María Fourcade construye casas con lo que la mayoría de los mortales consideran basura. Y vive en una de ellas. Desde hace 10 años explora el mundo de la permacultura, la construcción con materiales naturales, reciclados y no reciclados. Levanta viviendas con botellas de plástico y otros deshechos, reviste sus paredes con adobe y trabaja para que sean autosustentables. Que se abastezcan de energia y procesen sus aguas. Vive en Umepay, una eco-aldea en Villa Yacanto de Calamuchita, Córdoba, con un centenar de habitantes, alejada de la civilización. Está en pareja y desde que cambió su vida, tiene a Nena, su perra y gran compañera.
Hace pocos días, María contó su experiencia como emprendedora en el último encuentro TEDxRío de la Plata, donde se presentó su iniciativa como "una idea interesante" que según los organizadores ejemplifica "cuáles son hoy las semillas del cambio, por dónde pasa la explosión creativa, la redefinición de lo normal y las reglas de juego que están cambiando el mundo".
- ¿Cómo era tu casa cuando eras chica?
- Me mudé varias veces. La que más me gustaba era cerca de Bahía Blanca, en Punta Alta, provincia de Buenos Aires, y era una casa larga, con tres habitaciones, un living y un cuarto de estar que después se transformó en mi habitación. Era un lugar de bastante naturaleza. Tenía amiguitos cerca, hacíamos casitas arriba de los árboles.
- Ya construías
- Ponele (risas). Cuando era chica a mi mamá le gustaba que usara vestiditos que combinaran con cintas de colores con las que ataba mi pelo. Había un vestidito turquesa que hacía juego con una cinta que para mi era Disney hecha cinta. La veía y se me ocurrían mil cosas para hacer con ella. Pero el protocolo materno indicaba que solo era para usar con ese vestido. Un día agarré la cinta y la corté. Me sentí muy bien. Ese día liberé a la cinta y me liberé yo. Y le confesé a mi vieja que lo que más me gustaba era hacer chozas. Hoy reciclo.
Segunda hija de cuatro hermanos, la única mujer, María siempre dijo que no se quería casar de vestido blanco ni tener hijos. "De chiquita jugaba todo el tiempo a inventar cosas o a hacer dispositivos. Me gustaban los dibujitos animados que te daban una moraleja de aprender a hacer algo. Después, ya más grande, quise ser asistente social pero un día acompañé a mi tía a un hospital donde trabajaba y me di cuenta que no me la iba a bancar. Entonces cambié a Turismo y Hotelería, nada que ver", dice. Trabajó por 12 años en hoteles cinco estrellas y hostels de la Patagonia. Ni bien se recibió, se instaló en Calafate, Santa Cruz. Pero por un tiempo.
- ¿No sentís el desarraigo?
- La verdad es que nunca me había hallado mucho en la ciudad, vivía en Buenos Aires desde que nos fuimos de Punta Alta. Mucho ruido.
- Feliz entonces con el cambio. ¿Qué pasó que un día dejaste todo?
- Andaba bien el hostel donde trabajaba y querían abrir otro en Buenos Aires. Los dueños me ofrecieron volverme. No me gustaba mucho la idea. Justo se me presentó la oportunidad de abrir un bar, una excusa perfecta para renunciar. Y entonces arranqué con el bar, que también era un centro cultural. Había varieté, talleres de tela, trapecio, tango, yoga. Se llamaba "Melmak, otro planeta". Sí, como el planeta de Alf. Ahí empecé a relacionarme con un costado mío más artístico y espiritual. Y como entramos en el Sincronario Maya, todo lo que hacía tenía que ver con el calendario maya. Un quiebre total. Pasé de un estado de mucha estructura mental, como había sido trabajar en hotelería, a algo totalmente diferente. Pero no pude seguir con el bar, cuestión de fondos, y bueno, me metí en un curso de meditación ...
- ¿No sabías bien por dónde seguir?
- Andaba buscando y me anoté en un curso del Arte de Vivir que invitaba a "acabar con el estrés". Por ese entonces fumaba, tomaba alcohol, comía cualquier cosa. Hice 7 días, aprendí a respirar a través de la meditación. Y también me hice vegetariana. Una detox increíble. Solo tomaba tacitas de agua tibia. Se me abrió un mundo increíble hacia mi misma.
- Lista para construir otra cosa
- Un día, paveando con la computadora, me crucé con la palabra "permacultura". Hablaba de la construcción de casas de adobe, de baño seco, del fin de la era del petróleo. Me cayó un fichón y entré en una crisis terrible. Tomé conciencia del tema de la basura, del consumismo desmedido en el que estábamos metidos. Justo le estaba dando una mano a un amigo en su agencia de turismo y renuncié. Le dije "no puedo seguir vendiendo excursiones como si nada y que la gente venga, nos pague y solo nos deje basura". Encima con la crisis del 2001, Calafate se llenó de turistas extranjeros y nuevos residentes, se empezaron a construir miles de hoteles, y vi esta transformación como algo trágico. En la bahía donde siempre patinábamos en invierno, iban a parar todos los efluentes cloacales...Tomé conciencia del impacto que generábamos en el medio ambiente, en la Tierra. Entonces me contacté con un chico de Tandil, Fabio Alonso, mi primer sensei de la Permacultura y bioconstrucción. Y aceptó venir a enseñarnos cómo construir una casa de barro. Antes me mandó a buscar las primeras casas de Calafate. Y efectivamente, tenían más de un siglo y eran de barro.
La primera pared que levantó fue la de una pequeña construcción en un terrenito. "Un chiringuito", como lo recuerda. Techo de plantas, paredes con tierra y paja del lugar. Y después fue seguir y seguir aprendiendo mientras levantaba muros. Metiendo las manos en el lodo. Tandil, el Delta bonaerense y finalmente, desde el 2012, Córdoba, Traslasierra y Yacanto de Calamuchita. Hubo una escuelita, después la hostería y poco a poco los vecinos se fueron animando. Hoy todos colaboran y son parte del proyecto urbanístico que continúa en pleno crecimiento.
- ¿Es verdad que no tirás la basura?
- Hace 9 años que no tiro basura. Igual, acá no nos manejamos así. No hay recolección de basura a domicilio. Hoy todos somos parte del cambio. Igual, cuando llegué y empecé a trabajar en la construcción, hace 6 años, hacia casas netamente de barro. Pero un día, me fui para el lado de la cantera a la que le compraba la tierra para las casas y vi que la montaña que estaba intacta cuando había llegado a Traslasierra, ahora estaba comida, había perdido toda la tierra que le sacaban para vender, para venderme. Me quería matar. Empecé entonces a reflexionar, porque era cierto que la bioconstrucción estaba buena, pero se está poniendo de moda y estábamos empezando a impactar en el medio ambiente de una manera negativa. Como yo tenia el flash de la basura, venía trabajando con ecoladrillos, empecé a probar con la basura para construir paredes, y a revestirlas con barro. Y resultó. Levanté un galponcito en el fondo de la casa donde vivía. Lo hice con la basura de todos los vecinos del lugar y después lo revoqué con barro para que no se viera (risas). Y ahí dije, esto es lo que tenemos que hacer. Al no trabajar 100 por ciento con barro, te ahorras mucha tierra, te ahorras mucha agua.
- ¿Ya había alguien que lo hacía o sos pionera?
- En Salsipuedes, también en Córdoba, había unos chicos que lo hacían, su empresa se llama CCC. Tenían los ladrillos de PET (una variedad de plástico) prensado. Pero ellos lo revocan con cemento o con placas de durlock. Y yo con barro y paja. Les compré la franquicia, las maquinas, y comencé a hacer los fardos. Construimos el primer prototipo de casa con bastidores de madera rellenos con plástico recuperado pero revestidos con adobe. Y funcionó. Mi propósito era usar lo que consumimos en vez de seguir sacándole cosas a la Tierra, íbamos en ese sentido. Después me contrataron de Umepay, una eco-aldea donde vivo actualmente y que integra una comunidad de 104 personas. Nos pidieron desarrollar un proyecto de 170 metros cuadrados dentro del campo de emprendedores. Incluye una casa de té y tres oficinas. Lo construimos con 62.800 botellas PET. Lo equivalente a una manzana llenísima de botellas. El emprendimiento se llama La Esquina y es un espacio construido pensado en generar impacto positivo en el ambiente. Ya de esto hace dos años y medio.
- ¿Y cómo llegaste a Olivos, a la residencia presidencial?
- Fui con los chicos de CCC, con quienes trabajo un montón. Estaba Macri como presidente todavía cuando le levantamos el SUM.
- ¿No te pidieron el método para construir viviendas con el Estado?
- Hay mucha burocracia. Y el sistema constructivo tiene que pasar por un montón de pruebas para hacerse legal y que vos puedas acceder a un crédito y ésta sea una opción de vivienda. Las pruebas van re bien pero sinceramente no sé qué es lo que está trabado. Si me quiero poner conspirativa, te diría que no les debe gustar mucho a los corralones, las empresas de cemento y otros rubros de la construcción. Algo de eso puede estar detrás pero sinceramente no sé.
- ¿Y cómo se sigue con el proyecto?
- Levantando y levantando paredes. Ahora estamos con una planta recicladora. Lo llamo centro de transferencia de recursos. Todos los vecinos llevan su basura, sus materiales en realidad, y lo transformamos en nuestros materiales. Insisto, acá no existe el camión de basura. Somos tres mujeres las que estamos llevando esto adelante. Hay un montón de gente que está haciendo sus casas de esta manera. Vamos aprendiendo entre todos. Es infinito el mundo del reciclaje. Lo nuevo es también aprender a tratar los residuos. Ahora también quiero transformar todo el plástico en madera plástica. Porque así se usa todo el plástico y no solo el de las botellas. Reciclar es todo.
- ¿Cuánto tiempo de juntar botellas de plástico y basura necesitás para levantar una casa sencilla como para una familia tipo?
- En Buenos Aires, si tengo que hacer una casa, en tres días junto la basura que necesito. Voy con un camión a una planta recicladora y listo. Acá tardamos más para juntarla. Tenés que calcular que construir una casa de esta manera sale entre el 30 y 40 por ciento menos que levantar una casa tradicional. Es un sistema rápido, una construcción en seco. Ahorras tiempo de obra y eso es ahorrar plata.
- Mientras tanto el plástico es presentado comunitariamente como el enemigo número uno de la naturaleza....
- Al principio era fundamentalista y estaba peleada con el plástico. ¿Pero que podemos hacer? ¿quién puede hoy vivir sin plástico? Se trata de hacer un uso adecuado del recurso, que también va a ser finito. Reciclar es estar cooperando con el todo. Cuando mando una botella a reciclar voy a estar usando menos agua para hacer la botella nueva, menos recursos naturales.
- ¿Este método de construcción se utiliza en otras partes del mundo?
- Hablé con un arquitecto alemán, y me dijo que le parecía buenísimo el proyecto pero que en Europa era inviable porque la basura es cara. No existe la basura, reciclan todo y si la querés, te la cobran. Vamos hacia ese lugar. En pocos años vamos a ir a una ferretería y te vas a encontrar con los ladrillos de plástico. O vas a tener que comprar las botellas de plástico o la basura. Hoy el problema es la solución. Lo que parece ser un problema en realidad te está trayendo una información a vos que vas a poder transformar en una gran oportunidad. Puede ser una salida para los más vulnerables, para aquellos que tienen problemas habitacionales en el gran Buenos Aires, por ejemplo. Se trata de aprender a pensar las cosas de otra manera. Como digo siempre: "Hagámonos cargo de nuestra propia mierda". Podemos ser alquimistas y transformarla en nuestro propio oro.
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