Para fines de 2022 se espera el nuevo juicio. Tras el sobreseimiento del viudo, Carlos Carrascosa, la fiscalía y la querella apuntan contra el vecino más temido de Carmel
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El homicidio de María Marta García Belsunce sigue y seguirá dando que hablar. Hasta no hace tanto, todos los cañones apuntaban al viudo, Carlos Carrascosa, que pasó sospechado más de siete años en la cárcel y terminó sobreseído.
A partir de allí, nuevos fiscales -que venían investigando en forma minuciosa- reimpulsaron la causa y el acusado cambió, aunque se trata de un viejo conocido: Nicolás Pachelo, el vecino al que la familia de la mujer asesinada siempre señaló como culpable.
¿Qué dice él? “Yo no la maté, no la maté, ¿hasta cuándo van a seguir insistiendo con culparme? ¿Por qué no les preguntan a los García Belsunce? ¿Y si fueron ellos?”, se defiende y se defendió siempre respecto al homicidio de la socióloga ocurrido el 27 de octubre de 2002 en el country Carmel de Pilar.
Cuando ocurrió el asesinato, Pachelo también vivía en Carmel junto a su familia. Los García Belsunce siempre creyeron que él mató a María Marta por sus antecedentes: participó en distintos robos, violentando casas, en otros barrios privados. Para la víctima, Nicolás no era un vecino más de Carmel: le tenía miedo. Cuando advertía su presencia, de inmediato iba para otro lado. Siempre sospechó que fue él quien se llevó a Tom, su labrador negro, y luego pidió un rescate de cinco mil pesos a través de un anónimo. A propósito, en el expediente declaró el cuidador de perros Florindo Cometto, quien dijo que en esa época Pachelo le llevó un perro de idénticas características al de María Marta, pero como nunca más lo pasó a buscar Cometto terminó “regalando o vendiendo”.
Los demás vecinos también tenían a Pachelo bajo la lupa. Cuando a algún propietario le faltaba algo, era el principal sospechoso. En una ocasión desaparecieron 47 palos de golf, de tres vecinos distintos, que luego fueron encontrados en un local de Costanera Norte. A través de las cámaras de seguridad, pudieron comprobar que Pachelo los había dejado allí en consignación.
Ante la impotencia, los vecinos de Carmel decidieron en una reunión de consorcio -y sin que él se enterara- que un vigilador lo siguiera en forma permanente a no más de veinte metros de distancia para tenerlo monitoreado. Imprevistamente, el día del homicidio, el custodio de apellido Villalba que debía estar en su seguimiento fue derivado al country Martinica.
Pachelo dixit: “A mí y a mi mujer nos llamaban Romeo y Julieta”
Pachelo sabía que desconfiaban de él. Así se lo confió al autor de esta nota durante una entrevista realizada en 2003: “La gente de ese country me hacía vigilar sin que lo supiera y encima yo lo pagaba en las expensas. Luego supe que hablaban en clave. A mi mujer y a mí nos llamaban ‘Romeo y Julieta’. Pero lo que implementaron autoritariamente se les volvió en contra. Porque el día del crimen de manera inexplicable el custodio que debía seguirme estaba trabajando en otro barrio pero en las planillas de Carmel aparecía ‘presente’. Puedo pensar que él o los agresores dedujeron que estaban ante una gran oportunidad, total me iban a señalar a mí. También que si el tipo hubiese estado en su lugar me podría haber ahorrado tanto disgusto”.
Respecto a si dudaba de quiénes custodiaban la seguridad de Carmel, en la charla admitió que sí, pero también aclaró que como no le constaba, sólo lo señalaba para que investigaran el tema. “Alguna vez los oí hablar y bromeaban con que si se caía un helicóptero del cielo el responsable era yo”, señaló.
La actualidad de la causa
Hoy, respecto al crimen de María Marta, Pachelo está imputado por los nuevos fiscales de la causa Andrés Quintana, Matías López y Federico González (María Inés Dominguez falleció en 2019) por el delito de “Robo agravado por el uso de arma en concurso real con homicidio criminis causa agravado”, figura legal que se utiliza cuando el acusado mata para ocultar otro delito y lograr la impunidad, que prevé una pena de prisión perpetua.
También están acusados dos vigiladores por el mismo delito, José Ortiz y Norberto Glennon, porque los mencionados funcionarios judiciales creen que operaban juntos. De ahí la importancia del concepto vertido en su momento por Pachelo acerca de los empleados de seguridad del country.
Mientras se aguarda que se realice el debate oral por el homicidio en el segundo semestre de 2022, Pachelo deberá enfrentar otro juicio en junio próximo por causas que tramitan ajenas al asesinato de María Marta García Belsunce y que lo tienen preso en la cárcel de Florencio Varela.
Allí está acusado por robos en viviendas del country club Tortugas, donde además de antemano tenía prohibido el acceso, así caratulados: “robos agravados por efracción”(entrar con violencia, cuya pena es de tres a diez años de prisión); un “robo simple” (un mes a seis años); dos “hurtos agravados por uso de ganzúa, llave falsa o verdadera sustraída” (de uno a seis años); y dos “hurtos simples” (un mes a dos años).También se le imputan varios hechos similares en los barrios privados Nordelta de Tigre y Abril de Berazategui.
Las sospechas por el crimen
Cuando dialoga con La Nación, el abogado de la familia García Belsunce, Gustavo Hechem, explica: “Los fiscales llegaron a la conclusión de que Pachelo es el principal sospechoso, por eso lo imputaron. La prueba ya está incorporada a la causa y se va a ventilar en el debate”.
Hechem está confiado, dice que los fiscales están convencidos de las hipótesis que ponen a Pachelo en la mira. El tema será demostrar tales teorías ante los jueces que conformarán el tribunal de juicio y deberán dictar sentencia: Osvaldo Rossi, Federico Ecke y Esteban Andrejín.
El doctor Hechem hace hincapié en que el informe psicológico de Pachelo ratifica su conducta delictiva. Dicho examen, incorporado a la causa, establece que el acusado “padece trastornos psicopáticos de personalidad, sin reconocimiento de afectos, actuador, inestable, no colaborador con el estudio, todo compatible con la adicción al juego. Se muestra lúcido e inteligente, superior a la media”. El estudio indica que padece ludopatía. Dice que tiene “inclinación patológica a los juegos de azar, que genera cambios en el estado de ánimo: irritabilidad, mal humor, poca tolerancia, preocupación intensa, ansiedad e insomnio”. Según los profesionales, en su adicción al juego se fundamentaría el trasfondo de sus continuos asaltos.
El letrado además destaca que los indicios contra Pachelo son contundentes: “Sus mentiras lo ubican como sospechoso: dijo que no estaba en Carmel a la hora del crimen, a las 18:30. Y está probado que el día del homicidio llegó en su camioneta Ford Ranger a las 17:34 y salió en su Fiat Siena por el sector de no socios a las 18:59″.
Y aporta más detalles: “Además argumentó que el día del crimen había concurrido al Paseo Alcorta y para eso presentó como prueba un ticket de una compra que realizó su madre, algo infantil, porque las antenas de su celular lo ubicaban en la zona del Parque Industrial de Pilar haciendo llamados a las 19.30. ¿Con qué objetivo mintió si afirma que no tuvo nada que ver?”.
Hechem agrega otras conclusiones a las que llegaron los investigadores: “María Marta tenía la costumbre de sacarse las zapatillas apenas entraba en su casa y el día del crimen no lo hizo: el cuerpo apareció semisumergido en la bañera con la ropa y el calzado puesto. Entonces: o la sorprendieron a punta de pistola o vio algo raro y entró corriendo para ver qué pasaba en su casa, donde faltó una cajita de metal con dinero, documentos y 800 pesos de la mesa de luz de Carrascosa”.
Otra evidencia que consta en la causa es que Pachelo –que vivía a 70 metros de la casa de la víctima- fue visto por tres testigos, Pedro Azpiroz, Marco Cristiani y Santiago Asorey, trotando cerca de la casa de María Marta a las 18.15 (la hora del homicidio se fijó a las 18.30). Uno de ellos también declaró que la vio pasar a María Marta en bicicleta rumbo a su hogar.
No es todo: en la presentación de prueba se valoraron las declaraciones de dos mozos de una estación de servicio de Pilar que dijeron que la mañana del lunes 28 de octubre de 2002 -día posterior al crimen- Pachelo fue a desayunar y les preguntó si sabían algo de la mujer que mataron en el country cuando todavía no se había establecido que era un homicidio.
Los vecinos de Carmel sostienen que desde el 27 de octubre de 2002, día del hecho, no se registró otro robo de ese tipo dentro del barrio. Al abogado de los García Belsunce le sigue llamando la atención que Pachelo vendiera su casa en forma muy rápida. “Se logró presentar mucha prueba: hay testigos, está el modus operandi, su comportamiento social anterior y posterior al hecho, el perfil psicológico”, describe el letrado. Y completa: “En todos los lugares donde vivió ocurrieron hurtos, por eso se revisaron todas la causas que tiene por robos reiterados en diversos barrios del conurbano y la ciudad de Buenos Aires, algunas en las que resultó condenado aceptando la culpa”.
Hechem también pretende que en el juicio oral se analicen en detalle “las contradicciones en las que entraron los dos vigiladores imputados: José Ortiz y Norberto Glennon. Y los dichos de la empleada doméstica de Pachelo que dijo en el programa de Jorge Lanata que él solito sin pedir ayuda lavó sus prendas la noche del crimen, tarea que según ella nunca hacía”, especifica.
El abogado no tiene dudas: “El crimen fue cometido para tapar el robo porque María Marta reconoció a los autores. El tema es que los elementos probatorios aportados lleven a los jueces a alcanzar una certeza determinada acerca de quienes lo cometieron”.
Habrá que ver cuando el debate oral se concrete si estas evidencias son suficientes para que los magistrados determinen una condena contra los tres imputados: Nicolás Pachelo, Norberto Glennon y José Ortíz.
El debate servirá también para escuchar qué tienen para decir los abogados de los acusados, en especial el doctor Roberto Ribas, defensor de Pachelo, que prometió hablar con La Nación al respecto, y hasta ahora logró que su defendido nunca fuera detenido por el crimen de María Marta García Belsunce.
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