Marilina, Fede Salles y la importancia de no ser heterosexual
"La única persona que no es hombre que ganó este premio fue Mercedes Sosa hace 19 años. Hoy lo gana una lesbiana", dijo Marilina Bertoldi después de recibir este martes el Gardel de Oro, el premio que la CAPIF entrega al Disco del año. Desde el futuro, la dueña de Prender un fuego no sólo enunció su orientación sexual , sino que diferenció su identidad de género de la de una mujer llamándose lesbiana (sugiero googlear "las lesbianas no somos mujeres" + Monique Wittig). Ni que gusta de chicas, ni gay, ni homosexual. Dos días antes, se volvía viral en Twitter un clip de Almorzando con Mirtha Legrand en el que el actor Federico Salles , ante la pregunta de si estaba enamorado de una actriz, respondía que está en pareja hace cuatro años con un fotógrafo. "Pablo", aclaró.
Un amigo mío, que es gay, me escribió para decirme que no entendía por qué tanto fav alrededor de eso, si no ser heterosexual no es un acto de valentía, sino simplemente existir en el mundo, algo que no se elige. Además, Salles no había hecho ningún anuncio, solamente había dicho el nombre de su pareja. Bueno, le pido disculpas a mi amigo por discutirle en una nota y no cara a cara, pero yo creo que animarse a seguir el deseo y convertirse en la persona que uno es siempre significa un acto de valentía, y sobre todo cuando no te tocó la opción más mainstream.
En redes sociales, hubo mucha gente enojada con Marilina llamándose lesbiana en los Premios Gardel. "Lo dice como si fuera un mérito", "se habrá evolucionado cuando nos veamos como personas y no por nuestra elección sexual", "¿qué nos importa tu condición sexual?", "voy a comenzar a decir ‘orgullosamente hétero’" son algunos de los grandes hits que encuentro en una búsqueda rápida. ¿Si da igual que una persona sea lesbiana, gay, bisexual o lo que sea, por qué molesta tanto el discurso de Marilina? "Hay un neo-conservadurismo que sostiene que ya está todo bien, que con las disidencias sexuales ya no hay hostilidad por parte de la sociedad, que somos todos amigos y todos tenemos los mismos derechos, con lo cual lo de Marilina estuvo de más", explica Silvina Giaganti, escritora y lesbiana. "Eso niega las evidencias de que estamos lejos de que el mundo tenga espacio para las disidencias sexuales como lo tiene para la heteronorma."
Según informó la Agencia Presentes, un estudio de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, en articulación con la Federación Argentina LGBT, registró que en 2018 hubo 147 crímenes de odio contra personas LGBTQ+ en nuestro país y que, junto a la falta de acceso a derechos básicos, produjeron 67 muertes (once mujeres trans y seis varones cis gay fueron asesinados, cinco mujeres trans, un varón gay y una lesbiana se suicidaron y 43 mujeres trans murieron por abandono estatal). Mientras que para muchas personas, inclusive no cis o heterosexuales, las etiquetas son algo que "ya fueron" post ley de Matrimonio Igualitario y de Identidad de género, está claro que siguen teniendo vigencia como identidades políticas en la medida en la que ser torta, puto, marica, o trava signifique ser víctima de violencias, sobre todo fuera de la clase media urbana.
"Sería deseable un mundo en el que nadie tuviera que salir de ningún closet, pero me parece que, en una sociedad en la que todavía se sigue señalando a una persona con una sexualidad disidente, es un acto político no ocultar quién sos. Hay un montón de gente a la que todavía le da pánico y vergüenza salir del closet y decirle a sus padres, a sus amigos y al mundo del trabajo en el que está inserta ‘soy lesbiana’. Que haya gente que todavía tenga miedo de ser juzgada es una razón más para decirlo", dice Giaganti. "El día que por nuestra sexualidad no tengamos nunca más problemas en el trabajo, y en la calle no nos hostiguen, no se mofen y no nos violenten, nosotrxs veremos que hacer con esas etiquetas".
Que una lesbiana visible gane el Gardel de Oro y que un actor hable de su novio en la mesa de Mirtha no sólo es ganar terreno dentro del medio artístico para las disidencias y abrir puertas para otros artistas LGBTQ+, sino además una representación de vidas no tan representadas en la tele. Giaganti, por ejemplo, cuando crecía pensaba que ella era la única lesbiana que existía además de Sandra y Celeste. "El hecho de que las figuras públicas salgan del closet es abrir una ventana para ventilar la sexualidad, es tirarle una punta a la chica, chico o chique que está pasándola mal por eso", concluye.
No le damos medallita a nadie por "existir", ni los famosos tienen la responsabilidad moral de estar fuera del closet. Pero yo sí le daría una medallita de mi colección personal a cualquiera que logre ser honesto sobre quién es y sobre la vida que puede y quiere vivir, y a quien, desde sus privilegios, quiera compartir con otros que hay una vida posible más o menos por acá.
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