María Pedraza, la cara de la nueva apuesta audiovisual española
El cineasta Esteban Crespo la descubrió en Instagram. "Le gustaban mis fotos, como me comportaba y se arriesgó", cuenta María Pedraza, todavía sorprendida por todo lo que vivió a partir de ahí. Su expresión, las escenas elegidas y una mirada estética original la habían hecho cosechar allá por 2016 casi un millón de seguidores y, aunque estaba dedicada a la danza, había comenzado a trabajar también como modelo publicitaria y a coquetear con lo que pronto descubriría como un don nato, la expresión ante las cámaras. "En las redes encontré un refugio para mostrarme todo el tiempo tal cual soy. De a poco empecé a notar cómo a la gente le interesaba lo que ponía, pero no le daba importancia", relata. Entonces Crespo la convocó a un casting para su ópera prima, Amar, y ella quedó de protagonista, sin ninguna experiencia previa. Desde el estreno de la película, en 2017, su figura crece a un ritmo que solo se explica por el éxito de La casa de papel. "Para mí, ella es el mayor descubrimiento del cine español en diez años. Aprende rápido, sabe fluir y va a fondo", subraya el director, embelesado.
Nacida en Madrid hace 22 años, María es naturalmente osada, expresiva y sensual. Su papel de Alison Parker, hija de un diplomático y rehén clave en la serie que fue furor este año, evidenció su talento actoral y le abrió las puertas de la nueva gran apuesta española de Netflix, Elite, estrenada el viernes último.
Su pasado como bailarina parece toda una vida, emparentada con la actual. A sus tiernos 6 años supo que quería ser bailarina profesional y así lo planteó a su madre, que la llevó al Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, donde completó una carrera que finalizaría a los 18. Salió convertida en una mujer, con una rutina estricta y la claridad de que, para triunfar, hay que distinguirse. En eso andaba cuando el destino se encargó de lo demás.
Dueña de una personalidad potente, capaz de combinar disciplina con libertad, la joven de cabellos ensortijados y ojos azules abandonó así una vida dedicada al ballet para convertirse en intérprete luego de la experiencia cinematográfica. Su novio la animó a tomar cursos de actuación y a embarcarse en un camino que la recibiría con los brazos abiertos. "Cuando terminé de rodar la película, quería seguir yendo, lo echaba de menos. Entonces supe que era lo que deseaba", señala Pedraza.
La posición de chica de familia acaudalada que viene de componer en La casa de papel es una característica en común con su personaje de Marina, en Elite. No le habrá resultado difícil entonces construir a esta niña rica, tan magnética como esquiva, con ansias de libertad, que enloquece a dos muchachos en esta trama llena de amores tormentosos, engaños y secretos. "Yo misma he sido bastante rebelde en mi época de colegio –confiesa a LA NACION revista–. Los amores tóxicos y apasionados, tampoco me faltaron". Con ustedes, una joven actriz con ángel suficiente como para bailar con el éxito y la fama, y salir ilesa.
–¿Cómo te definís: bailarina, instagrammer o actriz?
–Me colocan en el lugar de influencer porque tengo 1,2 millones de seguidores, y porque Esteban me vio ahí, pero le escapo a las definiciones. Soy una persona a la que le gusta seguir lo que quiere hacer en ese momento. La danza es un modo de vida que siempre va a estar ahí. Casi todo lo que soy me lo dio el ballet, es mi pasión. La actuación es una casualidad que se está convirtiendo en pasión, y las redes sociales son para mí un refugio. Parece una contradicción, pero no lo es, porque es ahí donde se ven mis estados de ánimo, y donde siento que puedo reflejarlo de un modo transparente y fiel. Ahí verán algo así como la auténtica María.
–¿Cómo es la vida después de La casa de papel?
–Para mí, es igual, o al menos eso es lo que quiero. Es verdad que se nota constantemente a cuánto público le ha gustado, pero quiero tomarlo con toda la naturalidad posible. Hago las mismas cosas, sigo rodeándome de mi gente, que es lo más importante, y sobre todo no dejo de hacer nada por esquivar a fans o alguien que me reconozca. No tengo miedo a la fama y sé perfectamente que sin público no hay La casa de papel, ni show, ni películas ni nada. Los que actuamos transmitimos porque hay a quien transmitirle.
–¿Extrañás la danza, después de dedicarte desde los 6 años hasta hace muy poco?
–La danza es un viejo amigo que siempre va a estar ahí y no se va a marchar. No lo voy a olvidar jamás, pero en esto que hago hoy descubrí algo que me devuelve a esas mismas sensaciones que tenía cuando bailaba 7 horas por día. Mientras giraba o me movía por el salón con mis zapatillas de punta, sentía que volaba; actuar me hace sentir igual. En este momento, la vida me lo ha puesto ahí y yo confío mucho en el destino. Me dejo llevar muchísimo ante lo que se me presenta. Dejo fluir lo que venga, lo abrazo, nada pasa por casualidad, soy de amar mi presente. Siempre me dejo llevar sin miedo por lo que me propone la vida. Hasta ahora, no me ha ido mal.
–En Elite tu personaje es osado, tiene escenas con mucho sexo y otras también jugadas. ¿Cómo te preparás para grabarlas? ¿Te cuestan más?
–El equipo ha sido maravilloso, nos ha hecho sentir súper a gusto y, si te cuidan y tus compañeros también, estás tranquila y segura de lo que estés haciendo. Son escenas complicadas, claro que sí, pero cuanta más importancia les des, y nervios les pongas, peor es. Creo que hay que tratarlas como la vida misma, como algo que haces normalmente, son escenas, igual que otras. Igualmente, jamás me costó la sensualidad.
–¿Cómo fuiste de adolescente?
–Fui una adolescente tremenda, sumamente rebelde, que se la hizo pasar mal a sus padres. Pero creo que la vida al fin y al cabo me hizo madurar. Ser un poco más ordenada, porque antes era muy despistada, me encantaba salir con mis amigos y no le daba importancia a nada más. Conservo algo de esa rebeldía, de hacer las cosas a mis modos, de no acatar el 100% y a todo imprimirle mi sello, pero ahora es algo más maduro.
–¿También tuviste primeros amores tormentosos como Marina?
–Claro que sí. Esa sensación de estar fuera de control, perder la cabeza por esa persona, no saber qué hacer, sentirte morir, no saber cómo actuar. Pero esas experiencias te hacen madurar y te preparan para los amores que vienen, es una época valiosa y experimental de la que puedes llevarte mucho aprendizaje.
Aunque la trama es más oscura que Gossip Girl –hay una investigación policial incluida– tienen en común el mundo de los jóvenes como contexto, además de la intriga, la conveniencia y el sexo como ingredientes necesarios para un cóctel que, según dicen, traerá como resultado un boom internacional. Elite es un thriller de 8 episodios en los que la muerte, la traición, la delincuencia, las drogas, las diferencias culturales, el VIH y las nuevas maneras de comunicarse de los adolescentes componen la trama.
–¿Qué te parece más atractivo en esta serie?
–Que sea un thriller adolescente interpretado por adolescentes. Y los temas que se tratan: excesos, estereotipos culturales, la era digital, el modo en que se vive el amor, las dificultades en las relaciones con los mayores... Son temas que tienen que ser escuchados. El mundo debe oír a los jóvenes.
–¿Qué cosas te hacen feliz?
–Mi trabajo me hace muy feliz, mis amigos, los planes que hago con ellos, mi pareja, a quien conocí cuando me lesioné haciendo danza. Él, que es fisioterapeuta y también actor, fue quien me rescató en muchos sentidos. Estar con él y compartir la vida me da serenidad. Siento que junto a él crecí mucho y sigo haciéndolo, me apoya, me hace bien y muy feliz. Sentir que estoy creciendo personal y profesionalmente me alegra el alma.
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