las reuniones de trabajo puede hablar fuerte y ese tipo de cosas. Nada que no sea normal. Con su entorno de trabajo sucede; pero a los cinco minutos los ves tomando café como si nada.
–¿Vos podés tomar café como si nada después de una conversación apasionada?
–Y... no. Generalmente si alguien me grita sabe que me voy. Tengo eso de que en mi casa mis padres jamás se gritaron ni pelearon, por lo menos delante nuestro. De hecho yo no puedo decirle "vieja" a mi mamá. Digo madre. Qué ridículo, ¿no? Siempre le di mucha importancia al hablarse bien.
–¿Es cierto que chicaneás a tus hermanos diciendo que sos el favorito?
–Mi divierte decir que soy el preferido de mamá, sí. Bromeo. En realidad me refiero al mito del hijo varón, mayor. Y se suma que cuando yo nacía fallecía mi abuelo materno. Paralelamente papá estaba entre España y México filmando películas sin parar. Así que tuvimos un vínculo muy fuerte.
–Hace un tiempo ella habló de tu sexualidad. A raíz de eso viviste semanas mediáticamente movidas, algo impensado. ¿Cómo lo viviste?
–Toda la vida me sorprendió esa cosa que tiene, lo que ahora llaman sincericidio. Siempre te dice la verdad. Si no le gusta un programa, te lo dice. Si no te queda bien algo también te lo dice. Pero siempre compensado con ese amor de madre tan impresionante que tiene. El tema de la nota en la que cuenta que soy gay fue algo que en su momento habíamos hablado. Pero hace quince años atrás. Se ve que encontró su momento y el medio apropiado. Me llamó mientras hacía la entrevista para consultarme. Y creo que estuvo bueno.
–¿Por qué?
–Nosotros siempre tuvimos imagen de familia perfecta, algo que para mí no está nada bueno porque estás poniendo una meta muy frustrante. Pero después, por atrás, también se comentaban cosas muy tontas. Un día me auto googleé, caí en un foro. Decían: al hijo mayor de los Ortega lo tienen viviendo en Estados Unidos porque es gay y la familia está avergonzada. Estupideces así.
-¿Qué cambió a partir de esa nota?
-Que a los pocos días fuimos en familia a ver a Charly García al teatro y de pronto me encontré con tres micrófonos alrededor, esperando que hable. Muy raro, y hasta gracioso. Yo estaba con mi novio de entonces. Pero paré, hablé. ¿Qué iba a hacer? Hoy me escucho y no me reconozco. Me parece que yo no hablo así. También empezaron a hablarme de Walter Quiroz, que fue mi pareja durante años.
–¿Eso te generó problemas?
–No, somos muy amigos. Apenas salió la nota, hablamos. Walter es muy inteligente y me dio la sensación de que estuvo bueno también para él.
–En redes sociales tu hermana Julieta es figura destacada, filosa y contundente en sus ideas. Tu perfil, en cambio, es otro.
–No tengo mucha idea de redes ni me interesan especialmente. Hago lo que me da ganas en el momento. Como me encantan las fotos viejas, a veces he publicado a mi padre con los ídolos del momento, como Leonardo Favio o Sandro. Soy coleccionista y si veo algo que vale la pena, lo comparto. Pero me considero malo con la continuidad y lo hago en cualquier horario, con cero estrategia. Con respecto a la política considero que es algo que ya no funciona.
–¿Políticamente incorrecto o simplemente rebelde?
–No sé. A mí me pasa que lo que no me gusta directamente no lo intento. En el colegio fui pésimo alumno y ahora me molesta mucho la gente que escribe mal o que usa muchas muletillas. Tampoco soy fan del campo y sé que cuando lo digo me miran con espanto.
–O sea que al mítico campo de Luján, encuentro tradicional de los Ortega, vas poco y nada.
–Cada vez menos. Y soy tan de ciudad que la primera noche ya extraño. Me dan ganas de ir a la estación de servicio de la esquina, y no porque necesite comprar algo... Es otra cosa. Me gustan las ciudades dinámicas, que los días no terminen idénticos.
–Viviste en Miami y también en Nueva York. ¿Por qué volviste?
–Un día lo hice y sentí ganas de tener mi casa sólida, con techos altos, con alma. Todo lo contrario al cartón americano. Y trabajo bien; están los amigos, la familia y los rituales.
–¿Qué sentiste con los cincuenta?
–Generalmente se dice, ¿en qué momento pasó todo tan rápido y ya tengo esta edad? Pero son pensamientos que uno tiene cuando está distraído. Porque realmente si uno se pone a pensar y recuerda lo vivido la cosa no resulta tan loca. Hasta tiene lógica.
–¿La paternidad es una posibilidad en tu vida?
–No sé si es porque siempre fui un poco padre de mis hermanos, pero considero que la cuota está cumplida. O será que valoro mucho mi independencia. Ahora estoy solo. Pero si me llegara a enamorar de alguien que realmente lo desea, lo evaluaría. Igual no le aseguraría a esa persona estar el cincuenta y cincuenta. Colaboraría, claro. Pero no sé...probablemente después me pasaría que sí, me haría cargo y estaría muy feliz. Pero no es un plan.
–¿Los Ortega funcionan como matriarcado?
–Yo siempre supe que la mujer es quien lleva adelante a la familia. Y mi madre fue y es tan inteligente...
–¿Te molesta que les digan clan?
–Es que la palabra es fea. Igual no creo que lo digan con mala intención y hasta es gracioso porque mi papá trabajó en El club del Clan. Pero cuando dicen el clan Ortega a mí me desagrada porque lo relaciono con algo oscuro.
–¿Algo que te genere culpa?
–No es culpa, ¿pero viste que si no querés animales en tu casa quedás como que sos mala persona? Bueno, a mí me gustan los perros pero no en departamentos. Tampoco aguanto el olor. Los gatos me encantan, pero no tendría uno encerrado.
–¿Algún toc? ¿O pavada confesable que te de mucho placer?
–Cuando vivía en Estados Unidos no había mejor plan que ir a un Walgreens a la media noche para comprar cualquier cosa. Ese ritual del deambular y stockearme me daba mucho placer.
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