Cuánto dura esto?", pregunta Marcela Tinayre al otro lado del teléfono en la charla que acaba de empezar con ¡HOLA! Argentina desde su casa de Barrio Parque. "Ok, arranquemos, así después termino de preparar el almuerzo", sigue. Si siempre le gustó ocuparse de las cosas de la casa, ahora –en la cuarentena que comparte con Rocco Gastaldi (18), el menor de sus tres hijos– mucho más.
–¿Cómo te llevás con el aislamiento?
–Yo estoy feliz con la cuarentena porque puedo hacer mi trabajo desde mi hogar y además tenía la casa medio en stand by. Hubo muchos cambios en mi vida en el último tiempo y tengo cajas y cajas, que fuimos acumulando, que aún no terminé de revisar. Lo voy haciendo cuando tengo ganas porque me quiero cuidar. En el aislamiento uno tiene que bajar la autoexigencia y ser mucho más amable con uno mismo. Esas cajas están llenas de recuerdos afectivos que me tocan profundamente… Pero también sé que tengo que hacerlo porque es una manera de renovar mi energía y la de la casa.
–¿Cómo es tu rutina?
–No ando en jogging, eh. Me arreglo, me maquillo porque tengo que hacer el programa [conduce Las Rubias, todos los días a las 17, por KZO]. En zapatillas –eso sí– porque subo y bajo escaleras, ando de acá para allá dentro de casa. Tengo más tiempo para conversar con mi hijo adolescente, para cocinar, inventar platos, buscar recetas nuevas en Internet… Como soy muy amiguera, me junto con algunos a la noche a través de la compu para charlar y tomarnos un traguito, pasé dos cumpleaños de seres que amo –mi hija Juana y mi nieta Ámbar– por Zoom. Fueron celebraciones virtuales, cargadas de amor.
–En lo personal, ¿en qué sentís que te cambió la pandemia?
–No solamente a mí. Creo que esta situación nos humanizó más a todos, nos puso frente a frente con las realidades personales dentro de cuatro paredes. Estamos más sensibles, más a flor de piel. Yo me emociono, lloro, me río a carcajadas, es un sube y baja emocional. A mí, además, me agarró la cuarentena después de la muerte de una hermana de la vida [su íntima amiga Sofía Neiman, que murió en febrero] y en estas cajas de las que te hablé, la veo en fotos todo el tiempo en diferentes momentos de mi vida. Encontré tres cuadernos escritos por Marcos [Gastaldi, su ex marido], como si él hubiese sabido lo que se le venía [se refiere al Parkinson que padece desde hace unos años]. Páginas y páginas llenas de frases de amor hacia mí, a sus hijos, sobre los momentos difíciles que le tocaron vivir, de lo mal que lo había pasado… Una suerte de diario íntimo. Y como él era un acumulador –bah, lo sigue siendo porque no murió– encontré el primer corte de pelo de Rocco, sus dientes de leche… Todo esto lo hago permitiéndome la emoción, el recuerdo… Y todo lo que tiene mala energía ¡lo rompo! Guardar lo que te ha hecho daño te enferma. Lo hablé con mi terapeuta y me dijo: "Rompa todo".
–A diferencia de tu mamá, que dice que nunca se psicoanalizó, vos sí…
–Igual yo no hago terapia tradicional. Es para casos de emergencia, más para resolver. Yo estudié Counseling, entonces tengo una interpretación muy profunda de las cosas que me tocan vivir. Yo no me pregunto por qué me pasa esto, sino para qué. La pandemia, más allá del horror de las muertes y los sufrimientos, tiene que hacer replantearnos muchas cosas: relativizar qué es un éxito y qué un fracaso, terminar con la idealización de las relaciones y los vínculos, aplacar la exigencia personal.
–¿Cómo imaginás el día después?
–Yo imagino que nos abren las compuertas y todos salen a la calle como cascadas de agua. Algo que en realidad no va a suceder porque la liberación va a ser paulatina. En mi caso, voy a tratar de que darme adentro lo más que pueda, aunque se levante el aislamiento. Lo que no creo es que vaya a pasar lo que dicen muchos: que la gente va a modificar su esencia por haber atravesado esta situación. El que es malo va a seguir siendo malo, el criticón seguirá criticando, pero hay cosas que sí o sí tenemos que rever. Las personas le hacemos mucho mal y arruinamos el planeta y lo tenemos que entender.
EL RENACIMIENTO
–¿Cómo te definirías?
–Mirá, las escorpianas somos como el Ave Fénix, si de algo sabemos es de renacer. El renacer continuo. Paso por las emociones, las vivo y automáticamente me pongo la coraza: sé hay que que seguir.
–Tu hijo Rocco, a diferencia de Nacho y Juana, le escapa a las cámaras…
–Absolutamente. Este año empezó a estudiar Ingeniería. Creo que lo expuse demasiado cuando era chico porque, como lo tuve a los 49 años, fue una revolución. Mis hijos fueron criados todos de la misma manera, con mucha libertad para que puedan elegir.
–Siempre decís que sos una madre que opina de todo.
– ¡Opino de todo! Si les gusta, bien y si no, también. Cuando me dicen: "No hables porque no tenés idea", mi respuesta es: "Sí tengo idea y voy a dar mi opinión".
–Fuiste una precursora al tener a Rocco de grande…
–En esa época no era algo tan común. Me enamoré profundamente y dije: "Con este hombre sí quiero tener un hijo". Tenía el reloj biológico de mi lado, fuimos a ver al doctor Pasqualini, que nos ayudó [fue a través de una fecundación in vitro] y nació "Roquito". Cada vez que lo cuento me emociono. Marcos me acompañó y me cuidó muchísimo durante todo el embarazo. Habían muerto papá y mi hermano Daniel y con Rocco volvió la vida a la familia.
–¿Qué recuerdos tenés de tu hermano?
–En mi escritorio tengo una nota enmarcada que me mandó para un cumpleaños que dice: "Marcelita, hermana querida, donde estés, que seas muy feliz. Te amo". Es mi frase de cabecera: tratar de ser feliz en la situación que me encuentre, aunque sea la peor de las situaciones. La muerte de Daniel me convirtió en hija única de golpe y tengo que honrarlo cuidando mucho a nuestra madre, estando activa, disfrutando de la vida, de mis hijos, de mis nietos, de mis amigos.
–¿Cómo es ser la hija de Mirtha Legrand?
–Hablamos todos los días y a veces, hasta dos veces por día. Siento una admiración profunda por ella. Recién hablamos y me dijo: "Ay, este encierro, estoy deseando volver a trabajar". ¡Es admirable! Siempre va para adelante. Cuando hubo conflictos familiares, ella propició la unión por sobre todas las cosas. ¿Peleas y discusiones con mamá? Miles. Yo soy muy contestataria, pero el amor que nos tenemos es infinito. Ella siempre me dice: "Sos muy buena, pero sos muy discutidora". [Se ríe]. Nos amamos profundamente, nos bancamos las dos.
UNA MUJER DE GRANDES AMORES
–Tuviste dos grandes historias de amor…
– [Interrumpe]. ¡Más de dos! Yo he sido una mujer sumamente amada y también he amado. Primero Ignacio [Viale del Carril], el padre de mis dos hijos mayores, después tuve dos amores enormes que no voy a decir sus nombres, y Marcos. Todos los amores me enseñaron mucho.
–¿Te gustaría volver a enamorarte?
–¡Sin dudas! Cuando me preguntan si estoy buscando enamorarme o prefiero un compañero, qué querés que te diga, a mí me gusta la sensación del enamoramiento. Adoro y quiero muchísimo a Marcos, pero yo quiero compartir mi vida con alguien. Esa es la verdad. Extraño la cotidianeidad, dormir con alguien, las charlas, los abrazos.
–¿Tenés candidatos?
–En mi Instagram recibo muchísimos mensajes de hombres más jóvenes que yo. Me dicen las cosas más eróticas que te puedas imaginar, pero a mí no me gustan más chicos que yo. No me enganchan para nada. Me gusta el hombre con experiencia de vida en todo sentido.
–Recién decías que adorás a Marcos…
–Sí, pero ya no estamos juntos, él no vive conmigo. Con su hija Valeria nos ocupamos muchísimo para que esté bien. Estamos al pie del cañón. Hablamos por teléfono a diario –cuando podía salir iba a verlo adonde está internado–, es una situación muy triste. Nunca imaginé esto y siempre dije que quería envejecer a su lado, pero su enfermedad pudo más y terminó por separarnos.
–¿Perdonaste alguna infidelidad en tu vida?
–Sí. Perdonar es sanador para uno. No te convierte en alguien especial, pero te liberás. Es casi un mecanismo egoísta, te diría.
"CREO EN LA LIBERTAD"
–¿Te molesta que te pregunten tu edad?
–Sí, me joroba mucho. Las que se hacen las cancheras y dicen: "Tengo 60 años y bla, bla, bla…", me parece muy bien que lo digan, pero para mí es una falta de respeto y un mal argentino eso de andar preguntando la edad. Te preguntan para decir: "Ah, tiene tantos años y mirá qué bien que está" o "Ah, mirá qué hecha pelota…". Yo soy coqueta y no me gusta que me estén recordando cuántos años tengo. Además, no me siento de mi edad: ando todo el día en shorts y hasta saldría en la tele así. "No tenés edad para ponerte eso. ¡Pero salí de acá! Yo me pongo lo que se me da la gana". Me gustan las minifaldas, los vestidos cortos, tengo lindas piernas y me gusta mostrarlas. Punto.
–Vi que te enfrentaste con una seguidora de Instagram porque te cuestionó lo que tenías puesto.
–Ah, sí, yo contesto porque me molesta la cosa estereotipada, el mandato: soy rebelde. Creo absolutamente en la libertad, amo ser libre de mente. Los amigos de Nacho de toda la vida, que muchos ya son padres, me dicen: "Me encantaría tener una mamá como vos, desprejuiciada". [Se ríe].
–Hace poco dijiste en tu programa: "De todos los líos que viví, yo no generé ni uno".
–Es verdad. Me refería a los escándalos de mi familia y a las tapas de las revistas. Yo siempre fui muy prudente en mi vida, pero puse el pecho por todos. También estaría bueno aclarar que mucha gente se hace unas películas tremendas con nosotros. Ahora que encuentro revistas viejas mientras ordeno, leo cada cosa. "¿Y esto cuándo pasó en mi familia?", me pregunto. No pasó nada o no fue así como lo ficcionaron.
–¿Qué fue lo que más te molestó que se haya dicho de vos?
–Una vez estaba viendo televisión con Rocco y una periodista dijo que yo era alcohólica, que era una borracha. "¡Esto es una vergüenza, no lo voy a permitir!", me dije. Le hice juicio a ella y al productor del programa y se los gané.
–¿Qué creés que ve la gente cuando te ve?
–Que soy una mujer honesta, sincera, zarpada –cosa que es verdad y muchas veces me tengo que contener– y que me gusta mucho lo que hago. Muchos me verán soberbia y maltratadora, pero creo que es el tono que uso en algunas situaciones lo que más molesta. Pero lo bueno de la vida es que todavía estoy a tiempo de seguir aprendiendo y evolucionando.
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