Marcados por la tragedia: los objetos rescatados del Titanic que fueron subastados por miles de dólares
Los elementos rescatados tras el hundimiento, ocurrido hace 111 años, dan cuenta de cómo vivieron los pasajeros y los tripulantes el lujo de la travesía y el trágico final del transatlántico más famoso
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En la noche del 14 de abril de 1912, cuando se encontraba a pocas horas de llegar a destino en el puerto de Nueva York, el imponente transatlántico RMS Titanic colisionó contra un iceberg frente a las costas de Terranova, en el atlántico norte, y selló para siempre su trágico final. Horas más tarde, el barco se hundía en el fondo del mar, con lo que dejaba un saldo de 1519 personas muertas y unos 700 sobrevivientes.
La magnitud del desastre de ese buque de pasajeros, que fue promocionado como “el más seguro del mundo” y que no pudo terminar su viaje inaugural, fue tan grande y conmocionó de tal manera al mundo que aún hoy, a 111 años del hundimiento, continúa dando que hablar.
Si bien la historia del primer viaje del Titanic y su lúgubre final se contó muchas veces, incluso con la ya legendaria película de James Cameron, de 1997, hay otra manera de conocer detalles de aquella travesía interrumpida fatalmente por un iceberg. Y esto es, a través de los objetos que fueron rescatados tras el naufragio. Muchos de ellos, en el fondo del mar o junto a las víctimas de la catástrofe. Otros, porque quedaron en manos de los sobrevivientes.
A continuación, se describen cinco elementos que hallados luego del desastre que dan testimonio del hundimiento y también del lujo experimentado durante el viaje. Se trata de un violín, un abrigo de piel, un reloj, un menú y una carta manuscrita. Todos ellos llevan consigo relatos de vida y de muerte que develan el costado más humano de aquella catástrofe marítima que no se ha podido olvidar ni aún después de 111 años de ocurrida.
Pero también, además de su valor sentimental e histórico, todos estos objetos han sido puestos en subasta, donde alcanzaron, por su trascendencia, un gran valor económico.
El violín del director de orquesta
Es conocida y ya mítica la imagen de la orquesta que tocó en la cubierta del Titanic para calmar a los pasajeros hasta casi el momento en que la nave fue sepultada bajo el océano. Y uno de los objetos que se recuperaron de las frías aguas del atlántico norte fue, precisamente, el violín que perteneció al director de esa orquesta, Wallace Henry Hartley. El cuerpo del músico, que pereció en el hundimiento junto al resto de sus colegas, fue hallado 10 días después de la tragedia y llevaba atado a su espalda un estuche de cuero con su instrumento dentro.
No se sabe bien qué pasó luego del hallazgo del violín, pero lo cierto es que el instrumento se esfumó y fue encontrado nuevamente recién en el año 2006 en el ático de una casa de Gran Bretaña. Según un informe de CNN, el objeto pudo ser autenticado por las pruebas que se le hicieron de depósitos de agua salada. Además, el violín llevaba una placa metálica que lo conectaba con Hartley, puesto que demostraba que el instrumento había sido un regalo de la novia del músico, María Robinson, en ocasión de su compromiso.
El director y violinista británico pensaba casarse al regresar de su travesía en el Titanic y, al parecer, decidió morir junto al instrumento que era el símbolo del amor hacia su prometida.
Finalmente, el singular instrumento con el que Hartley habría tocado el himno cristiano “Nearer, my god, of thee” -según la versión del hundimiento del Titanic de Cameron- en los últimos minutos de la barco sobre la superficie marina fue subastado en la casa británica Henry Aldridge and Son en el año 2013 por la suma de US$1.700.000. Pese a una serie de grietas provocadas por la humedad, el instrumento y su estuche se encontraban en perfecto estado, aunque con solo dos de sus cuatro cuerdas, informaba en el momento de la subasta el citado medio estadounidense.
El reloj de bolsillo con la hora congelada
El británico John Chapman, de 37 años, viajaba junto a su flamante esposa Lizzie a comenzar una nueva vida en los Estados Unidos. Cuando el Titanic chocó contra el iceberg, la mujer fue subida a uno de los botes salvavidas bajo la regla marítima de que los niños y las mujeres debían salvarse primero, pero al ver que su amado no podía viajar con ella, decidió quedarse a sufrir la misma suerte que él.
La reconstrucción que hace el medio británico The Telegraph de este hecho señala que la señora Chapman ya había sido subida al bote número 4, pero al ver que se iría sin su pareja se volvió hacia su amiga Emily Richards y le dijo: “Adiós, señora Richards. Si John no puede venir, yo tampoco iré”.
Ambos esposos perecieron en el hundimiento, y como testimonio de la tragedia se halló, entre las ropas de él, un reloj de bolsillo detenido a la 1.45 de la madrugada del 15 de abril de 1912. El momento exacto, según los investigadores, en que el pasajero Chapman tomó contacto con las gélidas aguas donde perdería la vida. Las agujas quedaron congeladas en ese punto del tiempo donde todo terminó para su dueño.
A diferencia de lo que ocurrió con su marido, el cuerpo de la señora Chapman nunca pudo ser hallado. El reloj, en tanto, pasó a manos de sus familiares que, según la casa de subastas Baclis, lo vendieron en el año 2008 por US$140.000.
La última carta escrita a bordo
Una carta escrita por un pasajero de primera clase sobre un papel con el membrete del Titanic que nunca fue enviada a destino fue otro de los hallazgos valorables que habla de las vidas perdidas en el hundimiento. “Si todo va bien, llegaremos a Nueva York el miércoles”, contaba en dicha misiva el estadounidense de origen noruego Alexander Oskar Holverson a su madre, Rachel, junto a una ponderación de las características de la nave: “Este barco es gigante en tamaño y está acondicionado como un hotel palaciego. La comida y la música son excelentes”.
Holverson nunca llegó a destino y sus restos fueron encontrados en el mar pocos días después de la tragedia. Sus hermanos en Minnesotta, Estados Unidos, recibieron los efectos personales que se hallaron junto al fenecido pasajero, y allí encontraron, dentro de un cuaderno de bolsillo, esta carta, que había sido afectada por la acción del agua, pero que todavía estaba legible.
El viaje del Titanic entre Southampton y Nueva York era el final del recorrido para unas largas vacaciones que Holverson había realizado junto a su mujer Mary, y que incluyeron una travesía por Sudamérica y, más tarde, por Europa. Como informa el medio británico The Guardian, la mujer de este pasajero fue una de las sobrevivientes de la tragedia.
La misiva de Holverson a su mamá, considerada la última conocida escrita a bordo del Titanic, fue subastada en la casa Henry Aldridge and Son, en el año 2017, y pagaron por ella una cifra hasta ese momento récord para una carta con remitente en el malogrado buque: 126.000 libras esterlinas. Unos US$155.000.
El último menú
El 14 de abril al mediodía, cuando parecía que nada podía romper la armonía ni el lujo de esa majestuosa nave llamada RMS Titanic, los pasajeros de la primera clase disfrutaron en el ostentoso salón comedor lo que para muchos fue, sin saberlo, su postrero almuerzo. Ese día los comensales pudieron optar, entre otros platos, por huevos con espárragos, consomé fermier o pollo a la Maryland.
Esto se pudo saber gracias a uno de esos valiosos objetos que sobrevivieron al naufragio: un menú del restaurante de la nave, rescatado por una pasajera. Ella era Ruth Dodge, esposa de un poderoso banquero de San Francisco, Washington Dodge, que, a modo de souvenir, había guardado la carta del restaurante en su cartera. La mujer, que sobrevivió a la tragedia junto a su hijo en un bote salvavidas, llevaba con ella el testimonio impreso de su último almuerzo a bordo.
En el año 2012, a poco de cumplirse el centenario del hundimiento, ese menú fue subastado en la casa británica Henry Aldrige and Son -especialista en vender objetos del Titanic-, donde se vendió al precio de 76.000 libras, lo que equivale a unos US$122.000.
El tapado que sobrevivió al naufragio
Mabel Bennet, azafata de la primera clase del Titanic, se encontraba en camisón cuando la nave comenzó a hundirse tras la fatal colisión con un iceberg. Entonces, para paliar el frío que la esperaba en cubierta -esa noche, en el lugar de la tragedia, la temperatura era de unos 4 grados, con fuertes vientos del norte- y por el apuro de la situación, tomó su tapado de piel de castor y se lo puso directamente sobre su ropa de dormir.
Con este abrigo estaba la mujer, de 33 años entonces, cuando logró subirse al bote salvavidas número cinco y sobrevivir así a la tragedia. Y no solo que no murió aquella noche, Mabel, nacida en Gran Bretaña, se convirtió en la tripulante del Titanic que más tiempo vivió tras la tragedia. Falleció en el año 1974, con 96 años de edad. Un tiempo antes, le había heredado su significativo tapado a una sobrina nieta.
Según la Enciclopedia Titánica, un sitio web que acopia información sobre el Titanic y su tragedia, el abrigo de Mabel permaneció en la familia de esta tripulante de la nave durante muchos años, hasta que fue subastado en 2017. Otra vez fue la casa de subastas Henry Aldridge and Son la encargada de ofrecer esta prenda, que se terminó vendiendo a unas 150.000 libras, algo así como US$185.000.
“Este impresionante abrigo es único, ya que no sólo era una posesión personal de un miembro de la tripulación del Titanic, sino que, hasta donde sabemos, representa la única pieza de vestir del Titanic con una procedencia tan excepcional que ha salido a subasta”, dijeron, entonces, los subastadores del abrigo a The Telegraph.
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