"Nos vestimos así para adornar el sitio donde estamos. Pintamos el ambiente con la ropa y nadie nos puede negar esa posibilidad", decía Marta Minujín en 1968, cuando presentaba Importación-Exportación, un hecho cultural donde la artista buscó transpolar la cultura hippie de San Francisco y México al Instituto Di Tella. La obra incluía una boutique donde el público podía intercambiar prendas hindúes y los solos de guitarra de Jimi Hendrix sonaban en las salas colmadas de humo de incienso y dibujos sobre las paredes. Como artista que experimentó a través del happening y la performance, la ropa que usa Marta Minujín genera un vínculo con su obra, que se completa cuando aparece en escena. Ella es una obra de arte en sí.
Flores y minifaldas
Minujín comenzó su carrera a fines de los 50 y en la década siguiente se convirtió en una de las referentes del pop art, cuya idea permanente fue usar el arte como medio para cambiar el mundo. Las fotografías de la época la muestran de estricto flequillo y camisas de sedas entalladas con motivos arabescos, un colgante con el símbolo de la paz y de jean. Túnicas rosadas y con motivos fluo convirtieron al Di Tella en un templo jipón, mientras Minujín se paseaba en minifalda y minivestidos en la década donde mostrar las piernas era una revolución: por primera vez se veneraba la juventud y sus estéticas, un shock cultural que se esparció desde Londres al mundo.
Tiempo de overol
Lo que en los 60 se convirtió en un signo de libertad, luego fue tomado como una limitación. Así lo transmitió Marta cuando en los 70 comenzó a usar el overol, pieza que la identifica hasta hoy. La noción de usar esta monoprenda llegó a la creadora de La Menesunda con su abuelo, quien se dedicó a la confección de prendas de trabajo en el mismo taller donde hoy Minujín tiene su estudio, en el barrio de Montserrat. La premisa fue simplificar su vestuario.
Explosión de color
Los colores vibrantes son el sello personal de esta artista, con un guardarropa que entabla un diálogo con su obra. Siempre con la cintura marcada, su vestuario se compone de overoles de seda natural que Min Agostini colorea en una paleta amplia a pedido de Minujín, quien envía la idea en formato de dibujo. La diseñadora tiene un molde desarrollado especialmente para ella, donde las telas arrugadas son pinchadas con alfileres, se cosen las costuras en pliegues y luego cortan para esculpirlo sobre el cuerpo de la gran artista. Ya le diseñó más de 30. En 2011 hizo su incursión a la moda cuando esta dupla co-diseñó la cartera Acodarte, inspirada en Colchón (Eróticos en technicolor), la instalación que Minujín presentó en 1964, a su regreso de París.
Accesorios
Un par de lentes de sol y la melena rubia con un flequillo entero son las señas particulares, casi su marca de fábrica. Otro de los diseñadores que la ayudan a interpretar su vestuario es Matías Hidalgo. El diseñador de joyas Marcial Berro le mostró un desfile de este joven modisto que trabaja con la investigación textil y la exploración del color en sus ropas y no pasó mucho tiempo hasta que Marta se acercó a su showroom y comenzó a elegir prendas que le confeccionan a medida. Le gusta vestir cómoda, dice, que la ropa sea fácil de usar y llevar. Así, Hidalgo le armó conjuntos con pañuelos de seda vintage encontrados en una tienda de Paraguay.